Monterrey.- Dos puntas tienen una línea. Las dos puntas nacieron de la misma semilla. Solo dos son quienes pelearan por la gubernatura de Nuevo León.
Cerrada la contienda en Clara Luz Flores y Adrián de la Garza. Olviden a los demás chiquillada. A los nuevos leones quedados en cachorros. A quienes se asumieron triunfadores y no levantaran.
Tampoco Tatiana, Waldo o Idelfonso.
Ya se midieron y sus datos no les permiten aspirar a un papel decoroso.
Clara Luz representa la postura del PRI corporativo. De la mano de su esposo, el hábil constructor Abel Guerra. Lo arropan todos aquellos defenestrados por el sequito de Medina.
Abel conserva el desaliento de la perdida de la ciudad de Monterrey en su única oportunidad en boleta.
El cierre de procesos transparentes del PRI para elegir candidatos competitivos y capacitados. Abel en la figura de Clara Luz encuentra la juventud ya extinta. Como también, la segunda oportunidad de afincar su proyecto político.
Adrián de la Garza es la otra línea. Un funcionario poco brillante y también poco comunicativo. Discreto, sin logros por encima de la media y de encontrarse en una curva alta para ganar adeptos.
Clara Luz y Adrián de la Garza son quienes decidirán el futuro de Nuevo León para 2021 al 2027. Dos proyectos semejantes. Apuestos. Fraternos.
Ambos conocen y cuentan con estructuras electorales efectivas. En los cinturones de población con necesidades urgentes.
Quien gane la zona de San Bernabé, será el siguiente gobernador del estado.