RODRIGUEZ29112024

No hay tiempo para jugar de Sandra Arenal.
Juan Sánchez García 

La niñez trabajadora de Monterrey

Monterrey.- No hay tiempo para jugar. Relatos de niños trabajadores, de Sandra Arenal, es un trabajo narrativo donde se muestra la realidad social y recoge 44 testimonios de menores de edad entrevistados entre 1990 y 1991. Arenal realizó su estudio de investigación en el área metropolitana de Monterrey en una época de profunda crisis económica en todo el país. Esta obra tiene un alto valor histórico y humanístico, ya que la autora, incursiona como pionera en Nuevo León sobre los estudios de la sociología de la infancia, dando libertad a la palabra de niñas, niños y adolescentes para que expresen sus experiencias familiares, las condiciones laborales, el trato recibido por sus empleadores, sus realidades cotidianas y aspiraciones.

La primera edición mexicana fue publicada por Nuestro Tiempo en 1992. La editorial española Media Vaca lanzó una segunda edición en 2004. Esta reseña corresponde a esta edición especial de pasta dura, impresa en Valencia. Sandra Arenal abre exposición con señalamiento crítico por el aumento de menores que, -en lugar de que se encuentren jugando o estudiando- trabajan desde edades tempranas. Los relatos incluidos dan cuenta de realidades diversas: menores de entre 5 a 15 años empleados como taqueros, albañiles, periodiqueros, empleadas domésticas, obreros y vendedores de chicles. También hay testimonios de un ayudante de carnicería, recogedor de pelotas de golf, mozo en tienda de antigüedades, paletero, limpiavidrios, empacador de supermercado. Además, se pueden conocer y comprender las existencias de un empleado en una vulcanizadora, recogedor de comida para marranos, mandadero, cartero, vende chicles y payasitos en un crucero. Cuatro casos especiales resultar ser aquellos que fueron entrevistados cuando se encontraban en el Consejo Tutelar de Menores. Estas voces, aunque fragmentadas, trazan un retrato colectivo de la precariedad infantil.

Este libro constituye una aportación de cómo la realidad social se entreteje con la narración literaria que aborda la polifonía de testimonios infantiles en los procesos de cambios de una megaciudad en vías de expansión demográfica. El texto no presenta teorías, ni conclusiones analíticas. Tampoco impone una interpretación académica. Lo que ofrece es una polifonía de testimonios que construyen por sí solos una denuncia ética y social. Es literatura testimonial al servicio de la visibilización de una infancia marginada por la narrativa dominante del progreso.

Algunas historias son especialmente crudas. Elisa, por ejemplo, relata cómo se inició como vendedora y su camino recorrido hacia las drogas y la vagancia. Posiblemente su futuro no fue esperanzador, ya que cuando fue entrevistada en el Consejo Tutelar de Menores tenía sífilis. En contraste, otro testimonio puede resultar un poco alentador. Salvador que trabajaba haciendo purificadores de agua, explicó: “Tengo 15 años, ya terminé la primaria y a ver si más adelante puedo estudiar en la noche, aunque creo que es muy pesado. Pero, a lo mejor sí puedo. Quiero saber electricidad. Ojalá, y se me haga”. (2004, p. 42).

La vigencia del libro es innegable, según el Censo de 2020, en México 29.4 millones de habitantes son menores de 15 años. En Nuevo León, 1.2 millones son personas de entre 5 a 17 años. En pleno siglo XXI, el trabajo infantil sigue siendo parte de un problema social a nivel nacional y de la entidad, así como el fracaso escolar por abandono en educación básica y en media superior. Si bien existen normativas y leyes que protegen la infancia: la Constitución Política de México, cuyo artículo 4 establece el derecho a la protección, salud, educación y alimentación; la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes que plantea los derechos fundamentales, garantías y medidas de protección; la Ley Federal del Trabajo que prohíbe el trabajo de menores de 15 años y regula las actividades permitidas de 15 a 17 años y el Código Penal Federal que sanciona el trabajo infantil en condiciones peligrosas y trata de menores. El trabajo infantil persiste. Su erradicación exige más que normas: requiere políticas eficaces, voluntad pública y compromiso comunitario.

Arenal, es clara y contundente: Mientras todos permitamos el maltrato infantil, todos somos cómplices. Plantea la necesidad de fortalecer programas sociales que combatan la pobreza estructural; establecer inspecciones laborales con sanciones reales; promover campañas de sensibilización; otorgar becas escolares; y construir alianzas público-privadas que garanticen cadenas productivas libres de trabajo infantil. La obra propone no solo observar, sino actuar con responsabilidad ética.

Además del cuerpo testimonial, el libro contiene un breve ensayo crítico de Abraham Nuncio y una semblanza significativa escrita por la hija de la autora: Sandra Maldonado Arenal. La publicación se encuentra acompañada de ilustraciones realizadas por Mariana Chiesa, artista argentina que plasma en dibujos y pinturas las imágenes que ilustran las historias. Una bibliografía y sugerencias de páginas electrónica de internet complementan la edición, así como un glosario de términos y la Declaración de los Derechos del Niño.

Este año, el 19 de marzo se conmemora el 25 aniversario del fallecimiento de Sandra Arenal. Valga esta reseña como un homenaje a una mujer mexicana que luchó siempre por la justicia social con entrega y convicción ideológica. Su legado está vigente para estudiosos de las ciencias sociales y docentes comprometidos. Aunque la situación de la niñez y adolescencia de la clase trabajadora en Monterrey no ha cambiado sustancialmente, queda mucho por hacer en México, América Latina y el mundo entero. El rescate de la obra de Sandra Arenal es una encomienda necesaria para revalorar la versión de las protagonistas de la transformación de la gran urbe: mujeres y niñez de la clase trabajadora. Finalmente, Lídice Ramos, quien la conoció y escribió sobre ella en El polen que se esparce en el desierto (Ramos Ruiz y Ochoa Treviño, 2000) explica la misión y odisea de Arenal:

Sandra, ya mujer madura ha tenido la suerte de poder escribir, es una de las primeras personas en Monterrey que utiliza los testimonios como forma de dar a conocer los problemas sociales. Desde que está estudiando en la Normal Superior, indaga sobre las formas literarias. Que si su novela, que si su narración, anhela que las vidas de la población pobre no se queden sólo en la trasmisión oral (p.420).


Referencias:
Arenal. S. (2004). No hay tiempo para jugar. Relatos de niños trabajadores. Media Vaca.

Ramos, Ruiz, L. y Ochoa Treviño, I. A. (Compiladoras) (2000). El polen que se esparce en el desierto. Semblanzas y perfiles de mujeres de Nuevo León. Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Autónoma de Nuevo León.


* El autor es profesor normalista, profesionista universitario y doctor en Ciencias Sociales. Ha publicado artículos, capítulos, libros, entrevistas y reseñas sobre temas educativos y de atención a la diversidad.