PEREZ17102022

Todo sigue igual: lo «nuevo» no es nuevo
Carlos M. López Hernández

Monterrey.- Pasan los años y parece ser que las cosas, en la política mexicana, no cambian ni parece que vayan a cambiar pronto.

Se acercan las elecciones de 2024, por lo que se está en fechas para iniciar campaña política. Así, quienes ya tienen un puesto de elección popular, como alcaldes, diputados o gobernadores, solicitan licencia a su Congreso para ausentarse del cargo e iniciar labores de propaganda política para ocupar otro cargo o mantener el que se tiene.

En Nuevo León, las cosas no son distintas al resto del país. Sin embargo, las cosas cambian cuando se juega la carta de «permanencia», es decir, que se promete cumplir con los seis años completos, sin interrupción.

Estas han sido promesas de los últimos dos gobernadores de la entidad, como son Jaime Rodríguez Calderón (El Bronco), quien pidió licencia para contender por la presidencia de 2018; y de Samuel García Sepúlveda, quien recientemente obtuvo licencia para contender en las elecciones de 2024.

Ahora bien, son muchos los puntos a destacar y criticar sobre este asunto, pero por razones de espacio, solo se resaltarán tres.

Primero, y lo más obvio, se rompió una promesa que, en su momento, fue objeto de persuación para atraer votantes. Por lo común, este tipo de declaraciones se realizar para crear confianza en el electorado; hacer pensar que, de cierta forma, la palabra del político tiene un gran valor. Y, en el fondo, se relaciona con la responsabilidad política. Por tanto, ¿qué tipo de confianza genera alguien cuya palabra no cumple?

Segundo, el tan llamado «chapulineo», y esto particularmente se relaciona con los actos de Samuel García en su carrera política, lo cual lo deja muy mal parado al generarse una contradicción, ya que fue él uno de los primeros en oponerse en que Jaime Rodríguez Calderón contendiera por la presidencia en 2018, acto que reprobó y que incluso presentó una iniciativa para evitar que políticos saltaran de un puesto a otro.

Irónicamente, tal iniciativa hubiese impedido actualmente que él pidiera licencia para participar en las elecciones de 2024. Aunque bueno, desde un inicio tal acto era más propaganda que otra cosa, ya que jurídicamente una ley así no puede aprobarse, pues restringe un derecho fundamental, aunque este tema es para otra ocasión.

Tercero, y por último, se desvela que el discurso de «la nueva política» no es sino demagogia simple y llana. No es novedad que dicho discurso sea un arma recurrente para recobrar la confianza en el electorado, y mucho menos que siempre termine siendo una ilusión.

Inevitablemente, esto también afecta directamente a Samuel García, ya que desde su campaña para gobernador se ha pasado hablando de una «nueva política» que, realmente, no existe.

Escaló tal discurso que su eslogan de gobierno es “El Nuevo Nuevo León”. Sin embargo, en la práctica, sigue siendo la misma política de siempre. Con esto, Samuel García muestra que nunca rompió con el viejo paradigma político, sino que solo lo reafirma y deja en claro que no hay nada nuevo bajo el sol.

Así las cosas, no debería sorprender que las cosas en el estado no muestren mejoría ni se tengan estrategias para combatir tanto los problemas viejos, como los nuevos.

Tal parece que todo es fruto del día al día, es decir, de lo que surge en el momento. Ya después se verá qué hacer.

Por todo, nuevamente se tiene que lo «nuevo» no es nuevo, sino que es más de lo mismo. Todo sigue igual.