Ciudad de México.- El presente es entreverado, de luces y sombras; ora se comportan bien las cuentas del comercio exterior, ora las de las manufacturas, o la de la industria automotriz; ora se debilitan; ora descienden, ora caen. Lo cierto es que, no obstante que la economía marcha como una tortuga, pero marcha, existen temores de los agentes económicos que, en el pasado neocapitalista, fueron los consentidos del sistema político.
Se nota la inquietud, la desconfianza, la incertidumbre, la duda que demuestran los analistas económicos clásicos, los de las grandes corporaciones empresariales y del sistema bancario. Les cuesta trabajo poner su confianza en los estrategas de la Cuarta Transformación. En el fondo tienen pánico, en muchos casos no confesado, a que López Obrador y su equipo decidan un cambio drástico, radical, en la orientación del aparato político económico.
Actores de la extrema derecha yunquista, albiceleste, fachista, la “Obra de Dios”, les ha inyectado el miedo al comunismo, cosa incomprensible cuando el comunismo hizo mutis desde la perestroika y la glásnost, y la caída del Muro de Berlín, la desaparición de la Unión Soviética y la consiguiente instauración en la República Popular China de un eficiente capitalismo de Estado, compartido con una economía centralmente planificada.
Pero sea lo que fuere, los analistas del CIBanco, por ejemplo, manifiestan sus opiniones en el análisis del Paquete Económico para 2022, que el secretario Rogelio Ramírez de la O entregó al Congreso de la Unión hace unos días y que explicó detalladamente a los legisladores.
Es comprensible el temor de los economistas del sistema económico fondomonetarista, que le da vida a la actividad económica neoliberal, vista e ideada desde los cubículos de las grandes universidades particulares; desde los escritorios de Chicago. Afortunadamente, hay libertad de cultos y cada uno puede tener su divinidad en el espacio de la economía, no obstante que los ortodoxos digan que quien no conoce a Dios donde quiera se anda hincando.
De acuerdo con la lectura que los economistas de CIBanco hacen del Paquete Económico 2022:
1.- El gobierno federal sobreestima el rebote de la economía nacional.
2.- Es un acierto el no plantear una reforma fiscal amplia para incrementar ingresos públicos bajo la actual coyuntura.
3.- Se proyecta una plataforma petrolera difícil de cumplir.
4.- Aumenta la inversión pública, pero no está clara su eficiencia en la contribución de la economía y en el efecto contagio que tendría en la inversión privada.
5.- No se pone en riesgo la estabilidad de las finanzas públicas.
6.- La intención continua del gobierno de alcanzar la “soberanía energética” sigue reflejando un alto costo de oportunidad del gasto público.
7.- El paquete económico no aprovecha la oportunidad para potenciar cabalmente el desarrollo del país.
Este análisis corresponde a un analista bancario, que se confronta con el criterio de los economistas de la Secretaría de Hacienda. No necesariamente es producto de la verdad. Tendrían que confrontarse todas las concepciones académicas para intentar llegar a una verdad que gustara a todos, cosa que es imposible de lograr.
Así que dejemos que la escuela de Ramírez de la O, de Arturo Herrera tengan la oportunidad de demostrar que son eficaces para construir una economía productiva y justa; que dé a cada quien lo que merece por su trabajo y por sus necesidades; que redunde en beneficios para el capital y para el trabajo. Que contribuya a la redistribución del ingreso y la generación de oportunidades para la legión de trabajadores empleados, pero mal pagados; para los desocupados y desempleados y para quienes no tienen ninguna oportunidad de vivir una vida humana digna con satisfactores, por lo menos, de techo, vestido y sustento.