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4 de mayo de 2010
15diario.com  


 

Muerte obrera

Lylia Palacios

Es cierto que la guerra de Calderón contra el narcotráfico se desbordó socialmente y que una de las peores secuelas de semejante irresponsabilidad, es la estela de muertes sin sentido que día a día suceden. Pero no nos equivoquemos, la inseguridad provocada por esta guerra insensata, no es ni con mucho, el peor problema que carga nuestro país.

 

A esto reacciono, a la actitud subordinada de la burocracia sindical de Nuevo León, que aprovechó este primero de mayo en el acarreo obligatorio llamado “desfile del trabajo”, para demandar “seguridad” en vez de mejoras laborales. Esto declaró a Milenio Ismael Flores, dirigente estatal de la CTM. Y más aun, dijo que los trabajadores “sí tienen seguridad en sus empresas”, pero no en sus colonias, en fin. El corporativismo sindical, aunque mermado en extensión, sigue siendo funcional a gobiernos priistas y panistas. Así debemos entender esas declaraciones que queremos contrastar:

 

Primero. La lucha contra la industria del narcotráfico no se enfrenta porque sea un asunto de salud pública. Ni a Calderón ni al ejército les preocupa la salud de los mexicanos. El desquiciamiento viene de los intentos bárbaros por meter a la “normalidad” del mercado capitalista a una empresa que reditúa estupendas ganancias: al primer círculo de las mafias, a la industria del armamento, a los bancos lavadores, a los prestanombres, a los ejecutivos de finanzas y administración que manejan el negocio de las drogas, por cierto, ¿alguien sabe algo de todos ellos? Ah, lo olvidaba, y algo les deja a los campesinos pobres que siembran mariguana y amapola, y a los muchachos excluidos de la escuela y el trabajo metidos de narcomenudistas o de gatilleros, esos que aparecen muertos todos los días. Cientos de muertes que rápidamente han pasado a ser justificadas mediáticamente al endilgarles el mote de “sicarios”.

 

Segundo. Es una triquiñuela política “atender” lo anterior desligado de las precarias condiciones sociales y económicas que vive México desde hace décadas y agudizadas en el sexenio del “presidente del empleo”. Es decir, si la CTM está suplantando la demanda de mejoras laborales por la de seguridad, está ocultando que en Nuevo León los salarios siguen bajando (hasta hace dos años el promedio estaba por arriba de los 3 salarios mínimos diarios, ahora está por debajo), que crece el desempleo, que son miles los que se auto emplean, que las “ferias del empleo” son una farsa, etc. Lo anterior se resume en una paradoja: por un lado, los jóvenes no pueden ingresar al mercado laboral y cuando lo hacen la mayoría accede a empleos mal pagados y sin protección social; y por el otro, los viejos no pueden salir de él, aunque van bajando hasta el empleo o autoempleo de subsistencia.

 

Tercero. A lo anterior, por si no lo sabe Ismael Flores, se le llama inseguridad laboral, ¿o piensa la CTM protestar hasta que las balaceras se realicen dentro de las fábricas? Si es por falta de información sobre la pérdida de seguridad, le pasamos unos pocos ejemplos a Ismael, para que comience a organizar la protesta. Hay completa opacidad sobre las condiciones de higiene y seguridad  en las empresas, pues sólo existen 4 inspectores del trabajo por cada 100 mil asegurados, súmele que en la industria de la construcción cientos de trabajadores carecen de seguro social. Crece el fenómeno del “presentismo” (lo opuesto al ausentismo) referido a la decisión del trabajador de no faltar a su empleo estando enfermo,  por miedo a ser mal visto para una promoción o ser despedido. El peligro de desaparecer los fondos de pensiones es real, no sólo al invertir las afores en la especulación financiera, también por saqueo de los dirigentes sindicales: un triste ejemplo es el de los ex ferrocarrileros quienes denunciaron en marzo de este año que del fideicomiso de casi 20 mil millones de pesos que habría de durarles hasta 2032,  resulta que sólo quedan cerca de 4 mil millones. El dirigente de este gremio es el diputado Víctor Flores.

 

Cuarto. En el pasado desfile en la ciudad de México, la CTM y la UNT, cada quien por su lado, coincidieron en demandar lo que debiera ser la exigencia de estos dirigentes estatales bien portados: detener la contra reforma a la Ley Federal del Trabajo, con la que se legalizaría la subcontratación, el pago por horas, el despido unilateral, la imposibilidad de crear sindicatos independientes, etc. No permitamos el engaño, la lucha contra la inseguridad en las calles ni es la única prioridad ni se resuelve a balazos. Más bien ésta la debemos integrar, para buscar soluciones de largo plazo, a la inseguridad laboral y el desempleo que hoy vivimos, sin importar el sector de actividad que se trate. Sí, señores burócratas sindicales, la ausencia de espacios para la discusión de lo que acontece en el centro de trabajo (oficina, fábrica o escuela), la falta de rendición de cuentas de dirigentes sindicales e incluso de los empresarios o directivos que piden “ponerse la camiseta” con muy poco a cambio, el carácter  estructural que ya alcanzó el desempleo, el empleo temporal y precario, eso es inseguridad.

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