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29 Septiembre 2011
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HORIZONTE CIUDADANO
La educación superior no es prioridad
Rosa Esther Beltrán Enríquez
 
Saltillo.- Seguramente nadie está en desacuerdo con que la educación debe llegar a todos los mexicanos y que debe ser una educación de calidad. Aumentar la cobertura no es suficiente; hay que trabajar incansablemente para que la educación sea relevante.

La semana pasada se inició el debate entre los rectores de las universidades públicas y las autoridades de la Secretaría de Educación Pública en torno al presupuesto que las Instituciones de Educación Superior (IES) ejercerán el año próximo.

De acuerdo con un análisis del Centro de Estudios de las Finanzas Públicas (CEFP) de la Cámara de Diputados, el presupuesto para licenciatura disminuiría 1.9 por ciento respecto de 2011; es decir, el proyecto federal propone darle mil 500 millones de pesos menos.
En el documento Gasto Federal en Educación. Proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación 2012, se precisa que el dinero para posgrados disminuirá 7.5 por ciento, cerca de 300 millones de pesos. La educación media superior, para 2012, recibiría un incremento de 7.7 por ciento respecto del año 2011; en este sentido, el medio superior sería un nivel privilegiado.

El gasto proyectado para todos los niveles educativos, en general, sólo crecería 0.3 por ciento, al pasar de 530 mil 31.9 millones a 531 mil 758.1 millones de pesos, según el análisis del CEFP, que asegura que el presupuesto federal del año 2012 contempla un débil impulso a la educación y, por supuesto, esto tendrá consecuencias inmediatas y de mediano plazo para la competitividad de la población en el mercado laboral.

Cada año los rectores de las universidades públicas tienen que emprender una cruzada de defensa para que los recursos de sus presupuestos no disminuyan, ya que al parecer el gobierno federal no toma en cuenta que debe apoyar a las IES, porque ahí es donde se prepara a quienes impulsan los cambios sociales, culturales, políticos y económicos del país, y porque más allá de sus funciones académicas, éstas son fundamentales para la movilidad social.

La Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES) asegura que durante toda la década pasada el Gobierno Federal ha presentado proyectos de presupuesto inferiores a los aprobados el año previo, de ahí que los rectores se vean obligados a entablar un cabildeo cada vez más vigoroso e intenso a fin de evitar un mayor deterioro de la universidades públicas que año con año rechazan a un alto porcentaje de los aspirantes a ingresar a sus carreras. Según esta organización, la demanda ha crecido a un ritmo mayor que los recursos para atenderla.

De acuerdo con la ANUIES, al paso que va el financiamiento para las universidades públicas, pueden pasar dos décadas más para que entonces quizá se alcance un presupuesto que llegue al 1 por ciento del PIB, que lo más que ha obtenido, durante la década pasada fue un 0.64 por ciento del PIB.

La  ANUIES afirma que lo mismo ocurre con los fondos públicos destinados a ciencia y tecnología, cuya inversión se ha reducido de 0.36 a 0.34 por ciento del PIB en 2011, mientras que como porcentaje del gasto público federal pasó de 1.8 por ciento en 2001 a 1.4 por ciento para este año y hay que decirlo de nuevo: sin el desarrollo de la ciencia, este país seguirá sin ingresar a la sociedad del conocimiento a la que se ha llegado con la globalización.

Es en las universidades públicas en donde se generan las expectativas que permiten a los jóvenes recuperar la certeza sobre su futuro, ya que no puede ser más preocupante la situación y problemática actual de la juventud mexicana, por eso no es posible seguir comprometiendo el futuro de toda la sociedad y las estrategias no se deben quedar en el corto plazo, sino trascender con una visión generosa y de largo aliento.

Ante esta situación, de un presupuesto que privilegia el gasto en la alta burocracia, a la que no se presiona para alcanzar una mayor eficacia y eficiencia del gasto público, los diputados debieran escuchar a los rectores y reorientar recursos a la educación superior, a la salud y la alimentación. Pero también deben tener cuidado en etiquetarlos para evitar las fugas que la corrupción induce, porque no es posible que en el país de las desigualdades se siga propiciando el descuido de áreas que aseguren un mayor bienestar para los jóvenes.

rosaesther80@gmail.com

 

 

 

 


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© Luis Lauro Garza Hinojosa