PEREZ17102022

Ximena y La Pastora que perdimos
Carmen S. Carvayo

Monterrey.- En el 2011 acampé con otros ciudadanos a las afueras del terreno del ahora estadio de los rayados, mientras veíamos impotentes las máquinas entrar y comenzar a deforestar lo que era parte del bosque La Pastora. El Colectivo en Defensa de La Pastora (“Sí al estadio, pero en otro lado”) se evaporó cuando Semarnat (y todas las instituciones) dieron el sí definitivo a una obra gris dentro de un bosque, por los próximos 50 años. Yo, vecina del terreno disputado, no tenía hacia dónde voltear. Convoqué en la urgencia a una acampada a las afueras del bosque, que fue nuestra patada de ahogado ante la imposición de Femsa sobre el medio ambiente. Fuimos varios ciudadanos desesperados a dar nuestra última lucha. Pero ya no había nada más que hacer. El ecocidio en Monterrey es un incendio que parece imposible de apagar. El fuego que todo devora es nuestra sed hipnótica por el “progreso” y el dinero de las empresas.

“La ambición tan necia”, cantábamos en la defensa del último bosque urbano. En ese entonces, aunque perdimos, pudimos ser testigos de un despertar social. Fuimos cómplices y partícipes de la ola de movimientos por la transformación del tejido social regiomontano. Se sembraron semillitas de esperanza. Nos reunimos en las plazas, tomábamos el micrófono, gritábamos unidos, nos abrazábamos creyendo que juntos podíamos construir un futuro más digno. Eran tiempos violentos y de mucha reflexión.

Dentro del colectivo en defensa de La Pastora habíamos de todo: biólogos, abogados, psicólogos, filósofos, ingenieros, arquitectos, músicos y un largo etcétera; y todos aportábamos nuestros saberes a la causa, y todos éramos de relevancia para la lucha.

Los movimientos de izquierda posmodernos han buscado promover la organización horizontal, es decir, sin líderes ni cabecillas, y así es como avanzábamos y tomábamos decisiones dentro del Colectivo en defensa de La Pastora: como grupo, como amigos, entre todas y todos.

Pero mentiría si dijera que no existen los líderes naturales, esos voceros quienes con un talento innato saben hilar las palabras de manera que iluminan el pensamiento. Mentes brillantes. Personas que seguimos, en quienes depositamos nuestra confianza por sus virtudes, y a quienes escuchamos con orgullo cuando alzan la voz y nos dicen: “oigan, el camino es por acá”. Dudo en decirlo, pero hay personas que “nos representan”. Y ya sabemos que es un inevitable error.

Así fue como en el 2011, bajo el gobierno de Rodrigo Medina e Ivonne Álvarez, perdimos 25 hectáreas de un “Área Natural Protegida”, un pulmón verde que alberga especies endémicas, algunas en peligro de extinción.

Pero fue hasta el 2022, bajo el mando del gran estratega Samuel García, y el partido político Movimiento Ciudadano, que perdimos a Ximena Peredo, ex columnista de El Norte, ex activista ambiental, y ex vocera del Colectivo en Defensa de La Pastora, así como de otras luchas ecologistas anteriores.

Y fue ése el gran gol que nos dejó boquiabiertos a la ciudadanía. Samuel ya sabía lo que hacía. Porque si Samuel supo reclutar activistas ambientales, no fue para tener un gobierno verde, sino para quitarle obstáculos a su gobierno fosfo-fosfo.

Años antes probó esa estrategia, cuando la ex activista Indira Kempis, a quien invitó al partido Movimiento Ciudadano, fue reclutada. En ese entonces poco nos sorprendió, pues Indira arrastraba una reputación de saberse acomodar en puestos y usar su activismo para escalar.

Pero nunca imaginamos que esto pasaría con Ximena. Confieso que en un inicio publiqué en mis redes que metía las manos al fuego por su candidatura.

Ximena nos tenía acostumbrados, a leer en su columna semanal, cómo acomodaba con palabras sus pensamientos, llevándonos de la mano suavemente, a increíbles reflexiones de crítica social, con una capacidad de análisis filosa y sin titubeos. ¿Cómo encontraron la fórmula para callar una mente tan perspicaz, una voz crítica tan aguda? ¿Cómo fue que la convencieron? Lo sepa ella o no, el resultado es preciso: perdimos su voz. ¿Cuánto dinero nos cuesta, mes a mes, tener a Ximena callada? Me siento mal de preguntármelo, pero ¿seremos víctimas de nuevo de la ambición tan necia?

Desde que entró a gobierno, no volvimos a leer ningún texto de relevancia, ni en El Norte, ni en su muro. Nada. Ahora trabaja “desde dentro”, dice. Y puede ser. Pero el impacto que sus palabras tenían en todos y todas nosotros, ciudadanxs preocupados por el bienestar social, por el medio ambiente, era enorme. ¿Le estará hablando a Samuel al oído? ¿Estará teniendo el mismo impacto que tenía sobre nosotros quienes sí la escuchábamos? ¿Sabrá ella lo que perdimos?; no sólo por las reflexiones que tanto nos hacen falta, y no sólo por el poder de convocatoria tan grande que tenía en la sociedad, sino además y sobre todo, desde que fue reclutada por Samuel, caímos como ondas de un eco invertido: algunos nos quedamos sin voz detrás de ella. Como fichitas de dominó. Unos como yo, por el shock, por la duda. ¿Es que será que de verdad es este un nuevo gobierno, decente, honesto, de un verdadero interés social? Le dimos una oportunidad.

Pues si alguien tan brillante, tan auténtica, con una pasión que parecía tan real por la justicia y por el medio ambiente, está decidiendo apagar sus opiniones para apoyar a un político, ¿con qué argumentos podría yo cuestionar su decisión?

¿Con qué certeza podemos señalar, reflexionar, criticar, cuando quien nos acompañaba en la crítica está ahora del otro lado? ¿Dónde quedó ese ingenio brutal, ahora que alaba y defiende las acciones de gobierno?

Y cuánto nos hace falta su voz. Poco a poco han ido sacando animales del zoológico La Pastora, sin nada que podamos hacer para evitar la pérdida del que fue el hogar para los animales regiomontanos por tantos años. O qué decir del rumor que corre, de la autopista que se pretende construir sobre el río Santa Catarina, razón oculta aparente de la dichosa “limpieza” que se hizo. ¿Quién nos ayuda a visibilizar estos despojos de nuestras áreas naturales y públicas?

¿Será traición de mi parte hacia la amistad que tuvimos si decido alzar la voz y decir lo que pienso? Pareciera que las semillitas de esperanza que sembramos en 2011, las quisieron deforestar en 2022. Pareciera que algunos ambientalistas se escondieron, unos entre la confusión, y otros en la nómina de gobierno. O quizá exagero en mi lamento. Hay activistas que no han quitado el dedo del renglón, pero que no cuentan con el micrófono y el alcance con el que contaba Ximena. ¿Qué pasó con La Pastora? Quienes estamos interesados en la defensa del medio ambiente quedamos dispersos (¿no que no necesitábamos líderes?). Pareciera que al final, siempre sí son de utilidad, pero de utilidad para el gobierno, quien ahora le llama “limpieza” al desmonte en el río Santa Catarina, y amenaza con cerrar el zoológico La Pastora, para construir una zona hotelera cerca del estadio.

Pero yo sé que nadie de nosotros está obligado a nada. Las figuras mesiánicas deberían ser cosa del pasado. Y aunque cualquiera puede hacer algo toda la vida y un buen día despertarse y cambiar de opinión, aun así ha sido una triste sorpresa, como un trago mal pasado que se atora en la garganta. Dudo y me pregunto constantemente: ¿sabrá Ximena lo que nos representó su pérdida?; ¿le importará?

Nos quedamos sin Ximena, nos despojaron de La Pastora, pero no podemos permitirnos quedarnos –otra vez– sin el río Santa Catarina, pulmón verde para nuestra árida ciudad.

¡Alcemos la voz!