GOMEZ12102020

Jaime Nunó en Monterrey
Ismael Vidales

Monterrey.- La letra del Himno Nacional Mexicano es obra del poeta potosino Francisco González Bocanegra; y la música fue escrita por el compositor español Jaime Nunó en el año de 1854.

Nunó provenía de una familia muy humilde, su padre Francisco Nunó murió a consecuencia de una picadura de víbora dejando en la orfandad a ocho niños y a su viuda Magdalena Roca que murió meses después de haberse mudado de Cataluña a Barcelona, por lo que el pequeño Jaime quedó al cuidado de un tío y dos hermanos que sobrevivieron a la epidemia de cólera que azotó a España en 1835.

Su tío lo inició en la música, destacando como director de bandas de guerra, y como tal llegó a Cuba en 1851. Allí conoció a Don Antonio López de Santa Anna quien era presidente de México. Hicieron amistad y lo nombró Director General de Bandas en nuestro país.

El 5 de febrero de 1854 se convocó a la musicalización del Himno, y el jurado, declaró ganador a quien firmó con el pseudónimo “Dios y Libertad J. N." es decir Jaime Nunó, esto el 12 de agosto de 1854. Al caer Santa Anna, Don Jaime Nunó emigró a la Habana en 1856, de ahí se trasladó a Nueva York, a Boston, radicándose finalmente en Búfalo en 1869 en una modesta residencia, dedicándose a dar clases de música. Se casó en segundas nupcias con Catalina Cecilia Remington con quien tuvo dos hijos: Jaime y Cristina Mercedes.

En México, Jaime Nunó estaba prácticamente olvidado, incluso se pensaba que estaría muerto. Pero en 1901 el corresponsal de los periódicos "El Imparcial" y "El Mundo" Antonio Rivera de la Torre, que cubría la Exposición panamericana de Búfalo, lo descubrió accidentalmente al entrar a un edificio y ver en la puerta de un saloncito un letrero que decía "Jaime Nunó- Estudio". Este encuentro ocurrido en junio de 1901, motivó una reunión de mexicanos en la casa de Nunó, generándose numerosas y entusiastas notas periodísticas "El Diario del Hogar" que dirigía Filomeno Mata escribió "Nadie se acordaba del pobre viejecito don Jaime, muchos ya lo habían dado por muerto, pero he aquí que lo encuentran en Búfalo, vivito y coleando".

Esto generó la invitación de Don Porfirio Díaz para que dirigiera el Himno Nacional en las Fiestas patrias de ese año y el periódico "El Tiempo" lanzó una convocatoria al pueblo para que aportaran económicamente a favor de Don Jaime, quien escribió "Viejo, con un pie en el sepulcro, aunque con vigor todavía para el trabajo y sostener una posición decente, no puedo menos que aceptar con la más profunda gratitud y en beneficio de mi familia, la grandiosa oferta de una suscripción nacional a mi favor. ¿Qué Dios bendiga a la tierra mexicana!

Don Jaime, con 75 años de edad llegó a México el 12 de septiembre de 1901, fue recibido con júbilo por la gente en todos los lugares por donde iba pasando. El Congreso aprobó que se le obsequiaran dos mil pesos "como recuerdo de su estancia en la República" y se le ofreció que residiera en el país por el resto de sus días. Don Jaime visitó varias ciudades, dirigiendo el Himno Nacional.

Invitado por la señora Carolina L. de Westendarp visitó Monterrey, llegando el 13 de noviembre de 1901 en el Ferrocarril. Se le organizó una velada literario-musical en el Teatro Juárez, en ella tomó la palabra el profesor Pablo Livas quien dijo ¡Salve ilustre anciano! La juventud nuevoleonesa y toda esta culta sociedad de Monterrey os saludan con la efusión de un afecto noble y respetuoso. El poeta Celedonio Junco de la Vega declamó un breve poema que dice: ¿Qué lira habrá de cantarte / Digna de ti noble anciano / Si en tu numen soberano / Llevas lo excelso del arte? / Ufano yo al contemplarte / De pie sobre el pedestal / De tu grandeza inmortal / Te rindo humilde mi palma, / A ti que nos diste el alma / En el Himno Nacional.

El 18 de noviembre Nunó fue festejado en el Casino, y el día siguiente, en el tren salió con rumbo a Laredo, donde fue festejado en el Hotel Hamilton por cortesía del consulado mexicano. De ahí siguió su camino hacia Búfalo. En 1904 cuando tenía ya 79 años de edad, Don Jaime Nunó volvió por invitación del jefe político del Distrito Federal Guillermo Lara y Escandón, llegando inicialmente a Monterrey por razones de salud.

Esta vez, Nunó había enviado una carta al director de "El Tiempo" en el siguiente tenor: Mis negocios han ido de mal en peor. Actualmente estoy sosteniendo a mi familia con los escasos medios que mi edad y mis achaques me permiten. Dio varios conciertos entre 1904 y 1906 a los que asistió el propio Presidente aunque en algunas prestaciones fue hostilizado, si saberse el motivo. Sin embargo Lara y Escandón le proveyó de una suma "con que pasara los últimos días de su vida".

Nunó murió el 18 de julio de 1908. Sus restos fueron traídos a México en 1942 y depositados junto a los de Francisco González Bocanegra (11 de abril de 1861 a los 37 años de edad - tifoidea) en la Rotonda de las personas ilustres, en un monumento que tiene un letrero que dice "Monterrey, a los autores del Himno Nacional"