Uno de los flagelos más intensos ocurre cuando duele el frío, la piel se corta, los ojos lloran, los huesos crujen, el cuerpo tiembla, el alma se estruja; esto lo saben muy bien los indigentes y ya no hay tiktokera que vaya a consolarlos, a salvaguardar su integridad resguardándolos, en un albergue cómodo y seguro, a alimentarlos y ofrecerles un mullido lecho higienizado; o por lo menos, a alegrarlos con un bailecito de cumbia colombiana, “Vivir mi vida”, de M. Antonio; o “La vida es un carnaval”, de C. Cru.
¡Pobres!