PEREZ17102022

¿Qué hacer para combatir a los «chapulines»?
Carlos M. López Hernández

Monterrey.- Esta pregunta se puede responder de varias formas. Depende mucho a quién se pregunte. Por ejemplo, si se realiza ante un abogado, seguramente dirá que se debe promover un juicio de amparo, aunque los conceptos de violación no estén del todo claros.

Si se le pregunta a un político, lo más probable es que diga que lo apropiado es promover una reforma a una ley o a la constitución. Aunque esto tenga la irremediable consecuencia de una declaratoria de inconstitucionalidad dictada por la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

Ahora, si es a un ciudadano, quizá su opción sea llamar a la movilización. Así, habría marchas y manifestaciones en distintos puntos de la entidad. Sin embargo, la experiencia dicta que esta opción es poco efectiva para la causa ciudadana, pero una oportunidad para el juego político.

Ya no se hable de alguien que no esté en sus cinco sentidos y llame a la violencia, lo cual puede tener apoyo, pero que para nada es un opción real.

Pero bien, si así están las cosas, entonces la pregunta sigue en el aire: ¿Qué se puede hacer?

Pues bien, lo primero que debe entenderse de esta situación es que se trata de un tema de responsabilidad política. Por tanto, las medidas adecuadas deben ser políticas.

Por lo mismo, poco efectivo o nulo sería optar por las acciones antes descritas. Por ejemplo, si se promueve un juicio de amparo, lo más probable es que se deseche. Sumado al hecho que hay precedentes que han arrojado esa conclusión.

Si se piensa en una reforma que esté dentro del apartado constitucional permisible, tal acción no extingue la posibilidad de otras alternativas para impedir que un actor político aspire a participar en un proceso electoral.

Ahora bien, la clave se centra en la acción ciudadana. Por tanto, la opción viable sería razonar el voto. Esta opción provocaría que jurídica y políticamente los políticos se piensen dos veces el pedir licencia para aspirar a otro cargo.

De nada serviría participar en un proceso electoral si no se tiene el apoyo ciudadano. Aunque, por supuesto, esto no es tan simple como se expresa, ya que así como habrá quienes reprueben la decisión de un político de tomar licencia para participar en otro proceso electoral, habrá otros que lo aprueben.

Por lo mismo, la clave no está en el voto en sí, sino en razonar el voto, aquello que, lamentablemente, poco se hace. Fruto de una tradición que tiene por axioma: «política para políticos».