GOMEZ12102020

MICROCUENTOS PARA PENSAR
Chayotito, chayotero, chayotón…
Tomás Corona

Monterrey.- Han hecho de la venalidad su modus vivendi. Destruyen santos y construyen diablos. Venden su pluma o su verbo al mejor postor. Inventan mundos verosímiles que cautivan a los incautos. El becerro de oro cuelga de su cuello y los condena a la impudicia. Son amorales y atípicos como preciosos especímenes de un zoológico de raras bestias. Aun siendo poseedores de un perverso intelecto actúan siempre con las vísceras. No les importa dañar con su veneno a otro ser humano. Tienen tentáculos informativos por todas partes.

     Mueven hilos invisibles que cortan para siempre brillantes trayectorias. Por el temor que provocan, solo tienen falsos amigos, todos son sus enemigos. Son destructivos por naturaleza. Su amor por el dinero los vuelve viles y despreciables. Viven temerosos por la bien ganada madriza que les quieren poner. El poder los protege, son un mal necesario. Son detonantes de violencia social, simbólica o explícita. Todas sus denuncias y revelaciones tienen una doble intención. La maldad enmarca su vida, aunque aparentan ser buenas personas. Si los observas bien dan pena ajena. Están vacíos no tienen corazón.