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23 Diciembre 2010
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TRANSICIONES
La candidatura de Diego
Víctor Alejandro Espinoza

Blanco y negro. La nuestra es una cultura política dicotómica: sólo tenemos dos tipos de apreciaciones sobre los fenómenos que tratamos de explicar o, habría que decirlo más adecuadamente, describir: o positivo o negativo; bueno o malo; blanco o negro. No hay más; no conocemos la combinación de colores o las gradaciones. En esa lógica hemos crecido y así nos ha ido.

A un político no se le perdona el pasado o se le “extravía el expediente”. Se le crucifica o se le santifica, no hay medias tintas. Merced a lo que fueron, a muchos políticos no se les permitirá que cambien con el tiempo. Este es uno de los ejemplos que más han proliferado en nuestro país. Basta leer las opiniones de los lectores acerca de lo que escriben o dicen de quienes antaño pertenecían a ciertos grupos políticos o a partidos políticos en periodos considerados como negativos. La lista es grande. Pueden hoy ser excelentes analistas o luchadores sociales, el veredicto ciudadano es que su pasado opaca toda la brillantez que pueden tener sus opiniones o militancia. Sobre todo a los priistas identificados o relacionados con quien en México es considerado el “más malo de todos”: Carlos Salinas de Gortari.

Algunos periodistas también son medidos con ese rasero. Tuvieron posiciones conservadoras, pero hoy representan una alternativa en medio del mar de adulaciones y complicidades con el poder, eso sí, por parte de quienes en el pasado mantuvieron posiciones dignas. Esos mismos que se alquilan como gacetilleros de Palacio y que se encargan del trabajo sucio de quienes detentan los recursos para silenciar conciencias. Son los opinadores que quieren linchar a quienes hoy de manera valiente elevan sus críticas y muestran que la vida cambia a pesar de todo.

La cultura política mexicana ha abrevado en las explicaciones facilonas de la realidad nacional: las crisis son producto de los políticos corruptos y de los “malos” que se hicieron del poder. Entonces basta con cambiarlos y elegir a los “buenos”. Por eso los ciudadanos muestran su sorpresa cuando advierten que “todos los políticos son lo mismo”: claro, si todo se reduce a cuestiones de honorabilidad y a prácticas “sanas” de gobierno. Es muy poco frecuente que nos digan que el problema es de instituciones y no sólo de gobernantes. Hoy México se hunde porque no han cambiado sus estructuras aunque haya habido alternancia política.

Los medios de comunicación, sobre todo los electrónicos, tienen una enorme responsabilidad en la simplicidad en como los mexicanos observamos la realidad. Las consecuencias de una política explícita de mantener a los mexicanos como ciudadanos de baja intensidad han sido nefastas. Con una capacidad crítica menguada, con una visión parcial de la realidad, es fácil vender la idea de que los problemas sociales (económicos y políticos) son producto de “algunos malos” mexicanos. Con puro discurso es posible sanear a nuestro maltrecho país.

Hoy estamos ante el inicio de lo que puede ser un fenómeno mediático-político sin parangón. La liberación de Diego Fernández de Cevallos ofrece un claro ejemplo de cómo un personaje con expediente oscuro puede ser reciclado y convertido en inmaculado ciudadano. El victimismo, aunado a un problema de liderazgos en el PAN que les permita competir con alguna posibilidad de triunfo en 2012, pueden ser los ingredientes para ver cómo se construye la candidatura presidencial del “nuevo” Jefe Diego.

Durante las primeras declaraciones después de su liberación, Diego Fernández sostiene que no quiere ser candidato a la Presidencia; pero en nuestra cultura política esa negativa significa precisamente lo contrario: está pensando en serlo. Con una buena estrategia de marketing, pudiéramos estar muy pronto ante un serio competidor para Enrique Peña Nieto y Andrés Manuel López Obrador. Se trataría del “retorno de los buenos”: encarnados por una de las víctimas de quienes le dieron un pellizco a su cuantiosa fortuna, que pronto recuperará; tal vez con creces si se alza con la Presidencia de la República.

Investigador de El Colegio de la Frontera Norte.
victorae@colef.mx

 

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