Coro2310

Un nuevo decamerón
Emilio Quiñonez

Ciudad de México.- En el siglo XIV, se publicó en Italia la serie de cuentos titulada el Decaméron, por Giovanni Bocaccio. De estructura pregótica, prerenacentista, “la novela”, si así le podemos llamar, relata la historia de unos jóvenes, tres hombres y siete mujeres, que, refugiándose de la peste bubónica que en esos momentos azotaba a Europa, se recluyen en una casa para no ser contagiados.

     De esa forma, los jóvenes entablan conversación, y deciden que cada uno cuente historias para pasar el rato. Durante 10, días cada noche un(a) joven cuentan 10 relatos de la vida cotidiana que tratan desde lo erótico, lo humorístico y hasta lo trágico.

     Dicha idea de contar cuentos reunidos entre algunos es ancestral en los humanos; de una reclusión voluntaria y la feliz idea de contar historias nació Frankenstein, junto con otros relatos (góticos) de Shelley, Byron y Polidori.

     Regresando a nuestros jóvenes italianos, quizá el predominio de las mujeres en el grupo, o el hecho de que la macrohistoria haya sido escrita por una personalidad clarividente (probablemente sea por ambos factores), provocó que las historias en la reunión fueran de otro orden que la que marcaba la costumbre: relatos pícaros, con contenido sexual claramente explícito, cómicos y vistos con una liviandad deliciosa impregnan los relatos.

     Así por ejemplo, una pareja de amantes furtivos haciendo el amor en un tonel son sorprendidos por el marido de la mujer. Ante la situación, los tres llegan a un acuerdo: el esposo podrá acostarse con la mujer del otro. ¡Zas! O cuando un monje, de nombre Rústico, le habla a una jovencita de que él posee un diablo (que no es otro sino su órgano sexual); procede a desnudarse, y ella, al verlo, nota que eso es el diablo, y que ella no lo tiene. Mas Rústico atina a decirle que ella posee el infierno, que no la dejará en paz hasta que él meta el diablo al infierno, y así obedecer los mandatos de Dios. La jovencilla, pícara, lejos de espantarse, acepta gustosamente.

     El hecho es que esta espléndida serie de relatos muestran a la mujer no en su papel, tradicional, de sufrir mal de amores mientras se encuentra recluida en casa, aguardando a que regrese su marido, quien quizás esté en una feliz aventura. La mujer muestra el mismo deseo carnal, y aún mayor, que el varón, y sus decisiones marcan el rumbo de sus historias.

     El Decamerón fue precursora del Renacimiento, cuando volvieron a florecer las artes y las humanidades. Quien no cree en las casualidades del lenguaje, no podrá ver que hoy, en el mismo país donde escribió Boccacio, se libra la peste del coronavirus, mientras al mismo tiempo las mujeres tienen un papel cada vez más equitativo en la realidad. Esperemos que, tras la peste, esto se pueda cumplir, urbi et orbi.