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28 Diciembre 2010
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Periodismo secuestrado por decreto
Manuel González Arizpe

Desde el 7 de  mayo del 2008, Jesús Lemus Barajas vive injustamente el infierno del encierro, mientras su familia, su empresa y su vida misma se desmoronan. ¿Su delito? Ser un periodista libre, y en busca de esa libertad fundar su propia empresa de comunicación; “El Tiempo” de La Piedad, Michoacán.

Inicia ese periódico en sociedad con Magda Pérez, una joven licenciada de Comunicaciones, esposa de un maestro y madre de dos hijos. Lemus se caracterizaba en este su nuevo medio, por ser muy crítico en especial con el alcalde panista piedadense, Ricardo Guzmán Romero, quien presume de ser muy amigo del presidente Felipe Calderón.

En mayo del 2008 a Lemus se le  presentó una investigación periodística, sobre la proliferación de tienditas de droga en el vecino estado de Guanajuato. Subió  a su automóvil, un Volkswagen de varios años de antigüedad y se dirigió con dos de sus fuentes a aquel lugar. Donde agentes de la policía ministerial de aquel estado los detuvieron privándolos ilegalmente de su libertad y sometiéndolos a crueles torturas durante dos días completos.

Durante estas horas, el periodista no probó bocado y se la pasó vendado de los ojos, esposado con las manos por atrás y desnudo. En varias ocasiones lo bajaban del vehículo en que lo transportaban y lo obligaban a correr a ciegas por su vida entre el monte mientras detonaban sus armas para aterrorizarlo aún más, para luego volver a ser subido a la unidad a base de golpes. En esos momentos el comunicador creyó que lo ejecutarían y lo único que esperaba era que por lo menos su cuerpo fuera abandonado en un lugar donde alguien lo encontrara para que su esposa e hija no quedaran eternamente en el incertidumbre de no saber qué pasó con él.

Lo que muy seguramente le salvó la vida al periodista fue que ese mismo día en la noche la licenciada Magda Pérez dio inicio a una exhaustiva  búsqueda, comunicándose a cada instancia de gobierno de ambos estados (Michoacán y Guanajuato)  e inclusive a algunas instancias federales, y a varias organizaciones de periodistas. Esta serie de denuncias sin duda hizo cambiar de idea a los policías secuestradores, quienes lo presentaron ante el MP federal en la ciudad de León, acusándolo de “preguntar” por las tienditas de droga. Y días más tarde fue ingresado a la cárcel de Puentecillas, Guanajuato.

Fiscalía especial
Magdalena Pérez Sánchez se erigió en ese momento como defensora de sus socio, y se dirigió a la capital en donde de manera personal acudió a la Fiscalía Especial para la Atención a Delitos Cometidos contra Periodistas en la PGR, en donde la retuvieron más de seis horas, entre tres agentes del ministerio público, que la interrogaban acosándola como si fuera una indiciada.

No conforme con ello, la periodista acudió a varias asociaciones de periodistas, como Reporteros sin Fronteras, CPJ y Artículo 19. Lo mismo acudió al senado, en donde la recibió Rosario Ibarra de Piedra, y a la comisión especial contra agravio a los periodistas, que en ese momento era presidida por el tabasqueño Gerardo Priego. Ahí, frente a los diputados que componen dicha comisión, pronunció estas palabras:

Jesús Lemus Barajas es ahora un número más en el barómetro de los atentados contra  la libertad de expresión, y la dignidad humana. Ahora lucha por comprobar su inocencia en una guerra contra el monstruo del sistema judicial de nuestro país, con todos sus matices de corrupción.

Lemus es hijo  de reboceros, y desde los 6 años aprendió este oficio, tuvo una infancia difícil, en medio de una familia numerosa. Además de ayudar en los talleres de La Piedad, vendía pan para poder solventar los gastos familiares.
Producto de la cultura del esfuerzo, Jesús trabajó en el INEA y obtuvo becas para continuar sus estudios. El gusto por la literatura y el periodismo le vienen de un empleo que tuvo a los 13 años, como acomodador en una librería; después de la preparatoria consiguió una beca y estudió 4 años en Cuba la licenciatura en filosofía. De regreso a México, trabajó como docente en varias escuelas como son la Mártires de la Reforma, Natalito Vázquez, Academia Fray Servando y regresó al INEA. Esta vez como Maestro.

Realizó estudios en el Instituto Michoacano de Ciencias de la Educación, José Ma. Morelos, y terminó la licenciatura en Pedagogía, reforzando así su actividad docente. Posteriormente hizo la licenciatura en comunicación en la Universidad de León, y hace apenas 5 años estudió una Maestría en comunicación educativa en el CREFAL, de Pátzcuaro, así como diversos diplomados y cursos en comunicación, periodismo digital, criminalística y ciencias forenses, educación y otras áreas.

En los ochentas inició su trabajo periodístico, donde encontró su máxima pasión que no ha dejado ni dejará nunca (aun hoy en prisión manda regularmente sus notas). Inició escribiendo en el periódico El Cruzado y continúo en El Sol, El Sol de Irapuato, Despertar, Gallito, La Voz de Michoacán y La Jornada Michoacán.

En estos medios se desempeñó como reportero, corresponsal y hasta editor en La Voz de Michoacán, donde pasó 15 años a la par de ser editor y director de la Revista Opción de Michoacán. Además, ha colaborado para diversos medios y agencias informativas no sólo del estado, sino del país.

En 2006 fue elegido uno de sus trabajos más elaborados sobre el fenómeno migratorio para ser publicado en un libro, Historia de Migrantes, que recopila los trabajos más importantes en la materia de periodistas mexicanos y estadounidenses.

Jesús es un periodista que ama su trabajo, más que su salud o a su propia familia. Es un luchador incansable, promotor de la cultura y la educación, un investigador nato, siempre en busca de la verdad y la justicia. Es crítico y fuerte en sus escritos. Es un maestro y asesor de innumerables políticos y líderes sociales.  

Es un hombre de 41 años de edad, esposo, padre de una niña de 16, fundador y director de El Tiempo de La Piedad, un diario que inició con el esfuerzo del señor Lemus Barajas y de una servidora, con una inversión muy modesta que ha dado empleo a 14 personas que forman nuestra actual planta laboral y que hoy en día han visto amenazada su fuente de trabajo con el ataque brutal en contra de su cabeza, de su columna vertebral.

Fue tal la impresión que causó en los legisladores, que decidieron de inmediato hacer una visita personal al detenido para estudiar su situación. En ese mismo momento y muy probablemente debido a la presión ejercida se trasladó a Lemus Barajas a la cárcel de  Puente Grande, Jalisco, a donde jamás llegó ningún legislador a verlo.

Presidente represor
Después de dos meses, a principios de julio del 2008, Magda Pérez ve la oportunidad de presentar al primer mandatario de la nación el expediente con la serie de injusticias que se habían cometido en el caso de la detención de Lemus, pues el presidente Felipe Calderón acudiría a este municipio a inaugurar un hospital.

Por increíble que parezca, a la entrada del lugar estaban incautando expedientes de otras personas que querían notificar al primer mandatario de cada una de sus tragedias particulares. Magda, con colmillo periodístico, pidió apoyo a Bruno Aceves, director de prensa municipal, para poder ingresar el grueso legajo y logró lo que nadie creía... entregárselo en propia mano a Felipe Calderón

La reacción se tardó tres semanas: el día 21, una veintena de soldados acudieron a los domicilios de Magda, de la esposa de Lemus, y a las oficinas del periódico, a realizar unos cateos, en donde no encontraron nada irregular, pero donde dejaron plenamente demostrado y ya sin lugar a dudas el carácter represor de Calderón.

Ya con la esperanza perdida los familiares y allegados al comunicador detenido decidieron hacer la defensa jurídica y pelear la libertad del comunicador en los tribunales. Para ello eligieron a un joven litigante sin tacha: Vladimir Camacho, hijo de un notario público de Santa Ana, Guanajuato.

Por desgracia, un año después los Camacho y sus dos colegas abogados fueron acribillados en los límites de Michoacán y Guanajuato, a bordo de su automóvil. Gilberto Estrada Méndez, quien manejaba, perdió la vida instantáneamente; mientras que Vladimir Camacho Guzmán y Rubén Castro López intentaron huir, pero recibieron varios tiros en la espalda. Quien hoy lleva el caso es el defensor de oficio, pues fue imposible encontrar quién quisiera hacerse cargo.

Mientras todo eso ha acontecido, Magdalena Pérez Sánchez ha tenido que hacerse cargo de dos familias y un periódico que alimenta indirectamente a otras diez. Ha sufrido las presiones del estado en sus tres niveles de gobierno, para que su medio desaparezca. Un medio que se elabora casi de manera artesanal con todas las expectativas en contra, pero que hasta le fecha sigue apareciendo. A continuación, reproduzco el discurso que pronunciara en el Palacio de San Lázaro ante la Comisión “Especial” que investiga el agravio contra periodistas:

En su reciente visita a México los relatores de la ONU y la OEA Frank La Rue y Catalina Botero recibieron en propia mano una misiva del comunicador detenido; quien se las entregó fue Balbina Flores representante en México de Reporteros sin Fronteras. Los diplomáticos no podían ocultar su estupor al escuchar las incidencias del caso. Y como colofón la declaración de Balbina que les comentó que la actual presidenta de la comisión especial en el congreso, Yolanda Valencia Vales, se tomó seis meses para responderle una misiva, en la que para colmo le resumía que no podía hacer nada y que era un caso (el de Lemus) judicial y que habría que esperar la decisión de los jueces. Pero, ¿y la serie de delitos y transgresiones que se han cometido en contra el comunicador?; ¿qué no es su trabajo investigarlos? Aunque bueno, en un país en donde los familiares de 64 periodistas asesinados y 14 desaparecidos siguen esperando una respuesta que los conforte, ¿qué se puede esperar?

Magdalena Pérez afirma que lo peor del caso, no es sólo la represión que se comete en perjuicio de Lemus, sino el grave y sistemático atropello a nuestro más elemental derecho: la libertad de expresión.

 

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