Monterrey.- La jodida y oprobiosa venalidad, el infame usufructo de los bienes ajenos, el pecado avaricioso de la usura, la mercadotecnia perversa en todo su esplendor, el vil engaño de la degustación del dañino elixir lupular, la deleznable y apabullante enajenación, el insano e inicuo gozo de lo prohibido, la jugosa ganancia de los mercaderes en los templos, la impura ordeña del becerro de oro, la fruición de los amantes de lo ajeno, el derroche inaudito de la bacanal de Baco, Judas vendiendo su alma al diablo por catorce monedas, la irreparable pérdida de la dignidad y la conciencia, el ataque frontal a la integridad humana.
Es esa la verdad oculta detrás de los “fest” que organizan y de los que gozan, en maquiavélica mancuerna con los corrompidos políticos, los viles empresarios depredadores de lo ajeno, para su propio beneficio, en la cada vez más vejada y denostada “ciudad de las montañas”.