Monterrey.- La elección democrática de los responsables de impartir justicia es un evento de alta importancia.
Sin embargo, el proceso de la elección está reflejando la falta de madurez política, sobre todo de quienes tienen acceso a medios y de quienes se oponen a la elección.
Hace pocos años se vivió un proceso político con la misma falta de civilidad. El slogan de “El INE no se toca” sirvió como bandera para que la posibilidad de transformar el sistema electoral se desechara sin mayor análisis o discusión.
Ahora, el proceso de la elección de los responsables del Poder Judicial pasa por una situación similar. El desconocimiento de la estructura y funciones de las diferentes instancias judiciales hace difícil distinguir las funciones de cada puesto: magistrados, ministros, jueces.
Quienes se oponen a la elección se ocupan de descalificar el proceso y también de descalificar ciertos candidatos. Está el caso de quien plantea una forma de distinguir y descalificar a los candidatos: los que han sido propuestos por el poder legislativo, por el poder ejecutivo o por el judicial, y recomienda no votar por los dos primeros grupos. Así, sin mayores argumentos.
El INE está haciendo su tarea. Ya definió el proceso y los instrumentos para ejecutarlo. Está explicando la estructura y contenido de las boletas para cada puesto. Pero nadie se está ocupando en divulgar cuál es la estructura del poder judicial ni de cuál es la función de cada uno de los puestos que se van a elegir.
Convendría que los colegios de abogados aportaran su cultura jurídica y abordaran los problemas en el funcionamiento de la compleja estructura del poder judicial.
La función de impartir justicia es muy delicada, de gran trascendencia social y en lo individual.