GOMEZ12102020

DISPARATES
Recordatorio para los fatuos
Armando Hugo Ortiz Guerrero

Monterrey.- El sismo del 19 de septiembre de 1985 en la ciudad de México, fue el más destructivo, no respetó estratos sociales, ni colonias ricas o pobres.

     Ante la magnitud de la tragedia, la población se organizó para rescatar a los miles de personas que quedaron atrapadas. Relatan las crónicas que el PRI gobierno solo desplegó soldados y policías para prevenir el pillaje; observaban a los ciudadanos formar cadenas para remover con cuidado cada piedra. El cantante Plácido Domingo, auténtico fifí de abolengo, trabajó codo a codo con chairos. Se festejaba de manera silenciosa cuando los rescatistas emergían con un sobreviviente, o frustración cuando eran víctimas.

     La mayoría de la población se involucró después en tareas de hospitalización, vituallas para rescatistas y damnificados, y la reconstrucción de la ciudad.

     Solidaridad –término que después pervirtió Salinas de Gortari– fue la actitud que campeó en esos años.

     Los chilangos de esa época formaron los esbozos de la sociedad civil, como las asambleas de barrios. Posteriormente dejaron huella en la historia reciente, con el apoyo multitudinario a Cuauhtémoc Cárdenas en 1988, y las movilizaciones para evitar el enfrentamiento del Ejército contra el EZLN en 1994, entre otros hitos.

     Durante décadas se dio esa convivencia entre los capitalinos, aunque ya no tan cálida.

     Nietos y bisnietos de esas generaciones son la juventud actual. Es entendible que algunos olviden estas epopeyas históricas y se solacen trazando fronteras y territorios de gente rica trabajadora, y pobre holgazana.

     En el simulacro de alerta sísmica de este lunes, la mayoría de la población cumplió con el protocolo sin distingos, pobres con ricos, codo con codo.

     En cualquier momento la madre naturaleza les recordará con una trepidación, a esos chilangos presuntuosos, que para ella no existen diferencias de clase social o territorial.

*a_hugo16@hotmail.com