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ANÁLISIS A FONDO
ALIANZAS, ESCÁNDALO INFANTILOIDE

Francisco Gómez Maza

Con un gran cariño, para Samuel Ruiz García, en el 50 aniversario de su consagración como obispo de Chiapas

  • Alineados por la ultra, no representan la voluntad popular
  • Que más dan PAN, PRI y PRD; coyotes de la misma loma

 

mazaimgEl escándalo que se ha armado en torno a las alianzas entre el PAN y el PRD es lo que los filósofos y teólogos tomistas denominan scandallum pusillorum (escándalo infantiloide). México es un país surrealista, y la política no escapa a esa realidad. Es surrealista. Los partidos políticos, desde que desapareció el PRD de izquierda, son coyotes de la misma loma, como dicen en mi datcha. Es decir, tan malo el pinto como el colorado.
 
Durante 70 años, el Partido Revolucionario Institucional navegó con la bandera del progresismo gatopardiano. Fue producto de una revolución interrumpida, traicionada, que privilegió a los detentadores del gran capital y creó camadas de nuevos ricos entre la clase política, gracias a la corrupción y la impunidad, comprando periodistas que le escribieran la crónica revolucionaria, de "revolución y justicia social". En la revolución murieron alrededor de un millón de mexicanos, pero eran la carne de cañón: los campesinos pobres, miserables, excluidos, que confiaron en los próceres, en los cabecillas vandálicos, fundamentalistas, impíos, que, en el gatopardismo más nefasto, cambiaron todo para que no cambiara nada. Los pobres siguieron siendo pobres y se empobrecieron aún más. Setenta años de una dictadura perfecta, como bien la calificó Mario Vargas Llosa.
 
Tanto llegó el cántaro al agua que, luego del "último presidente de la Revolución", como se calificó pomposamente el desaparecido ex presidente José López Portillo, subieron al poder Miguel de la Madrid Hurtado, Carlos Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo Ponce de León – todos aún del PRI -  e instauraron el gobierno panista. En realidad, y en honor a la verdad, el PAN no comenzó a gobernar en el 2000, sino con Miguel de la Madrid, que adoptó la doctrina y los principios de la derecha y comenzó el desmantelamiento del Estado, política que fue seguida y reforzada por Salinas de Gortari y Zedillo Ponce de León, quien levantó el brazo de Vicente Fox Quezada, muchas horas antes de que las autoridades electorales terminaran oficialmente el conteo de los votos.
 
Así, la alianza entre el PRI y el PAN se dio sin aspavientos, de manera natural, porque los tres últimos gobiernos abandonaron lo poco que quedaba de la aquella revolución que se inició con el grito maderista de "Sufragio efectivo. No reelección", en un grito desesperado en contra del dictador Porfirio Díaz. Y que se radicalizó en Morelos con el grito zapatista, del general Emiliano Zapata, de "Tierra y Libertad", la única facción auténticamente revolucionaria, que fue masacrada en Anenecuilco, cuando el dictador Victoriano Huerta asesinó a mansalva, traicionándolo, al llamado Caudillo del Sur.
 
La primera alianza, matizada de verborrea en tiempos de campaña, pero protagonizada y reforzada y fortalecida en el Congreso de la Unión. Diputados y Senadores del PRI y diputados y senadores del PAN, brazo con brazo, codo con codo, se hicieron cómplices para vender al país a aventureros extranjeros. La banca, la industria, el comercio, los servicios turísticos y la empresa de México, Petróleos Mexicanos, fueron entregados a precios de barata a cebados inversionistas de Estados Unidos de Norteamérica, de España, de Inglaterra, y de quien quisiera venir a expropiar inmisericordemente a los mexicanos. Estas desgracias se las debemos, no sólo a panistas Vicente Fox o Felipe Calderón, sino a los priístas De la Madrid, Salinas de Gortari y Zedillo Ponce de León. Y todo el proceso de privatización, de extranjerización de la economía y del sistema financiero, fue logrado gracias a la alianza PRI-PAN, por lo cual los pocos izquierdistas ubicaron a un solo partido que motearon como PRIAN.
 
El Partido de la Revolución Democrática fue producto del descontento, en la filas del PRI, y en los movimientos políticos de auténtica oposición, el Partido Comunista Mexicano, el Partido de los Trabajadores – las dos únicas formaciones políticas auténticamente democráticas -, y otras formaciones de izquierda moderada, con lo que ya no tenía vuelta de hoja: la entrega de México a los capitalistas extranjeros. Surgieron figuras de gran prestigio como Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, heredero de su padre, el general Lázaro Cárdenas del Río, que, no obstante ser postulado por el PRI, veló por los intereses de la nación; nacionalizó el petróleo y repartió la tierra de los latifundios entre los campesinos pobres. Cárdenas Solórzano cayó de la gracia de las mayorías de izquierda porque se vio pusilánime en defender su triunfo frente al gran fraude electoral que le dio la silla presidencial a Salinas de Gortari, y de eso es testigo Manuel Bartlett Díaz, a la sazón Secretario de Gobernación, que le bajó el suich al sistema de cómputo para no dejar huella del fraude.
 
Vino luego Andrés Manuel López Obrador. Éste se enfrentó, con amplísima ventaja en las preferencias electorales, con Felipe Calderón Hinojosa, un oscuro panista que inclusive fue anatematizado por su jefe, Fox Quezada, por haberse "destapado" como candidato a mitad del sexenio. López Obrador fue calificado como un peligro para México y "perdió" la elección por medio voto. Todos los escribanos del oficialismo lo anatematizaron, lo satanizaron, pero conservó la dignidad, la línea que se trazó desde el principio, y de todo pueden acusarlo – de demagogo, de populista, de lo que sea, menos de incongruente y de ser un político de izquierda – y luego el asalto de la derecha a la dirigencia del PRD, encabezado por los tristemente célebres "Chuchos", quienes son ahora los que están fraguando la alianza con el PAN, no obstante que oficialmente no han reconocido a Felipe Calderón como Presidente legítimo.
 
De qué entonces se escandalizan los analistas oficialistas. Los escribientes del poder. La neta (palabra castiza, absolutamente castiza, que significa verdad) es que en estos momentos los mexicanos no cuentan con un partido de izquierda, lo cual es preocupante. El PRD se derechizó. Se empanizó. Se priizó. Es explicable pues la alianza. Y esta alianza no aporta nada a la democracia mexicana, como dicen ciertos intelectuales. Estamos otra vez como en los últimos estertores del porfirismo. Y cuidado. Porque la olla puede estallar por donde menos imagine la clase política, embelezada por el poder y el dinero fácil, mucho del cual proviene de negocios non sanctus, con tufo de drogas ilícitas.
 
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