RODRIGUEZ29112024

Reflejos
S.M. Martin

Monterrey.- Reflejos de plata y brillos escarlata en sus ojos de obsidiana cristalina, mostraban el fuego de su más oscura entraña.

En su boca, una forzada sonrisa había firmado contrato enemigo en su alma para acabar con la vida de Cleopatra y su destino.

Ella adivinó sus intenciones, la miró segura y sostuvo contacto mudo para acusar recibo de sus pretensiones.

Con pacto profundo sellaron las primas hermanas sus prisiones y ataron grilletes de sentencia final a su divergencia y sus pasiones.

—Sacaré las piedras de tus ojos hundidos y drenaré tu sangre en hoguera para curar tu pena —advirtió Sofía.

—Terrible ignorancia envuelve a mi prima. Dios, prohibiste su sabiduría y ahora ella es débil, ahora es tibia —caviló Cleopatra.

—Limpiaré el veneno de Medusa que corre por tus venas, prima, y acallaré el murmullo de sirenas que aturden tu razón y nublan tu visión.

—Dios mío —imploró Cleopatra—, si de verdad existes, ayuda a mi hermana a enderezar su mirada, no dejes que Sofía cometa una burrada.

En conflicto los dioses se pusieron, peticiones contrarias sus hijas les hicieron.

—Luz, arrojo, fuerza y decisión son necesarias en cualquier conflagración —dijo monolito, dios de oscura razón.

—Es cierto hermano, pero los detalles hay que cuidar. El amor es fuego ciego; la luz, abnegación. Si traicionan la prudencia, asesinan la esperanza y, sin saberlo, acabarán con su propia evolución.

—No debemos pelear, nada hay que demostrar, que Sofía y Cleopatra lo descubran y que logren conciliar.

Obsidiana y Jade se habrían de enfrentar, no había miedo, decididas estaban a terminar.

—Muerte te he de dar, Cleopatra —gritó Sofía con fuego y gran alevosía.

—Si me matas hermana, no me vences, tu furia con ambas acabará. Protege del mal al mundo y al espíritu de negatividad, aclara tu mente Sofía y descubre, que no soy yo con quien debes lidiar.

—Oh, hermana de verde piedra, solo sirves para adornar. Dragón o mariposa, símbolos de vanidad. Flecha y filo los hombres han de fabricar, la vida venerar y hacerla respetar.

—¿Qué ejemplo predicas, hermana, que fallas en profesar? Si has de darme muerte prima, tu dignidad no podrás salvar.