GOMEZ12102020

AL BORDE
Nada que ver
Jorge Castillo

Monterrey.- Entre las novedades que complementan mis navegaciones digitales ya empiezan a aparecer las acaloradas polémicas que suscita el recién estrenado filme Nuevo orden de Michel Franco. Debates particulares de los que no me ocuparé pues no he visto la película, pero la cual sí tomo de pretexto para explorar un asunto íntimamente vinculado al fenómeno de las jerarquías sociales: las emociones.

     Aspecto característico de las subjetividades humanas que ha sido ignorado y denostado por aquellos varones que han hecho la crónica y el análisis sesudo, desinteresado y desapasionado del devenir humano y de sus diversas formas societales o civilizatorias.

     De hecho –y como dato curioso– la «ira» es una de las raíces léxicas con las que se compone la misma palabra jerarquía; por lo que su componente hieros, que quiere decir sagrado, va acompañado etimológica y semánticamente de la noción de enojo. Considerando esto, podríamos aventurarnos diciendo que la jerarquía es el «orden sagrado» de los dioses y los titanes disgustados que, por ejemplo, también guían las conciencias y las protestas de Frenaaa.

     Misma ira o furia social desbocada, casi desquiciada, que ese nuevo y polémico filme de Franco nos presenta como marco psicoambiental distópico. Película que, sin duda, trata sobre el fenómeno mismo de la estratificación social desde sus dinámicas sociológicas de la dominación por medios violentos.

     Pero para exponer la relevancia de las emociones en las relaciones, los roles y las posiciones sociales me permito exponer una suerte de comparación entre dos filmes aparentemente muy ajenos el uno del otro, tanto por su distancia temporal como por sus géneros cinematográficos. Uno está basado en la literatura infantil y el otro es un thriller de acción.

     Se trata de las películas Where the wild things are (2009), basada en la obra del célebre ilustrador Maurice Sendak y dirigida por Spike Jonze,[1] la cual trata sobre la historia fantástica de exploración de un niño (Max) sobre sus propias emociones; y Band of the hand (1986), dirigida por Paul Michael Glaser (el famoso Starsky),[2] que aborda la historia de redención y venganza de un grupo de exdelincuentes juveniles ante el mundo violento de la criminalidad y las drogas.

     Ambos filmes bien pueden ser comparables en torno a una estructura narrativa cinematográfica (y cultural) muy recurrente: el viaje del héroe. El cual exploraré de forma muy sintética y general conforme a las semejanzas y diferencias entre ambas películas.

     En ambas historias podemos ver que sus protagonistas se sienten y/o son expulsados del mundo de relaciones a los que están habituados; pues en ambas historias previamente son o se convierten en outsiders, ya sea en carácter fantástico o hasta mítico.

     En Where… Max es huérfano de padre y empieza a sentirse marginado de su madre y hermana adolescente, quienes están estableciendo nuevas relaciones románticas y de amistad, respectivamente. Mientras que en Band… los jóvenes criminales son apartados de la sociedad por el sistema reformatorio estadounidense, al cual llegaron por las mismas condiciones estructurales de marginación socioeconómica, educativa y etnorracial que los condujo a las actividades antisociales y delictivas en que se han visto envueltos.

     De hecho, la condición de marginalidad y precariedad de esos jóvenes delincuentes es tan extrema y cruda que se sugiere que uno de ellos, como indigente vagabundo, ha llegado a comer gato callejero, lo cual, curiosamente, él presume con un dejo de orgullo.

     Max, sin preverlo, empieza a sentir una creciente confusión emocional que le empuja a agredir a su madre y hermana, canalizando su frustración sobre las pertenencias de su hermana o agrediendo físicamente a su mamá. En cambio, los jóvenes delincuentes ya provienen de entornos donde las relaciones se caracterizan como propiamente conflictivas, agresivas y brutales. Así, los estados de confusión, desorden y conflicto son elementos detonantes de ambas historias.

     Al sentir celos y sentirse igualmente relegado, Max pierde control de sí e inicia su viaje en forma de escape fantástico, haciéndose a la mar en un pequeño bote de vela. Y a los jóvenes delincuentes, al ser atrapados por la policía, les es impuesta una peligrosa travesía entre los pantanos como parte de un programa sui generis de reinserción social. ¿Viajes extravagantes, de extrañamiento?

     Max llega a una isla habitada por Monstruos (wild things = emociones) ante los cuales presume ser un ¿mítico? rey y cuya pequeña comunidad espera que les ayude a resolver sus problemas de abrigo y de inestables relaciones interpersonales. Pero en un juego de espejo, Max se convierte en su propio guía y maestro, asumiéndose como rey quien al mismo tiempo que “dirige” a los monstruos él también es guiado por Carol, el monstruo de mayor liderazgo (dada su notoria destructividad) y con quien establece una especial conexión de reflejo emocional; pues ambos, tienden a destruir cosas y agredir a otros cuando están confundidos y no comprenden las emociones que les inquietan, e igualmente cuando pierden el control de los mundos en miniatura que proyectan y viven a gran escala.

     En cambio, los jóvenes delincuentes son guiados por un scout, exmilitar indígena, que les enseña a sobrevivir en los pantanos como parte del novedoso programa para su reinserción social, pero con un objetivo adicional y circunstancial: que una vez pasada la prueba de sobrevivencia, estos le ayudasen a desafiar y combatir a las mafias de drogas.

     Viajes ambos, el del niño Max y el de los jóvenes delincuentes, que serán también viajes de autoconocimiento y de transformación. Pues por un lado, Max fracasa en cumplir las imposibles expectativas sociales (monstruosas) puestas en él, ya que en realidad no es un rey con cualidades y poderes especiales. Y al ser honesto con los demás y consigo mismo es cuando empieza a desentrañar reflexivamente las emociones que le empujaron a huir de su hogar.

     Y por otro lado, para encontrar el camino correcto que les haga regresar a la civilización, y en un momento de desesperada lucidez, los jóvenes presidiarios se harán conscientes de que deben dejar de ser agresivos, desobedientes y desafiantes con su guía y entre ellos mismos; y como prueba última de sobrevivencia pues la naturaleza salvaje y la naturaleza humana son, en oposición, implacables.

     Así, deben dejar de pelearse entre ellos reformulando sus identidades, roles y actitudes, elevando su propia autoestima, rompiendo sus barreras sociales para respetarse a sí mismos y a sus compañeros; formando nuevos compromisos interpersonales y sociales, formando una unidad, una banda, una misma familia la cual, adicionalmente, extiende su compromiso de fidelidad y apoyo (moralizante) hacia una comunidad de inmigrantes ilegales en situación de indigencia.

     Sin embargo, una vez superada su primera prueba, los jóvenes reformados ahora tendrán que defenderse a sí mismos y a su nueva comunidad ante los viciosos y mafiosos que insistirán en acosarlos y agredirlos; y quienes también representan esa segunda naturaleza humana salvaje que les amenaza.

     Pudiera decirse, pues, que los protagonistas de la Band… representarán a (míticos) salvadores llegados de fuera, cuya última prueba será, finalmente, convertirse en hombres adultos y verdaderos que harán lo que a cada quien le corresponde hacer: ser hombres de armas quienes, bien entrenados, coordinados y motivados con leal encono vengador, ya no sólo cazarán animales salvajes sino que también transformaran y dominaran ese nuevo entorno de salvaje humanidad y a sus inmorales (maléficos e inferiores) enemigos-bestias.

     Dos historias con estructuras narrativas similares pero con personajes diferentes que actúan en diferentes condiciones y desde diferentes planteamientos. Los cuales, por un lado, a Max le ayudan a hacer consciente su propia visceralidad monstruosa para lograr lidiar con sus emociones y poder convivir armónicamente según las cambiantes relaciones que su madre y hermana van estableciendo con las nuevas personas que van agregando a su círculo familiar e íntimo.

     Condiciones y planteamientos que, por otro lado, les impele a los de la Band… a exorcizar su miedo a lo desconocido, pero sobre todo a expurgar su propio ser violento-criminal y superar sus condiciones de injusticia y opresión superponiéndose e imponiéndose, a modo de purificación, ante los otros criminales que les increpan; volviéndose, pues, en los verdaderos y valientes buenos, quienes con sus, ahora, buenas violencias logran aniquilar a los verdaderos malos (despreciables, repugnantes) y sus malignas violencias.

     Ahora bien, al ir desarrollando estas ideas confieso que por un momento dudé de que una y otra película tuvieran algo que ver entre ellas, pero si después de esta comparación usted aún sigue creyendo que ni al caso la una con la otra, pues por lo menos acepte mi recomendación de verlas o revisitarlas si siente que, en estos días, no hay nada que ver en la telera o en sus servicios de streaming.

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1. Aquí puede verla: https://ok.ru/video/616712243859.
2. Aquí puede verla: https://ok.ru/video/836849961606.