Mérida.- El orate de la Casa Blanca escribió en su red social la mañana del sábado 5, un día después del derrumbe de las bolsas en todo el mundo, fruto de su enloquecido ataque de guerra comercial consistente en poner aranceles de todo tamaño contra decenas de países, que su "revolución económica producirá resultados históricos para los estadunidenses”. Igualito que Nerón cuando, según algunas fuentes históricas, tocaba la lira mientras Roma se incendiaba, Trump toca las cuerdas de su aflautada voz para cantar las alabanzas a la contienda que irresponsablemente ha desatado.
Con los pedazos de todo lo que en el orbe destruyó sobre su cabeza, incluso retazos del valor de las acciones de empresas de sus más connotados partidarios entre los billonarios, el hombre que se pinta la cabeza de zanahoria, fuera de sus cabales, proclamó, orbi et orbi, que venció al mundo.
Su amigo, Elon Musk, dueño de Tesla, SpaceX y xAI, con una fortuna antes de la desgracia de más de 342 mil millones de dólares, y su más reciente cuate, Mark Zuckerberg, de Meta -que comprende a Facebook, Instagram, WhatsApp y Messenger- con un patrimonio, antes del cataclismo, de 216 mil millones de dólares, perdieron, el primero, 30 mil 900 millones y el segundo, 17 mil 900 millones de dólares, en un abrir y cerrar de ojos. Pero, como calladitos se ven más bonitos, han aguantado vara.
“Manténganse firmes, no será fácil, pero el resultado final será histórico”, exclamó el troglodita en su plataforma de Truth Social, ese día, agregando que sus políticas económicas están “trayendo de regreso empleos y empresas como nunca antes”.
Sólo en la cabeza de un perturbado que ve visiones puede caber lo que dice. Está tan desquiciado que, en respuesta a la reacción de China que, ni tarda ni perezosa, respondió a la agresión con aranceles recíprocos de igual medida, escribió en su red: “China se equivocó, entró en pánico. La única cosa que no pueden permitirse hacer”, con puras mayúsculas para resaltar su triunfalismo.
Pues, ¿qué quería el matón de cantina, pegarle un descontón a otro parroquiano con fuerza suficiente para responderle, y que este se quedara con la bofetada? Un imperialista inteligente sabe que quien tiene poder para hacerlo, responderá. Si no lo sabía, lo acaba de aprender. Pero lo peor es que no se concretó a golpear sólo a un gigante. Quiso barrer con todo el mundo. Son 185 países los agredidos, de todos los continentes. No se midió.
El demente puso a Estados Unidos a pelear con todo el mundo sin importar si son aliados lamebotas como el “libertario” Javier Milei, que apenas se enteró del golpe fue corriendo a Mar e Lago, a darle gracias al amo por haberle dado una madriza al país que regentea, o países que acaban de sufrir tragedias de la naturaleza como Myanmar, con miles de muertos y capacidad productiva diezmada, al que le impuso un arancel del 44 por ciento, o países a los que antes destruyó como Vietnam; incluso le puso aranceles a una isla deshabitada de Australia, habitada sólo por pingüinos.
Jamás en la historia, un jefe de Estado de Estados Unidos había abierto tantos frentes y flancos de batalla con otros países, como Trump ahora, sin importar si son aliadas o adversarias, mientras, al mismo tiempo, abría otro campo de enfrentamiento, enorme, con su propio pueblo, que ha comenzado a movilizarse por cientos de miles en las calles.
En todos los continentes, los países han respondido o se preparan para defenderse. El duelo mayor lo está sosteniendo con la República Popular de China quien, practicando la política del ojo por ojo y diente por diente, le contestó poniendo a Estados Unidos los mismos aranceles que este le receta (20 por ciento anteriores más 34 por ciento del paquete a todo el mundo, total: 54 por ciento), en una primera fase de esta guerra particular.
China puso, además, a 27 empresas de Estados Unidos en las listas de compañías que enfrentan restricciones comerciales y controles a las exportaciones de minerales de tierras raras, que son cruciales para diversas tecnologías, como circuitos integrados de computadora y baterías de vehículos eléctricos. Sin embargo, el matón le acaba de agregar más leña al fuego: este jueves, llegó la suma de los aranceles a China, a 145 por ciento.
Pero el gigante oriental es solo uno de los países afectados. Son decenas los que van a sufrir las consecuencias, si esto no para. El derrumbe de las bolsas de todos los países en seguida de los anuncios del perdonavidas es el augurio de una severa recesión de la economía mundial.
En Estados Unidos mismo, las advertencias de autoridades financieras lo señalan. Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal acaba de declarar que los efectos de los aranceles son “significativamente mayores de lo esperado” y que el aumento de los precios podrían ser “duraderos”. Es obvio, los aranceles a los productos que entran a su país los encarecerán de una manera considerable.
Estados Unidos importa más de lo que exporta, lo que le genera un enorme déficit comercial. En 2023, las importaciones alcanzaron aproximadamente 3 billones de dólares, mientras que las exportaciones fueron de 1.86 billones de dólares. Este desequilibrio refleja la alta demanda de bienes extranjeros en el país, así como su dependencia de productos como automóviles, petróleo crudo y tecnología.
El pueblo estadounidense no es nada tonto. Y en la medida que le va cayendo el veinte y se va dando cuenta del gran error que cometió al votar por un desequilibrado -que a la manera de muchos cómicos perversos que por su popularidad se hacen de millones de seguidores, y aprovechándose de su influjo, se lanzan luego a la política y triunfan-, va dando marcha atrás.
No es noticia menor que el sábado pasado cientos de miles de manifestantes salieron a las calles de Washington y de todo Estados Unidos para reunirse en al menos mil 200 protestas diferentes para expresar su oposición a las políticas del magnate y su aliado Elon Musk. Son las más grandes desde que el magnate regresó a la Casa Blanca en enero.