Macrosismo político
Hugo L. del Río
Monterrey.- La caída del subsecretario de Gobernación y su posible encarcelamiento es un macrosismo político. Es probable, muy probable, que el titular de la Secretaría, Miguel Ángel Osorio Chong, será uno de los damnificados.
La defenestración de Arturo Escobar, expresidente de ese club de niños ricos y amorales que es el Partido Verde Ecologista constituye un hecho sin precedentes en la Historia moderna de México.
En septiembre último, el Presidente Enrique Peña Nieto le dio el nombramiento a Escobar, quien, oficialmente, desde febrero de este año estaba bajo investigación por incurrir en delitos electorales. Esta es una de esas cosas que sólo ocurren en nuestros alegres y subdesarrollados países con mucho gobierno y poco Estado.
¿Ignoraba EPN que la PGR tenía en la mira al tío éste a quien premió con la Subsecretaría de Prevención y Participación Ciudadana? Difícil de creer. Se supone que el mandatario es el hombre mejor informado de México. Por lo menos así debería de ser. ¿Entonces? Bueno, debo pensar que, fiel a su naturaleza, Peña Nieto simplemente volvió a manifestar el desprecio que le merecemos los mexicanos.
Pero, algo sucedió entre febrero y septiembre que lo obligó no sólo a arrojar por la ventana al muchachito verde: también empujó a Osorio Chong a las arenas movedizas. El secretario de Gobernación tiene, entre muchas otras prestaciones socioeconómicas, la responsabilidad de la seguridad de la nación. Para estar bien enterado, dispone de un aparato de espionaje que le lleva chismes de la clase política. Naturalmente que el hombre de Hidalgo conocía al dedillo los antecedentes de Escobar. Y es obvio que con agrado o sin él lo tuvo que aceptar como huésped del viejo palacio de Bucareli porque Peña Nieto se lo endosó.
Ahora bien: suponer que la PGR actuó por su propia iniciativa es clara confirmación de todo un tesoro de ingenuidad. La procuradora Arely Gómez no estornuda sin el visto bueno de Los Pinos. ¿Dirigió EPN el golpe contra el Verde? Sería como disparar cañones de grueso calibre contra una mosca. Hechos: Osorio está muy desgastado. Bucareli nunca inspiró respeto pero sí despertaba miedo. Pero el mal manejo de crisis como Ayotzinapa, las matanzas de civiles desarmados por parte de las fuerzas armadas y la policía federal, la pérdida de control de territorio en Tamaulipas y Guerrero, sólo para citar dos casos, corroboran la falta de oficio político del segundo de a bordo en el equipo de Peña Nieto.
En México no renuncian ni los barrenderos de los edificios públicos. La carta de dimisión la firman los funcionarios cuando la alternativa es el despido… o algo peor, que de todo hay en la viña del Señor. La defenestración de un subsecretario con todo y amenaza de prisión no sólo es una violación a lo bárbaro de las leyes no escritas sino que, al tiempo, pone de manifiesto una falta de respeto a Osorio.
Habrá que esperar a ver cómo pinta el verde (no me refiero al partido, claro). Los historiadores hablan del alto precio que pagó México por la pierna de Santa Anna, el brazo de Obregón y la sonrisa de Miguel Alemán. Habrá que añadir a la lista el copete de Peña Nieto.
En México, dijo hace rato Muñoz Ledo, Kafka hubiera sido un escritor costumbrista.
Pie de página
Mis más sinceras felicitaciones a la Hermana Consuelo Morales por el reconocimiento nacional que se ganó a pulso en su lucha sin descanso por la defensa de los derechos humanos.
hugo1857@outlook.com
