Mujeres Indígenas Artesanas

Luis Frías Teneyuque*

Tuve la oportunidad de vivir una mística experiencia que me ha dejado extremamente motivado y es menester compartirla, invitándole al menos a una reflexión con motivo de la multiculturalidad y nuestra propia cosmovisión.

A principios de agosto visité la ciudad de Ensenada para asistir a la primera Feria Mundial de Mujeres Indígenas Artesanas. Gracias al tenaz trabajo de Patricia Rivera, principal organizadora del evento, y a la mención que en mi favor hizo María Belmonte, constaté la belleza y la profundidad de significados de nuestro arte indígena en distintas cosmovisiones. Dentro de un marco de tolerancia y respeto, confluenciaron para alimentar interculturalmente algunos de los problemas legales que padecen distintas etnias en el mundo.

En distintos foros y en un panel con organismos nacionales e internacionales que me tocó coordinar, la comunidad interesada, junto con Alicia Gutiérrez Salazar del Instituto Politécnico Nacional y diversas especialistas en materia de derechos de autor y de propiedad intelectual, particularmente discutimos: la problemática del arte indígena (que no artesanía, ya este concepto va quedando en desuso por su carácter peyorativo respecto del arte en general, pues a la artesanía, indebidamente se le considera de menor valor), y los múltiples problemas que afrontan las comunidades, en lo que podría resumir, las consecuencias derivadas del fenómeno globalizador.

Así, en la feria mundial hubo talleres, exposición y venta de obra en múltiples técnicas; además, cada quién desde sus percepciones o creencias, reflexionó y oró por la paz del mundo, todo con un mutuo interés por visualizar el valor material, social y cultural del trabajo artístico de las mujeres indígenas y promover en el ámbito nacional e internacional los derechos colectivos de reconocimiento autoral y la protección de nuestros conocimientos tradicionales.

Este tema ha sido tratado en diversos eventos de la comunidad internacional, y particularmente en el segundo período de sesiones del Foro Permanente para las Cuestiones Indígenas de la Organización de las Naciones Unidas. En mayo del 2004, fue creada la Comisión Internacional del Arte de los Pueblos Indígenas (CIAPI), con el objetivo de visualizar y fortalecer la cultura, sabiduría, los conocimientos, la interculturalidad y el intercambio de la expresión cultural Arte-Artesanía Indígena.

Como primera actividad de la Comisión , se acordó organizar la primera Feria en Tijuana, Baja California; se solicitó apoyo en el 2005, para celebrarla en el 2006, recomendándose por el Foro Permanente, al Fondo de Desarrollo de Naciones Unidas para las Mujeres (UNIFEM), a la Organización de las Naciones Unidas para la Educación , la Ciencia y la Cultura (UNESCO), a la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI) y al Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) el apoyo a la primera feria, misma que no pudo celebrarse pese a los esfuerzos impuestos.

Es hasta el quinto período de sesiones del Foro Permanente para las Cuestiones Indígenas de la ONU , cuando se conoce la problemática organizacional que condujo a posponer el evento y a cambiar de sede al puerto de Ensenada, a petición de los Pueblos Indígenas del Norte de México. De ahí la tenacidad y la relevancia del evento.

Los conocimientos tradicionales, los recursos genéticos y el folclor en el plano internacional, son temas que suscitan preocupaciones legítimas en materia de propiedad intelectual, que es preciso examinar desde un intercambio de experiencias nacionales y regionales hasta llegar al establecimiento de nuevos mandatos y normas para la OMPI , que conduzcan a la negociación de instrumentos internacionales adecuados para la propiedad intelectual que combatan efectivamente la biopiratería y la apropiación indebida de los conocimientos tradicionales y el folclor. En suma, más que promesas y meras normas instrumentales requerimos de justicia.

La problemática no presenta escenarios nada fáciles, pues los artesanos son víctimas de una competencia desleal producto de la apertura comercial, lo que limita sus capacidades de diseño, producción y comercialización. La UNESCO considera a la piratería como la parte negativa de la globalización, por la invasión de productos de todas partes del mundo, lo cual hace complicado proteger el trabajo de una comunidad, más aún porque en la mayoría de los países se considera a la “artesanía” como el resultado de una transmisión de técnicas, diseños y motivos que pertenecen a una comunidad, y ahí deviene parte del problema, porque se considera complejo proteger a un grupo ante la tradicional visión personal del derecho.

En los países que van desarrollándose, existen dilemas que urge definir, por ejemplo: seguir con un comercio nacional o abrir otro tipo de mercado diferente y más amplio; esta última hipótesis lleva a un debate entre artesanos y diseñadores, pues parte de éstos recomiendan adaptaciones sutiles para mejorar la técnica, el uso de colores o la utilidad de los productos para darles un enfoque innovador.

Entretanto ése y múltiples temas se siguen debatiendo, el capital se apodera del conocimiento y dentro de la permanente tensión entre cultura y comercio, recuerdo el aprecio a la madre tierra, al fuego, al papel saludador de la danza a todos los elementos que nos permiten la existencia. Que prefiero ser agua corriente que estancada. Y con el recuerdo de Cira, Luz María, Rosalía, Fabiana, María del Carmen, Esther, Avelina, José Armando, Heriberto y demás compañeros, me preparo para cumplir con la invitación que me hicieron por allá, para integrar un grupo de capacitación que pondrá en práctica algunas incursiones legales en México y los países de la región. Q

* luisfriast@gmail.com