PEREZ17102022

Hoy llega Rodrigo
Luis Valdez

Monterrey.- Nacería un par de años después de nuestra primera hija. No pudo formarse del todo y ahora sólo viene cada primero de noviembre.

Si por no llamar a nuestra hija Reyna, ni Regia, sería nuestra “Salve, oh, Regina”; él mínimo sería un guerrero glorioso (dejemos las leyendas de mala fama de lado) y sería nuestro cid campeador, nuestro Rodrigo.

Huevo no logrado. La mayoría de los hombres quieren el legado de un campeón en casa. Uno que sea el heredero valiente, poderoso. ¿Cómo reacciona un hombre ante una hija, su comportamiento y las partes de su cuerpo?

Los hombres somos animales temerosos.

Yo, hijo menor de la familia con sólo una hermana, sin sobrinas por vía directa, he aprendido más de mi hija que de libros, trabajos y estudios académicos. No tengo idea de quién hubiera sido con un hijo, pero reconozco lo enriquecida que ha sido mi vida con una hija.

Yo, que no acostumbro poner un altar de muertos cada año, porque ni mi familia ni mi herencia regional lo acostumbraban, sí me dispongo a despertar cada primero de noviembre imaginando a los niños difuntos rondando por la ciudad en busca de los suyos.

¿Llegaría Rodrigo? No hay camino de pétalos que lleven a mi casa, ni flores de cenpasúchil sobre una mesa, ni un perro xolotzcuincle ladrando en mi patio. Sólo está nuestra memoria de las semanas que lo dimos por cierto. Que pensamos en un nombre y en cómo iba a ser una nueva rutina.

¿Llegarían todos los hijos? ¿Cómo? No hubo bautizo ni registro, ni siquiera un sexo definido, pero al menos la posibilidad me enseñó un poco más que si no la hubiera tenido. La posibilidad, esa es una maestra de una nostalgia hueca, de lo que no se pudo tener.

Compartimos un dolor milenario. Un dolor de la conciencia de toda nuestra especie. Somos una familia más de entre millones que hemos perdido a uno de los nuestros en un bombardeo, una pandemia, un huracán, un sismo o un procedimiento ginecológico.

Los mexicanos somos piadosos, nos damos oportunidades para asimilar nuestra circunstancia. Como hoy, que de nuevo tenemos a los niños buenos jugando en los patios y salas de nuestras casas.