GOMEZ12102020

MICROCUENTOS PARA PENSAR
El canto del grillo
Tomás Corona

Monterrey.- Para empezar, los grillos no cantan, estridulan al rozar sus alas anteriores con las patas posteriores, y sólo lo hacen los machos, este que les cuento no sé si lo sea, pero estridulaba arrulladoramente, a tal grado que su chirriar era más profundo y convincente que el de las monstruosas sirenas que encantaron a Ulises y sus marinos.

     Este grillito era especial, sin embargo, tampoco era Cri-cri, aquel Gabilondo que embelesó a los niños en los años 60 del pasado siglo, aún con la morbosidad freudiana oculta en sus melódicos versos. Único en su especie, aprendió a realizar faenas humanas y a infiltrarse en los sectores y grupos políticos de todos los niveles, en campañas proselitistas, en reuniones clandestinas, en fin.

     Embustero y ladino, utilizaba su labia para crear mundos imaginarios y falsas expectativas a algún aspirante a un puesto público, a sus seguidores e incluso a sus más férreos oponentes y los hostigaba, los aturdía con su estridulación hasta convencerlos incluso de lo contrario, de lo que él quería que creyeran como si fueran los propios deseos de ellos.

     Se inmiscuía hábilmente aún en los más recónditos espacios y grupúsculos, incluso los que estaban vetados para él aprovechando sus influencias y contactos. Con falsos argumentos destruía la poca armonía que había en ellos al delatar las arbitrariedades de sus líderes o señalando los cotos que poder que se atribuían a algunos de sus secuaces.

     Con el paso del tiempo se convirtió en un grillo viejo a quien las portentosas pero malsanas redes sociales acabaron minando su poder de convocatoria y convencimiento. Su otrora subyugante estridulación ya no convencía a nadie, mucho menos a los jóvenes políticos quienes utilizaban sofisticados algoritmos para conseguir adeptos en la desconcertante virtualidad.

     Solitario, mascullando su amargura al darse cuenta que no tenía nada, solo enemigos, pues ya no había adulaciones, solo reproches y burlas por su proceder que descubrían fácilmente y era calumniado, quemado vivo en el feroz mundo virtual, un día cualquiera, aquel temido, admirado y odiado grillo político dejó de serruchar sus alas y patas para siempre.