GERSONG06072020

MICROCUENTOS PARA PENSAR
Virulandia
Tomás Corona

Monterrey.- Habrá que acostumbrarse a lo extraordinario. Este bicho exótico y mutante llegó para quedarse. Habita en los invisibles resquicios del escarnio, en el recóndito pozo de la ira, en la recalcitrante celosía de la depresión, en el ineludible flujo del mal, en los ojos vendados de la justicia, en el fructífero árbol del odio, en los hirientes entrepaños de la discordia, en la pérfida metástasis de la inconsciencia, en el férreo yugo de las adicciones, en la insoportable repisa del dolor, en el oscuro aleteo de la infamia, en la incontenible cornisa del llanto, en el insondable abismo de la irresponsabilidad, en la gélida faz de los abuelos, en la devastada plaza de la dicha, en los dolientes corazones rotos, en el yermo páramo de la soledad, en los hondos recodos del desamor, en la desquiciante grieta de la fatalidad, en el voraz remolino de la tragedia, en las llagas empedernidas de la obesidad, en la horrísona tromba de la futilidad, en la aséptica morada hospitalaria, en el siniestro cónclave de lo irremediable, en la rueca impasible de la desesperanza, en la insaciable vorágine de la incertidumbre, en el pernicioso laberinto de la locura, en la pavorosa sensación de la asfixia, en la lluvia ácida de la maldad, en el lacerante espasmo de un pulmón fibroso, en el riesgo perenne de un infante inocente, en el inmaculado ascensor de la morbidez, en el sórdido subterfugio de la derrota, en el alma impía de los políticos en turno, en el sótano tenebroso de la impureza, en las manos contaminantes de una madre, en los duros metales infectados de hastío, en la exorbitante mirada de la incredulidad, en el oneroso becerro dorado de la venalidad, en el anfiteatro de la mezquina corrupción, en la lúgubre antesala de la muerte… No te confíes, está cerca de ti, más cerca de lo que tu supones, más cerca que tus ojos a tus pestañas, dentro de ti, como llevar la muerte impregnada en tu propia calavera… No te confíes…