RODRIGUEZ29112024

MICROCUENTOS PARA PENSAR
No se vale improvisar
Tomás Corona

Monterrey.- Ellos, los administradores educativos, son eso nada más, porque de educación lo ignoran casi todo; creen que a través de una especie de juntitis permanente, chambona e improvisada con la gente que sí sabe de teatro, por ejemplo, por ósmosis el teatro se extrapolará a las escuelas y quedará impregnado en el cerebelo y en el bulbo raquídeo de los estudiantes como por arte de magia; pero no sucede así.

Lo mismo acontece con la promoción de la lectura: las autoridades educativas creen que regalando un miserable libraco los alumnos y aplicar una o dos raquíticas estrategias, se formarán el hábito lector. Una clara e innegable falacia.

Y cuando los resultados en matemáticas no son los deseados, implementan una estrategia emergente con mecanizaciones y “problemas razonados”, con el fin de subsanar el entuerto que nunca se ha resuelto; los alumnos llegan a la preparatoria sin saber dividir, por ejemplo.

Y con las ciencias pasa exactamente igual. Programas y proyectos de índole científica con una alto nivel de excelencia educativa y formativa, implementados por organismos nacionales e internacionales, que realmente promueven la enseñanza de la ciencia en la escuela, finalmente son abortados, generando una pérdida irreparable en el erario destinado al hacer educativo. Enciclomedia, por ejemplo.

Todos estos vanos intentos de mejora se van quedando en el camino como buenos deseos, como ingratos recuerdos, inconclusos, desperdiciados, inútiles, desaprovechados, y al final se sitúan lejos del alcance de los profesores que los aplican. Es bastante común que esto suceda, de hecho, los docentes de todos los niveles educativos operan un currículum creado por otros, quienes, de manera por demás rimbombante, se hacen llamar especialistas.

La realidad escolar, anquilosada y anacrónica, parece inamovible, y los maestros siguen enseñando “a la antigüita”, a través de estímulos y respuestas, con añejas metodologías, castigos y premios, sin recursos, en viejas aulas de clase en las que sigue imperando el “magister dixit”.

La verdad está en otro lado.Lo que le ha hecho falta a la Secretaría de Educación, desde su fundación, en 1921, es sistematizar y dar seguimiento a los procesos y proyectos que genera, pero con el paso de los años ha quedado convertida en un fabuloso, fastuoso, ostentoso, oneroso y vistoso “elefante blanco”. A todos los profesores nos consta.