uinddesind
492
9 de marzo de 2010
15diario.com  


 

ANÁLISIS A FONDO

Miedo, ¿fundado?

Francisco Gómez Maza

  • La violencia criminal, reacción a la violencia institucional
  • Inseguridad, ¿mito genial para manipular conciencias?

 

mazaimgEs cierto que en México, en los últimos tres años, han sido asesinados, en acciones atribuidas a la guerra del narco, unas 18 mil personas, sin contar los asesinatos comunes, la violencia de género, los asaltos, los robos, los secuestros. Todo esto es muy cierto y lamentable, u más lamentable porque ha sido provocado. Pero la mediática mercantilista de los medios de (in) comunicación mercantilistas, sobre todo los grandes poderes mediáticos de los Estados Unidos de Norteamérica, ha exagerado tanto, exageración por miedo fundado o infundado, que a cada rato el gobierno del país meridional lanza alertas a sus ciudadanos para que no visiten México, particularmente los puntos turísticos fronterizos, como Tijuana, Ciudad Juárez y otros. En honor a la verdad, las autoridades estadounidenses miran la paja en el ojo ajeno… México es tan inseguro como los propios Estados Unidos de Norteamérica. Además, el abuelo advertía: “si no quieres ver visiones, no andes de noche”… La inseguridad en México es un mito genial (por supuesto que basado en una realidad muy lamentable). Y lo que reina es el miedo, una hebra maligna que corroe las entrañas mismas de todo ser humano, que se siente inseguro de sí mismo y que, por tanto, adolece de confianza. Ladrones, asesinos, bandas criminales, secuestradores siempre los ha habido en la historia de la humanidad. Son producto del miedo que es la otra cara del deseo, de la avaricia. Y los que dicen gobernar alimentan, no sólo el miedo, sino el terror, con el fin de que el manipuleo de conciencias sea más sencillo, más fácil.

 

Desde siempre, por poner un ejemplo, las playas de Rosarito, en el Pacífico Mexicano, en el área casi fronteriza entre la Baja California, México, y la alta California, Estados Unidos, ha sido centro de atracción para miles de jóvenes estudiantes universitarios estadounidenses, que vienen a territorio mexicano a hacer lo que tienen prohibido en su país, sobre todo a consumir alcohol y drogas, aunque no todos. Otros, muchos, vienes de paseo, de descanso, para divertirse durante lo que los estadounidenses denominan spring break, el receso primaveral de marzo. Los clubes ofrecen conciertos, concursos de bikinis y parrandas que duran toda la noche. Bien merecido lo tienen estos jóvenes, porque en sus lugares de origen, en su país, carecen, por ley, de estas oportunidades de esparcimiento. Pero actualmente estos jóvenes están llenos de pánico. Los mensajes que reciben les indican que ni se acerquen a México porque es un país muy inseguro. Acá la vida no vale nada. Las bandas criminales se matan cotidianamente entre sí y en medio de las balas mueren muchos inocentes. Y esta situación la está resintiendo México en sus ingresos por turismo. Pero no es por la violencia, para ser honestos. Es más violenta, mil veces más, la ciudad de Los Ángeles que cualquier ciudad mexicana. Es por la política de terror que manejan los gobiernos. Muchas familias mexicanas, de la clase media acomodada principalmente, se han ido a territorio vecino, movidas por el miedo; miedo real, ciertamente, pero atizado por el complejo de inseguridad personal y la propaganda masiva.

 

Pero como bien lo afirma un estudio divulgado por “Monografías”, cuando en una conversación se habla de la violencia, el silencio es absoluto. Este problema proviene de muchos fenómenos como el desempleo y las crisis económica, la ausencia de oportunidades de mejor calidad de vida, entre otros. Se ha originado un círculo consecutivo que va de la negación de la existencia de los robos, secuestros y demás por parte de las autoridades y por parte de los ciudadanos, de forma distinta, que va hacia el miedo de ser víctima. Las “autoridades” deben, ciertamente, ser responsables de todo lo que les corresponde en nuestro país, pero a la vez los ciudadanos somos responsables de permitir lo que no queremos; nosotros debemos de exigir lo que necesitemos, pues para eso está "supuestamente" el “gobierno”. Si éste no se encarga de sus asuntos, entonces la culpa de recae en el pueblo, porque es el que no debe permitir la situación y es quien debe de poner un límite. Pero para ello, los ciudadanos tienen que organizarse. Uno de los pretextos del gobierno es el del presupuesto, pues para poder tomar control de la situación se necesita dinero. Según la UNESCO, lo ideal es destinar 4% del PIB a políticas de prevención de delitos y seguridad, pero en México el presupuesto total en este rubro apenas llega a 1% a pesar de que para mejorar la situación de México se necesita más de lo normal.

 

El clima de inseguridad que vive México es algo impresionante, pero no peor que el que se vive en las grandes ciudades del mundo, y particularmente de nuestro vecino del norte: jueces que terminan acusados mientras el presunto delincuente confiesa su deseo de actuar en alguna telenovela; agentes y ex agentes policiacos que encubren o encabezan bandas criminales; secuestradores que huyen de su guarida cinco minutos antes de la llegada de la policía, luego de chantajear a las familias de sus víctimas con tácticas horrorosas. ¿Es una película de terror? No, desgraciadamente: es la historia diaria de millones de mexicanos que han perdido sus bienes y algunos hasta la vida por culpa de estos delincuentes. Ante todo, está también detrás un sentimiento que ha llegado a ser uno de los más costosos para la sociedad: el miedo. Por temor a que sus planes terminen en el cañón de una pistola, un número indeterminado de proyectos de inversión han sido cancelados o han cambiado el destino. También por temor, innumerables empresas han tomado con cautela sus planes de expansión y gastado fortunas en procurar alguna seguridad –aunque siempre insuficiente– para sus plantas, oficinas, productos y empleados. Por miedo, ciudadanos sin importar su posición económica han tenido que enfrentar cada vez mayores gastos en la compra de protección para sus bienes y para sus familias. Y mientras todo esto sucede, ¿qué están haciendo las autonombradas autoridades? El gobierno federal ha presentado un programa que busca combatir a la delincuencia, pero es un plan insuficiente. Habría que comenzar por enumerar las causas de la violencia y entre ellas, la principal no es la existencia de narcotraficantes. A estos es bastante viable combatirlos con medidas inteligentes. No con la violencia. Porque con la violencia se envalentonan y se violentan aún más. El costo que la sociedad mexicana paga no es meramente el precio de la inseguridad, sino el de la impunidad. Y la corrupción en este país ya se ha comido a la legalidad, y cuando ya no existe la legalidad, no hay país que funcione. Así que, si los gobernantes vivieran y actuaran en estado consciente, la violencia no sería razón suficiente para explicar la inseguridad y la inseguridad no tendría por qué afectar, por poner un ejemplo, al turismo. En Brasil, por ejemplo, en los momentos de mayor inseguridad, cuando las dictaduras, las playas estaban repletas de paseantes.

 

http://analisisafondo.blogspot.com/

analisisafondo@gmail.com

 

Para compartir, enviar o imprimir este texto,pulse alguno de los siguientes iconos:

¿Desea dar su opinión?

Su nombre :
Su correo electrónico :
Sus comentarios :

 

   

comind

librosind

q76s300