GOMEZ12102020

Hidalgo: desastres naturales y negligencia
Pablo Vargas González

Pachuca.- Nuevamente como en cada temporada, nos ponemos a reflexionar sobre los estragos y repercusiones que causan los fenómenos naturales en el país o en Hidalgo. Con el huracán “Grace” no fue la excepción, muy poco se puede hacer ante fenómenos meteorológicos devastadores como los ciclones, tormentas e incluso terremotos u otros que generan desastres naturales. Muy poco pueden hacer los gobiernos para atender a la población que es afectada por estos acontecimientos, y mucho menos cuando hay evidente negligencia de autoridades que solo llegan a “tomarse la foto” sin dar respuesta efectiva a las tragedias.

En la primera semana de septiembre, las lluvias torrenciales de “Grace” afectaron regiones rurales del estado de Hidalgo. Llamó la atención que solo los alcaldes de Tenango de Doria, San Bartolo Tutotepec y Huehuetla se les vio movilizándose en el terreno de la desgracia. Siendo la región Tepehua la más marginada de la entidad, no hubo apoyos ni despliegue gubernamental, solo unos cuantos ciudadanos atendieron la emergencia humanitaria.

Días después, el 6 de septiembre ocurrió el desborde de los ríos Tula y Rosas por las fuertes lluvias ocasionando al menos 16 muertes y más de 50 mil personas afectadas en más de siete municipios de la región. En Ixmiquilpan miles de viviendas ribereñas sufrieron la inundación y perdieron el patrimonio de casas, cultivos y bienes muebles, quedando quedando como población damnificada.

En ambos casos hubo, inclusive en la prensa local llamados de alerta por las lluvias y posible desbordamiento de presas. Pero lo más grave fue que las autoridades locales y municipales no atendieron oficios y llamados de la Comisión Nacional de Agua (CONAGUA), ni tampoco se activaron los mecanismos para alertar a la población de una vasta región del valle del Mezquital. Así mismo, el Servicio Meteorológico Nacional reveló que el gobierno de Hidalgo fue notificado el 7 de septiembre pero no se hizo lo conducente.

Esto nos da lecciones trascendentes: por una parte, se requiere la fortaleza estatal, y de la planeación de las políticas para generar acción inmediata, tal parece que no se ha aprendido de los desastres y las instancias de protección civil no funcionan cuando se les requiere. Aunque los desastres repercuten casi por igual, lo cierto es que las poblaciones afectadas siempre son las que se ubican zonas de marginación y comunidades rurales, en que la prosperidad no ha llegado aún.

Y por otra parte, en casi todos los ejemplos de desastres naturales, la acción gubernamental es insuficiente, y donde la intervención de grupos sociales es más evidente, y se tiene mayor capacidad de movilización de la ayuda y del apoyo. Esto aunque la sociedad civil organizada sigue siendo despreciada y minusvalorada, hoy mas que nunca es la gran reserva de la sociedad, no solo para prevenir y generar una cultura de la prevención y del riesgo sino para llevar a efecto las labores de reconstrucción de las comunidades afectadas.

Los datos en el nivel internacional son fuertes. En los últimos 20 años, más de 200 millones de personas se han visto afectadas por desastres naturales cada año en el mundo. Los desastres naturales deben entenderse como el resultado que genera un fenómeno natural cuando impacta sobre una sociedad. Es muy importante tener en cuenta la vulnerabilidad de la población y los factores sociales críticos que agravan los efectos del fenómeno natural, como las viviendas mal construidas, la pobreza extrema o las deficiencias en las medidas de prevención, entre otras.

Los desastres naturales tienen enormes consecuencias para las personas que los sufren puesto que además de cobrar vidas, también dan lugar a pérdidas materiales de la producción, medios de producción y generación de ingresos e infraestructura, las cuales menoscaban la capacidad de subsistencia y recuperación de los sobrevivientes, además de que al reducirse la seguridad alimentaria por la destrucción de cultivos y la pérdida de ganado se agravan los problemas al ocurrir empeoramientos de la salud, hambrunas y muertes.
Se requiere incorporar en nuestro país, de manera urgente el rediseño ante la desaparición del FONDEN, la prevención y preparación en caso de desastres naturales el mecanismo efectivo para dar respuesta inmediata. Y también una extensa educación, capacitación y sensibilización de la sociedad para concientizar sobre el cuidado de los recursos naturales, la protección del medio ambiente y del agua. También que haya transparencia y rendición de cuentas, muchas catástrofes pueden ser evitadas pero la corrupción y la ineptitud imperan en muchas instancias.