- Algo está podrido en Dinamarca…
- Y nos veremos el día 5 de enero
Ayer se celebró el Día de los Inocentes y las bromas periodísticas proliferaron en las páginas de la prensa escrita. Yo me quedé pensando en que todo lo que nos ocurrió en el año parece broma. Narcotráfico, infiltración de los cárteles en las instituciones, escalada de ejecuciones brutales increíbles por perversas (no sé de qué parte del cerebro brota tanta sevicia), detenciones hasta de la Reina de la Belleza Latinoamericana, desmoronamiento de la clase política, y un profundo miedo, generalizado no sólo entre los políticos que tienen miedo de perder el poder, sino el miedo natural de una sociedad asolada, aplastada, sin paradigmas, sin los valores fundamentales, universales, de toda sociedad humana.
Fue tanta la oscuridad, lo negro, las vibraciones negativas, que las buenas noticias se quedaron en los archivos de los computadores de los medios informativos. Bueno. Hasta las noticias bonitas como el reinado de una belleza mexicana, la miss Sinaloa, con su carita de yo no rompo un plato, se envolvió con los nubarrones del México negro, de una sociedad que huye de si misma y que trata de esconderse para no ser atropellada por la maldad humana. Nunca había sido en México tan real la afirmación de que el hombre es el lobo del hombre (homo homini lupus).
Nunca había sido tan real la novela de Stevenson: Dr. Jekyl y Mr. Hide. El desdoblamiento de la personalidad humana. De simbólica a diabólica. Y el desdoblamiento de una sociedad que pasa con la más absoluta impunidad del paraíso de la solidaridad al inframundo del egoísmo más perverso. Duele decirlo. Pero así estamos concluyendo otro ciclo anual los mexicanos y, no es consuelo, el mundo también. Como la matanza que perpetraron los israelíes contra el pueblo palestino de Gaza. Y no son –bueno…- miembros de los cárteles del crimen organizado.
El año 2009 – y la noche del 31 de diciembre no es fecha fatal como la pretenden concebir los medios de propaganda masiva – marca una nueva oportunidad para las sociedades. Los expedientes de todo están abiertos, no hay casos cerrados. Por donde le urguemos brota aguasangre, pus, dolor, heridas mal curadas, violencia y muerte. La desigualdad, da pena decirlo, pero en lugar de que se abata, se incrementa exponencialmente. La riqueza está cada vez más concentrada en muy pocas manos y mucha de ella es malhabida. Dice Gabriel García Márquez, en uno de sus relatos, que detrás de toda fortuna siempre hay un burro muerto.

Habría que rehacer el tejido social tan maltrecho y habría que pensar en serio, pero ya muy en serio, en detener la destrucción del planeta, de la flora, de la fauna, de la tierra y del aire. Repensar en la refundación del ser humano y de las sociedades humanas, porque al ritmo que vamos, que vivimos, que nos hacemos trizas unos con otros, y hacemos trizas nuestra ecología, no tenemos rumbo ni destino que nos asegure niveles de vida supremos. Más bien, vamos hacia la destrucción, hacia la muerte como género humano.
Los gobiernos, de izquierda o de derecha, o del inexistente centro, han fracasado hasta ahora. Las superestructuras, lo mismo. Las instituciones están enfermas porque los seres humanos estamos enfermos de una enfermedad que los sicólogos, los siquiatras, llaman neurosis, o los alcohólicos llaman alcoholismo. Estamos en el vértigo, en el caminar sin rumbo, en bebamos y comamos porque mañana moriremos. Y hay millones que ni siquiera pueden darse ese lujo. De comer y beber, porque mueren antes de llegar a la madurez, y mueren por las peores de las enfermedades: la pobreza, la miseria, la indigencia.
Lo único que les deseo para el 2009, amigos lectores de este espacio, es que, si no hay otra cosa mejor qué hacer, tomemos conciencia de nosotros mismos, de quiénes somos, de dónde venimos, de qué suelo pisamos, con quiénes nos encontramos o nos hallamos día con día, y hacia dónde vamos. Porque nuestras sociedades, está ya comprobado, no las cambiará nadie, ni los capitalistas, ni los comunistas, ni los socialistas, ni los neoliberales, ni los fondomonetaristas, ni los keynesianos, mientras no cambie el individuo en sus juicios y actitudes. Y fijarse por quién votan…
Y nos veremos, espero, el 5 de enero, para saborear la Rosca de Reyes.
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