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ANÁLISIS A FONDO
LAS PRIMERAS CUENTAS DEL ROSARIO
Francisco Gómez Maza

  • Vamos mal, pero no queremos reconocerlo
  • Y lo más grave: la inconsciencia o la pendejez

mazaimgLo más grave de todo es que, estando en situación de catástrofe, no lo aceptemos. Es como el enfermo alcohólico, que está muriendo, que ve terroríficas visiones, que se sumerge en lagunas mentales, que no recuerda al día siguiente dónde quedó estacionado su automóvil, que atropella a un individuo y no se da cuenta. Y además no acepta que está enfermo, que es un alcohólico y que su destino sólo puede ser la cárcel, la locura o la muerte prematura. A este país llamado México, que otrora fue calificado como “El cuerno de la abundancia”, se lo está llevando Patetas y no queremos reconocerlo. Es más, presumimos de que nos está yendo bien, cuando la situación es de miseria, pobreza generalizada, hambre, ausencia total de oportunidades; un panorama desolador que sólo vemos quienes somos calificados de pesimistas, de agoreros, de amarillistas, de sensacionalistas, pero lo sufren desde las clases medias hasta aquellas legiones que buscan “el pan nuestro de cada día” en los basureros.

En tres años los enterradores, incineradores, han tenido que enterrar o incinerar por lo menos 16 mil 400 cadáveres producto de esta infame guerra contra el narcotráfico, y la producción, el trasiego, la comercialización, el contrabando de estupefacientes ya no sólo llega a territorio estadounidense, sino que incursiona a países europeos y los capos se multiplican como hongos. Matan a uno y aparecen cinco; detienen a otro, y aparecen 10, y el flamante ejército de sicarios sigue haciendo de las suyas a pesar de la intervención de las Fuerzas Armadas en las calles de las regiones más violentas del país, como es el patético caso de Ciudad Juárez, cuya fama mundial por las “Muertas de Juárez” ha traspasado el umbral de la desdicha y se ha vuelto aún más noticia mundial por la violencia, la sangre y la muerte, como la masacre de los 15 jovencitos que celebraban, recientemente, en un bar, quizá un cumpleaños, quizá quién sabe.

Al cierre de 2009, en México el número de pobres habría sido de 37 millones y de indigentes, de 12 millones, como lo pronosticó la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal). De acuerdo con la secretaria ejecutiva de este organismo de la ONU, La economista mexicana, Alicia Bárcena, en este año habrá nueve millones más de personas en situación de pobreza y cinco millones más en situación de indigencia. Y las cifras de México, las de la Cepal, incluso son más optimistas que las del propio Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), de México, el cual señala que el número de pobres es de 50 millones y 19.5 millones en pobreza extrema. Y qué decir de la educación. La indiferencia de los mexicanos ante la "literatura de calidad" mantiene inmerso al país en una progresiva "catástrofe silenciosa": el analfabetismo funcional. El promedio de lectura por habitante en México es de 2.8 libros anuales, y en una lista de 108 naciones elaborada por la UNESCO ocupa el penúltimo lugar, mientras que Noruega la encabeza, con 47 títulos per cápita.

Entonces, no debemos escandalizarnos ni rasgarnos las vestiduras porque la marcha de la economía sea la lenta marcha del cangrejo, pero hacia atrás. No vislumbramos un futuro prometedor, gracias a nuestra cercanía y casi absoluta – el patio trasero – d la economía más poderosa del mundo, a la que le vendemos el petróleo crudo barato y se lo volvemos a comprar, a precios de oro, convertido en gasolinas. El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) acaba de dar a la publicidad su reporte correspondiente a 2009 – todos los medios publicitarios y propagandísticos lo reportaron -, informando de algo que ya preveíamos, que ya sabíamos; que el producto interno bruto (que es la suma de todos los bienes y servicios que una economía produce en un año) decreció, cayó, retrocedió (como usted quiera llamarle) 6.5% por abajo del cero en la gráfica de Gini, al término de  2009, aunque el INEGI intente dorarnos la píldora destacando el hecho de que, con cifras desestacionalizadas (haciendo a un lado los periodos vacacionales, festivos etc de un periodo a otro),  la economía aumentó 2.03% durante el cuarto trimestre del año pasado respecto al trimestre inmediato anterior. Pero ni con ese aumento se logró superar la tragedia mexicana.

México ha sido debilitado por su dependencia vis-à-vis de Estados Unidos, el país más afectado por la recesión económica de los últimos dos años, y al que va a parar el 80% de las exportaciones mexicanas. La economía sufrió cuando la epidemia de la gripe A (H1N1), en la primavera de 2009, pero hay que reconocer humildemente que ya venía en condiciones desastrosas, porque el no crecimiento económico de México - o su pobre crecimiento - es un padecimiento endémico, sistémico (palabreja que no existe en castellano, pero que ha sido adoptada como un neologismo que significa claramente lo que dice) que agarramos después de la década de los 60, cuando el llamado Desarrollo estabilizador logró tasas de crecimiento de hasta el 8 por ciento, economía mal distribuida, sí, pero los pobres comían. La industria ha sido más fuertemente afectada, pues cayó 7.3% en comparación con 2008, mientras que el sector servicios se contrajo 6.6% durante el mismo período. La economía mexicana entró en recesión catastrófica en el primer trimestre de 2009, liderado por el otoño de 2008 por la crisis financiera mundial – un tsunami para los mexicanos -. En el segundo trimestre de 2009, el PIB resintió una caída de 10.3%. En el tercer trimestre, la economía se contrajo un 6.2% y el cuarto, 2.3%. 

Y amigos, eso sucede con la macroeconomía. Tan sólo por poner un ejemplo: Un ejecutivo medio que a la quincena recibía, el año pasado, poco más de 11 mil pesos netos, descontados impuestos, cuotas de ahorro, Sistema de Ahorro para el Retiro, seguro de gastos médicos, de enero de 2910 en adelante ha visto su salario neto reducido en un promedio de 2,000 pesos mensuales, gracias a que los sacrosantos próceres de la Cámara de Diputados decidieron un desmesurado aumento de los impuestos, principalmente el llamado impuesto sobre la renta. En esas estamos y, como decía doña Esperanza: “Hijo. Y eso que aún estamos desgranando las primeras cuentas del rosario…”.

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