643 11 octubre 2010 |
ANÁLISIS A FONDO Deterioro de la imagen de EU, por la persecución de migrantes Dos asuntos dignos de reflexión para este día: la percepción que el mundo periférico tiene ahora de Estados Unidos y la crisis económica que separa a América Latina de Europa. Respecto del primer tema, el indicador de actitudes de The Pew Research Center muestra que, de entre 22 países consultados, la opinión más favorable que se tiene de Estados Unidos de Norteamérica, en el ámbito internacional, la obtiene en Kenia con 94% de opiniones positivas, país con el que tiene relaciones diplomáticas desde 2002, producto de la transición democrática de esta nación africana. Por encima de las opiniones de los estadounidenses respecto a su propio país que suman 85%. En varios países, ni una cuarta parte expresa una opinión favorable de Estados Unidos, como es el caso de Jordania (22% favorable), Jordania, Pakistán y Turquía (17%, respectivamente). El segundo asunto, no menos relevante que la imagen del Imperio, es que, la crisis, se ha volteado la tortilla. Se ha pasado en América Latina, de los draconianos criterios de menos Estado y más iniciativa privada, a más Estado y más políticas sociales. Se ha impuesto la receta de la otrora olvidada, empolvada, Comisión Económica para América Latina (CEPAL), el influyente think tank dependiente de Naciones Unidas, para que la región siga en el buen camino hacia una mayor igualdad social. Con la crisis estallada en 2008, gracias a la irresponsabilidad de los banqueros de Wall Street y a las necedades del Departamento del Tesoro de los Estados Unidos, ahora ha resurgido el modelo cepalino: "Necesitamos Estados más potentes para profundizar en las políticas redistributivas". Latinoamérica en su conjunto ha conseguido avanzar hacia una mayor igualdad en la última década, antes del estallido de la crisis económica mundial gracias, sobre todo, a políticas activas de gasto social y de mejorar los derechos laborales en muchos países. Sigue siendo la región con mayores diferencias entre los más ricos y los pobres en el mundo, pero entre 2002 y 2008 se ha cerrado un poco la brecha, como muestra la caída del 5% del coeficiente Gini, el indicador más popular entre los economistas para medir las desigualdades. Por supuesto, hay diferencias entre países: Venezuela y Uruguay son los que más han avanzado. Hoy, los ingresos medios del 10% más rico de venezolanos y uruguayos superan en nueve veces a los del 40% más pobre. En cambio, ese diferencial es de 25 veces en Colombia. Argentina, Brasil, Bolivia, Chile, Ecuador y Nicaragua también han progresado en la vía de reducir las desigualdades. Aunque la crisis global ha afectado a América Latina menos que a otras regiones del mundo, el impacto se dejó notar en un ligero aumento de las personas en situación de pobreza: del 33% al 34%. La crisis es un punto de inflexión que quebró la continuidad de los avances en la región. Sin embargo, de acuerdo con la CEPAL, Latinoamérica sigue otra pauta para salir de la crisis. En Europa han metido en el banquillo de los acusados al Estado del bienestar, en vez de sentar allí a los mercados financieros desregulados. Donde más se ha notado el impacto de las políticas sociales es en el Brasil de Inácio Lula da Silva. Las ayudas familiares para comprar bienes necesarios, como lavadoras o cocinas, ha impulsado el consumo interno que se ha traducido en un mayor crecimiento económico. La clave para mantener y aumentar el ritmo de inversión en proyectos sociales es que los Estados recauden más impuestos para depender menos de la ayuda extranjera al desarrollo, y más cuando los países donantes recortan las prestaciones ante la crisis. "La ayuda al desarrollo tiene su límite", admitió la secretaria de Estado de Cooperación Internacional española, Soraya Rodríguez. Pero por lo que se refiere a México, éste se cura en salud. Beatriz Paredes, la líder del ahora envalentonado Partido Revolucionario Institucional, ha advertido que el modelo brasileño no es fácilmente exportable a otros países de la región. "Como presidente de El Salvador, Lula no hubiera tenido los mismos resultados. El tamaño enorme de Brasil influye mucho". La dirigente del PRI, que está en buena posición para recuperar el poder que ostentó durante 70 años en México, cree que el mayor obstáculo del progreso social en la región es la crispación que se vive en muchos países. Y "un ambiente propicio para estos pactos sociales no puede ser marcado por la polarización". http://analisisafondo.blogspot.com/ Para compartir, enviar o imprimir este texto, pulse alguno de los siguientes iconos: ¿Desea dar su opinión?
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