Monterrey.- En la democracia es el pueblo el que decide quién va a gobernar y de ahora en adelante el que determina hasta cuándo va a gobernar.
La larga lucha de los movimientos sociales y políticos que posibilitaron la construcción del poder popular y avanzar en el desarrollo de la ciudadanía, alcanzaron otro logro más con la aprobación de la Ley Federal de Revocación de Mandato, uno de los mecanismos de la democracia directa y participativa.
Las fuerzas políticas representadas en la Cámara de Diputados avalaron sin cambios el proyecto de Ley aprobado por la Cámara de Senadores, para que el sábado 5 de marzo del 2022 se pregunte al pueblo de México si está de acuerdo en el que el presidente Andrés Manuel López Obrador deje el cargo por falta de confianza o continúe hasta terminar su sexenio, en 2024.
En un contexto donde el clamor de la gente es mejorar su nivel de vida y superar nuestros agudos problemas estructurales de desigualdad, inseguridad y corrupción, el ejercicio de la democracia directa y participativa no sólo es un proceso que contribuye a formar una ciudadanía plena, sino a construir instituciones de gobierno más democráticas.
Es el círculo virtuoso de la democracia, en el cual la participación tanto de la ciudadanía como del gobierno se conjunta en la búsqueda de mejores condiciones sociales, políticas, económicas y culturales y, por ende, en la consolidación de nuestra aún incipiente y vulnerable democracia.
El aporte más valioso en este largo y sinuoso camino para transitar hacia la vida democrática y empoderar al pueblo, sin duda, lo representan las luchas desplegadas por mujeres y hombres indígenas, campesinos, obreros, colonos, maestros, profesionistas, estudiantes y brigadistas que fueron capaces de transformar el entorno de sus vidas, sus formas de ser y de actuar.
Con tenaz empeño sembraron la semilla en muchos rincones del país, para que florecieran los cambios y para que las grandes mayorías del pueblo encontraran en su propia participación la posibilidad de alcanzar mayores niveles de democratización, más allá del derecho deber de votar y de ser votado.
Las experiencias de lucha de miles de ciudadanos son hoy testimonio histórico de muchos de los protagonistas con nombre y apellido, pero cuyo legado social y político para las nuevas generaciones pertenece a los sin rostro y los sin voz y debemos reconocérselo.
Mediante la construcción de sujetos de derechos y de una ciudadanía plena, la democracia puede cumplir su valiosa función, porque poder popular, participación y comunidad se potencian para lograr el desarrollo que la población merece y para dejar atrás a los poderes fácticos, a la economía neoliberal, al Estado fallido y a la cultura individualista cada vez más extendida.
Para alcanzar una auténtica democracia es necesario que la ciudadanía ejerza con plenitud los mecanismos de la democracia directa y participativa, donde la revocación del mandato es el poder del pueblo para determinar la conclusión anticipada en el desempeño del cargo de Presidente de la República.
Para garantizar el ejercicio de este derecho político, se requiere que la revocación la solicite el equivalente al 3% del padrón electoral, de al menos 17 entidades federativas, y para que el resultado sea válido se necesita que participe el 40% de la lista nominal ya sea por el sí o por el no.
El Instituto Nacional Electoral (INE) será el responsable de organizar la consulta popular durante el tercer mes del tercer año de gobierno y de someter a la ciudadanía la pregunta: ¿Estás de acuerdo en que a (nombre), Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, se le revoque el mandato por pérdida de la confianza o siga en la Presidencia de la República hasta que termine su periodo?
Por su parte, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación dará la resolución final y la notificará al propio Presidente, al Congreso de la Unión y al INE. La Ley prevé que si procede la revocación del mandatario, asumirá el cargo por 30 días quien sea Presidente del Congreso, en tanto el Poder Legislativo designa a un sustituto que concluya el sexenio.
El referéndum, el plebiscito, el presupuesto participativo, la iniciativa popular, la voz ciudadana, las asambleas ciudadanas y la afirmativa ficta son, entre otros, los mecanismos que deben activarse y ampliarse hasta alcanzar con plenitud una democracia directa y participativa, para que se haga la auténtica y genuina voluntad popular, pues el pueblo no solamente pone o quita.