Google
logoprue
fecha

indice

mazaind

sabind

alanisind

gersonind

mendezind

buzon150

roheisenind

merkanim

sabaind

publicumnom

avaazinf

chisteslogo

astronomia

 

 

 

 

 

mendeztit

Fue hace como mil años que vi el documental donde salía el experimento donde Iván Pavlov había hecho con un perro al que le produjo un corte en el estómago y metido una sonda para saber cuando el perro estaba segregando jugo gástrico, el cual veíamos escurrir gota a gota en un recipiente.

Al perro, Pavlov le mostraba la comida, la cual se llama “estímulo no condicionado”, porque se  produce de manera natural en los perros (y también en nosotros) una  respuesta que es la salivación, o sea, la segregación de los jugos gástricos necesarios para digerirla. Luego, sin mostrar comida alguna, hacía sonar una campana, la cual en este caso se llama “estímulo neutro”,  porque normalmente no produce salivación en los perros, y en efecto, si sólo era el sonido de la campana el documental nos mostraba que el perro no salivaba. 

Pero después de mostrarnos eso, Pavlov le daba de comer al perro al mismo tiempo que hacía sonar la campana; y el perro, estimulado por la comida, comenzaba a salivar. Esto lo repetía varias veces; luego, el gacho de Pavlov sólo hacía sonar la campana, lo cual, de este modo, llamado “estímulo condicionante”, provocaba que el pobre perro comenzara a salivar.

Bueno, eso es lo que me pasa a mí. Estoy como ese pobre animal, pero eso se los contaré después, porque primero debo decir que los que saben sostienen que el animal (y yo también) establece una asociación entre el sonido (o estímulo condicionante) y la comida, lo cual fue una aportación a la ciencia de, digamos, los años 30 del siglo pasado, al descubrirse el “reflejo condicionado”.

En este caso al sonido se le llama estímulo condicionante, pues "condiciona" la respuesta del pobre animal (y también ya saben de quien). Pobre, pues a él, aparte del agujero que le habían hecho en el estómago para ver cuándo segregaba jugo gástrico, luego nada más hacía sonar la campana y no le daban de comer. No, si de que era gacho Pavlov, era gacho.

Les decía que eso es más o menos lo que me pasa a mí. Resulta que mi señora tiene un restaurantito el cual atiende hasta las seis de la tarde y me trae la comida a la casa, donde yo la espero (a ella y a la comida) como a las 6 con 15 minutos. Después de varias veces que sucedió eso, ahora, al dar las 6 de la tarde con 15 minutos sin que llegue la seño, para mí es como si para el perro de Pavlov sonara la campana sin que llegue la comida. Ya va a llegar la señora, pienso, y los jugos gástricos comienzan a fluir, creo, porque aunque haya estado muy a gusto sin tener hambre, a esa hora me comienza a dar una hambre “delachi”; y si pasan 15 minutos más y la seño no llega ya valió, me tengo que poner a comer lo que haya en el refri, pues me es imposible aguantar, seguramente porque ya “se me hizo agua la boca”; o sea, comencé a segregar jugos gástricos y tengo necesidad de comer para que no me hagan daño al no haber comida que digerir. Menos mal que yo por lo menos puedo abrir el refri y sacar comida, no como el perro del experimento.

No sé si los que van al cine y una y otra vez comen palomitas viendo la película, también les pase lo mismo que al perro de Pavlov. O los que ven el juego tomando cerveza, o…

separador

¿Desea dar su opinión?

Su nombre :
Su correo electrónico :
Sus comentarios :

 

 

 

 

 

 

 

 

 

paellasanim____

ceesmall

ÚLTIMOS NÚMEROS ENE /09
L
M
M
J
V
S
D
      1 2 3 4
5
10
11
15 16 17 18
20 21        
ÚLTIMOS NÚMEROS DIC /08
L
M M J V S D
2 3 4 5 6 7
10 11 12 13 14
16 17 18 19 20 21
23 24 25 26 27 28
30 31        

hemero15

15diariotv

videoteca

quincena

foko