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EL QUINTO PODER

Guillermo Berrones

Muy bien, El Chapo Guzmán apareció en la revista Forbes. Este suceso es histórico, según los analistas nacionales e internacionales, y las autoridades mexicanas se sienten ofendidos de que se exhiba a un delincuente (común y corriente, según ellos) en una lista donde aparecen personas tan honorables con riquezas inmensas, pero entre los que también se encuentran honorables personajes de nuestra política nacional que hicieron sus riquezas con muchos, muchos… signos de interrogación.

Pero el Chapo también fue noticia el 19 de enero de 2001, cuando escapó de la prisión de Puente Grande, Jalisco. Hubo muchas interrogantes, sobre todo porque dicho penal está catalogado como de máxima seguridad, lo que hasta entonces hacía imposible una fuga. ¿Quién lo dejó escapar? ¿Cómo pudo vencer todos los filtros de la prisión sin ser detectado? Como éstas, muchas preguntas más se quedaron sin respuesta y El Chapo se volvió inasible para toda autoridad policíaca.

Ahora su imperio es reconocido no sólo en la poética popular de compositores de corridos e intérpretes que cantan al público la apología de sus hazañas; por los cineastas como Arturo Martínez, quien el mismo año de la fuga de Puente Grande, dirigió La fuga del Chapo, una cinta de 90 minutos con el subtítulo: “Las reglas son para romperse”, estelarizada por Rogelio Guerra, Carlos Cardan y Alberto Estrella. Los Sementales de Nuevo León interpretan el corrido que musicaliza esta película mexicana: La Fuga del Chapo, del compositor nuevoleonés Carlos T. Salazar. Y aquí lanzo una pregunta al aire: ¿Por qué se le quiere tanto a El Chapo? ¿Por qué lo cuidan por donde anda y no ha sido traicionado? Los campesinos que le cultivan; los transportistas que le sirven; los contactos internacionales; otros y este gobierno; los que lo conocen personalmente y están a sus servicios: ¿lo idolatran o le temen? Interesante conducta social. ¿Así como aman a un ex convicto, amarán estos ciudadanos a los ex presidentes, ex gobernantes, ex diputados, ex funcionarios?

Muy bien, si en Ciudad Juárez la autoridad ha sido borrada del mapa y los sicarios han impuesto su ley; si en Nuevo Laredo inició hace unos años la demostración de fuerza del (como dicen los emisarios gubernamentales) crimen organizado; si los encargados de la seguridad ciudadana son ineficientes; si los delincuentes y los policías son los mismos; si el narcotráfico es un problema generalizado y el poder de las tres figuras institucionales de mayor relevancia y representatividad (poder ejecutivo, poder legislativo y poder judicial) se sienten superados y resulta ridículo e hilarante escuchar sus estrategias para combatir este mal; si hasta el cuarto poder se achica y se tambalea ante el surgimiento de esta ola, tsunami, de criminalidad generalizada en nuestro país.

Del ejército se dice que es la institución más firme y confiable para garantizar la seguridad nacional. Su fama de rescatista era apreciada en los desastres naturales cumpliendo cabalmente con lo que se conoce como plan DN-III. Ahora es histórico verlo transitar por las calles de ciudades grandes y pequeñas, desplegadas sus armas, cumpliendo funciones policíacas. Se ha militarizado el país y no sé (por desconocimiento total) si es correcto, constitucionalmente, o no. Pero impresiona ver a los soldados y sus armas pasar en romería de una ciudad a otra, de pueblo en pueblo y toparlo día y noche en retenes estratégicos de las carreteras de México.

Por otro lado, para nadie es desconocido que las fuerzas militares son la principal fuente de reforzamiento de la estructura criminal. Deslealtad o deserción ¿qué importa? Los mejores salarios están en los cárteles que se disputan el territorio nacional. El cuerpo armado de los “narcos” lo integran cuerpos de élite entrenados hasta en el extranjero. Brillantes administradores resguardan los fondos económicos. Músicos y artistas reconocidos les cantan y les divierten. Funcionarios diligentes facilitan los trámites para la apertura de empresas que laven el dinero mal habido. Leyes obsoletas y jueces displicentes permiten que se fortalezca el poderío del “crimen organizado”. ¿Por qué nos extraña ver a El Chapo en Forbes?

Se sancionó a un diplomático que se le ocurrió comentar torpemente que el próximo presidente podría ser un narco. Como dicen en mi pueblo: “pos no anda tan errao el pelao”. Si estamos ante el surgimiento del Quinto Poder ¿por qué no puede ser posible que posible sea? ¿¡El Chapo para presidente!? ¡Pregunto!

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