Monterrey.- Una de las cosas más tristes en este mundo es quizá es tener conciencia de la finitud humana, así como del olvido, condición humana también. Igualmente, tomar conciencia de que nuestro papel en la historia, o bien la historia del mundo, tanto el natural como el humano troca a su fin algún día, y solo nos ha tocado ver una mínima parte de esa película llamada existencia. De todas maneras, o como se le considere, la insignificancia nos aturde y revela nuestra precaria condición. Si bien los poderosos pueden jactarse de tener alguna ventaja por gozar de lo mejor que ofrece la presente realidad, sin duda son tocados por esta conciencia algún día. Siendo esta conciencia o también el sentimiento que se deriva de la misma, algo que bien puede calificarse como zozobra, me complació ver en días pasados la cinta Mickey 17 (Dirigida por Bong Joo-Ho, 2025, basada en la novela de Ashton Edwards “Mickey7” del 2022) que aborda dicha zozobra desde un punto de vista de Ciencia Ficción (CF), a la vez que nos presenta un drama tragicómico entretenido. Las cintas pueden abordarse a mi parecer desde dos puntos centrales: la trama y la tesis o idea principal a comunicar. Los detalles estrictamente cinematográficos como el montaje, iluminación o actuación yo los podría dejar para los especialistas en la materia. Por mi parte es lo primordial observar la tesis o idea a comunicar, aparte de disfrutar otros elementos como las imágenes y el sonido.
Lo que sucede en Mickey 17 es el drama de un viajero espacial llamado Mickey precisamente (interpretado por Robert Pattinson) que se enrola con un amigo en una misión de colonización en un planeta llamado “Niflheim”, ambos huyen de una deuda con un mafioso en la tierra. Mickey por otra parte, ha adoptado la condición de “prescindible”, que consiste en que su cuerpo sea clonado infinidad de veces, conservando su memoria, y por ello candidato ideal para ser utilizado como sujeto experimental en pruebas horribles tanto como suicidas. De ahí que, en el momento de su viaje estelar, Mickey cuenta con 17, digamos, “resurrecciones”; vaya, el problema de la muerte es rutina para el buen Mickey, que acepta con estoicismo ejemplar cada una de ellas. El personaje guía de la misión en cuestión es el empresario y político fracasado Kenneth Marshall (interpretado por Mark Ruffalo), quien junto con su esposa Ylfa (Toni Collette) mantienen a los colonos sometidos en una especie de dictadura populista con toques claramente fascistas. Es así que Mickey se somete a una serie de infames ataques a su persona en el nombre de la supervivencia de la misión colonizadora y también de la humanidad misma, sacrificio que él está dispuesto llevar a cabo para dar un fin a su existencia. Sin entrar en los detalles de la cinta, que como he dicho resultada entretenida, aunque como cinta de CF deja algo que desear, aunque si bien no creo sea la intención principal del director, nos es posible ver aquí una idea sumamente atractiva que el público puede llevarse envuelta en una experiencia cinematográfica de calidad: la zozobra humana o bien el desamparo. Al igual que en la cinta “Parásitos” (2019) del mismo director, se expresa la idea de la desigualdad y la opresión sobre los seres humanos por obra de un sistema económico rapaz como deshumanizado. El asunto principal se resuelve en la repetición de las muertes de Mickey, que se suceden en condiciones absurdas como banales, causando la extrañeza y morbo de sus compañeros de viaje en la nave colonizadora. El sometimiento del personaje a diversas pruebas que tienen como fin probar nuevos instrumentos o bien las condiciones atmosféricas del planeta Neflheim, lleva a nuestro personaje a aceptar que la vida es así, monótona, plana y circular. Esta última condición se romperá cuando Mickey es dado por muerto erróneamente, y es clonado inmediatamente, el resultado es por tanto dos Mickey que se encuentran en la nave. Es así que la duplicación ofrece al espectador la lucha entre un Mickey noble y entregado a la tarea de salvar la humanidad y otro Mickey interesado en la venganza, resentido por la utilización a la que es sometido su cuerpo. Se incluyen otros elementos en la trama como la aparición de una raza nativa del planeta Neflheim, que son atacados por los humanos liderados por su histérico líder Marshall, quien desea explotar el planeta, y como es imaginable, los seres aborígenes le representan un obstáculo. Me parece que el director ha acertado en cuanto nos ofrece la idea del poder como locura ciega que no se contenta con nada y persigue constantemente ampliar ese poder para conocer sus límites, y ya descubiertos perseguir otros, no importando si en el camino tiene que asesinar, despojar o humillar. Así Mickey es la metáfora del amargo despertar del esclavo, del proletario, que se encuentra inmerso en la rueda del sistema, y he aquí un guiño a “Tiempos Modernos” (1936), de Chaplin, donde el humano se convierte en pieza del engranaje. Pero sucede que tenemos un elemento que el director introduce como una nota de optimismo. Mickey y su clon, terminan su lucha al caer en cuenta de la peligrosidad del tirano Marshall, de tal manera que logran dar con un plan para eliminarlo y de paso salvar a la especie nativa del planeta, en tal acto uno de los dos Mickey tendrá que sacrificarse mientras el otro vivirá, sin más detalles diremos que se hará justicia y la máquina de hacer clones será destruida. Fin de la historia, es un optimismo fiel al interés cinematográfico, final feliz podríamos decir. Pero de acuerdo con anteriores trabajos del director, especialmente “Parásitos”, se reflexiona en Mickey 17 sobre la muerte como un evento extraño y a la vez reconfortante. La mesura y la humildad se han olvidado, Marshall es la personificación de esta soberbia y la locura del poder que es ciega ante lo evidente que es la muerte, la condición humana de zozobra y limitación. Recordaremos en suma a Mickey17 como una cinta que nos transmite una idea y un sentimiento olvidados en el maremágnum tecnológico el capitalismo tardío.