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DOS MENSAJES DE SARKOZY

Claudio Tapia

Cuando los medios de difusión abandonan la actitud crítica sobre la actuación pública de sus gobernantes, cuando se tornan complacientes y obsequiosos ante todo lo que hace el poder público, el gobierno se queda sin sentido de dirección; como sólo se escucha a sí mismo, el gobernante termina despegándose de la realidad social. Esa es otra causa por la que, en nuestro país, se ha dejado de gobernar.

Sin que nada ni nadie lo obligue a reflexionar, el grupo en el poder, toma decisiones improvisadas, desarticuladas y hasta contradictorias debido a la ausencia de los acuerdos políticos que las debieran sustentar. Falta la retroalimentación que la crítica y la confrontación de ideas da. Sólo se escuchan los: ¡Bravo señor! ¡Bien dicho! ¡Vamos bien!

Sospecho que la acriticidad de los medios nacionales (salvo parte de la prensa escrita) para con el actual gobernante, se debe al sentimiento de culpa por haber contribuido de manera indebida a que se accediera al poder de forma poco clara, por decir lo menos. Ahora, ¿como admitir que lo está haciendo mal el que, gracias a su intervención, se impuso y los salvó del peligro para México? El México de ellos, claro está.

Sin embargo, a veces, surge la oportunidad de que quien toma las decisiones, escuche la opinión de alguien ajeno a la camarilla de cuates. En ocasiones, es posible que el jefe oiga las voces de organismos y gobiernos internacionales o las palabras de algún notable visitante que nos ve desde afuera, como ocurrió recientemente con el Presidente de Francia, Nicolás Sarkozy.

Con un énfasis que no reprodujeron los medios, entre la parafernalia de una visita de Estado, el glamour de la pasarela en que se convirtió el Palacio Nacional, los besos en la Sesión Solemne del Senado de la República y el “affaire” Cassez, de lo que sí dieron cuenta nuestros paladines de la información, el Presidente visitante mandó dos claros y contundentes mensajes que, posiblemente, hagan reflexionar al comandante supremo de nuestro Ejército Nacional.

Al gobernante aclamado por su valentía al declarar la guerra a los delincuentes; al felicitado por su decisión de combatirlos con todo, incluido el ejército; al que distingue a los buenos ciudadanos titulares de derechos de los malvados delincuentes para los que no cabe ninguna consideración, nada más le dijo: “No soy el hombre de la impunidad para nadie…pero, al mismo tiempo, tengo una responsabilidad frente a mis conciudadanos, hayan hecho lo que hayan hecho, y pido que se respete este equilibrio. No soy aquel que tiene un discurso para unos y otro para otros. Tengo la responsabilidad de ocuparme de todos los franceses, sean cuales sean…”

¡Zas! Así que los delincuentes franceses, tienen derechos y además tienen gobernantes dispuestos a defenderlos, por supuesto, dentro del marco legal. Y entonces, ¿los delincuentes mexicanos son de segunda? ¿Qué derechos tienen los ciudadanos declarados enemigos por su gobierno?

No andaremos mal en esto de creer que estamos en guerra y, equivocados al suponer que los asuntos delictivos de civiles son de competencia castrense. ¿El que manda en México, sea civil o militar, no tiene ninguna responsabilidad ante los conciudadanos que delinquen? Qué habrá pensado el comandante supremo.

El equilibrado estadista, que dijo ser “el Presidente de los franceses que nunca han cometido errores, pero también de los franceses que han cometido errores”, dejó otro interesante mensaje que tampoco destacaron nuestros complacientes administradores de la ignorancia, para no confrontar.

Al señalar la estrategia común que impulsarán en la siguiente reunión del G20, para analizar la salida de la crisis económica, afirmó: “Si no queremos tener la sensatez de exigir resultados, el pueblo se alzará. No es una cena de gala donde se deban explicar estos cambios, pero Felipe y yo, en nombre de ambos, vamos a decir la urgencia de estos cambios fundamentales”. (Citas tomadas de El Norte, 10 de marzo, 2009)

¡Órale! El estallido social anunciado frente a quien optimista, espera resultados fundamentales sin hacer nada para poderlos exigir. El Presidente galo citó la cuerda en la casa del ahorcado. Cómo se atreve, el agorero de la violencia, a decirle al Estado calificado de fallido, a la economía inviable, que sin resultados, que sin cambios, el pueblo se alzará.

Nadie le dijo al ilustre visitante que estamos divididos, asustados y crispados y a unos meses del emblemático 2010, en el que se cumple el bicentenario y el centenario de cruentos alzamientos armados en nuestro país.

Será que el culto francés ignora, gracias a los que cuidan nuestra imagen en el exterior, la similitud de circunstancias que produjeron los violentos estallidos sociales con las que prevalecen hoy en día.

Su embajador debió decirle que siguen presentes las mismas demandas de cambio, los viejos problemas no resueltos y permanentemente diferidos exacerbados por el paso del tiempo y la creciente desilusión. Sus asesores deben saber que, además de la amenaza del crimen organizado, está viva la insurgencia armada del EZLN, el EPR y otros grupos beligerantes, según informes de la propia inteligencia militar, y que siguen sin atenderse las demandas de movimientos populares, todavía pacíficos, como el de los 400 pueblos, Atenco, la APPO, el campo no aguanta más y otros.

O es que alguien se atreve a negar nuestra precipitada caída en la vorágine de los círculos perversos de: corrupción, ilegalidad, impunidad; desempleo, pobreza, marginación; inflación, devaluación, pauperización; desigualdad, marginación, inseguridad; hambre, desnutrición, enfermedad; mala educación, improductividad, falta de competitividad, mal desarrollo; e inequidad, baja recaudación, insuficiencia financiera.

Le habrá pasado inadvertido al envidiado cónyuge que, atrapado en este caos, se encuentra un gobierno rebasado por la realidad que ya no puede controlar. Un gobierno de rodillas ante los poderes fácticos que lo pusieron ahí, como se lo acaban de recordar. Un gobierno que ruega y claudica. Un gobierno que olvidó que el verdadero enemigo es la desigualdad y que creyó que aunque la dejara crecer, todo seguiría igual.

Lo que Sarkozy dijo, preocupa porque muchos creemos que, en efecto, estamos a punto de estallar y que sólo falta el percutor, que bien puede ser otro turbio e incierto proceso electoral: el sufragio inefectivo una vez más. En esas andamos ya.

Sumidos en la irresponsabilidad y sólo atentos a sus mezquinos intereses, los encargados de preparar y llevar a cabo las elecciones, los partidos políticos, sus candidatos y el resto de la clase política, parecen no darse cuenta de lo que está a punto de pasar. Hace cien y doscientos años, los que gobernaban, tampoco la vieron llegar.

Como no es seguro que el mexicano sea capaz de escuchar y enmendar y nuestros políticos ni por enterados se dan, sólo nos queda esperar que el francés se equivoque en su predicción fatal.

claudiotapia@prodigy.net.mx

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