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13 de julio de 2010
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¿El carro o la vida?

Héctor Franco Sáenz

 

El título de este artículo, que a todas luces resulta paradójico, es un hecho que se incrementa a diario al dar preferencia a la construcción de más estacionamientos, tendido de placas de concreto, derribando árboles, en vez de impulsar una política de desarrollo sostenible (perdurable o sustentable), que tiene en el respeto al medio ambiente una de sus bases fundamentales.

 

El desarrollo sustentable, concepto empleado a partir de 1987 por la Comisión Mundial del Medio Ambiente y Desarrollo de la ONU, se adopta como principio por todos los países miembros a partir de la “Declaración de Río” de 1992, donde se plantea la urgencia de impulsar por los gobiernos de los países miembros el respeto al medio ambiente, tomando en cuenta que para alcanzar mayores niveles de desarrollo, debe partirse de un justo equilibrio entre sus tres pilares: lo económico, lo social y lo ecológico.

 

Si bien los acuerdos de la ONU pasan a ser ley entre los países miembros, en México, y particularmente en Nuevo León, no se advierte una voluntad que haga efectivos tales acuerdos internacionales; los ríos y arroyos, si no fuera por las crecientes, por doquier se ven llenos de basura; la tala de la flora nativa es una práctica diaria y el incremento cada vez mayor de vehículos automotores, que contaminan, continúa a pesar del aumento de precios de los combustibles, sin que se conozca ninguna política para desincentivar su uso y generar medidas que impulsen el transporte público.

 

La impunidad con que lo anterior se hace es alarmante, y más cuando la practican quienes deben impedirlo, como fue hace apenas un mes en el municipio de Guadalupe cuando la alcaldesa, por “razones de seguridad”, se dio a la tarea de cortar 70 tullas que tardaron como 15 años en crecer, a pesar de la protesta de los vecinos, o como sucedió recientemente al sur de la ciudad, en Mederos, a espaldas de la Facultad de Ciencias Políticas, cuando se “limpió” de árboles y arbustos una área muy extensa para hacer un estacionamiento.

 

Cada vez se puede advertir con mayor claridad, la manera en que “los carros le han ganado al hombre”, a los seres humanos, sus espacios, ahora resulta peligroso hasta ser peatón y en algunos casos hasta imposible, dado que los coches ocupan más espacios que los negocios o las instituciones mismas, como se aprecia al visitar la Ciudad Universitaria, el Congreso del Estado, la Secretaría de Educación, alguna de las Clínicas del IMSS y en general en cualquier negocio, que si no tiene buen “estacionamiento” está condenado al fracaso. Lo mismo, con absoluta claridad, se advierte en las calles y avenidas.

 

A pesar de lo que pueda esgrimirse, el problema es el daño que se está causando y peor aún cuando no se conocen ni se aplican políticas al respecto y mientras siguen derribándose árboles aun en zonas protegidas para hacer más y más colonias, como se aprecia por el Cañón del Huajuco y por todos los rumbos del área metropolitana, para extender más las placas de cemento como se intentó hacer con el Parque “La Pastora”.

 

Se han presentado casos aislados, como cuando hace algunos años el ingeniero José Antonio González Treviño, como rector, implementara lo que se conoce como el “Tigrebus”, transporte que llevaría a los alumnos que estudian en el Campus Mederos de la UANL, del sitio donde los deja el transporte público, como una forma, además de razones de seguridad, de desincentivar los vehículos individuales, medida saludable que por lo visto no tuvo continuidad al seguirse ampliando las áreas de estacionamiento en el mismo campus, a pesar de que en el mismo se encuentran las oficinas de una Secretaría de Desarrollo Sustentable, creada por la actual administración universitaria con gran despliegue de ser la “primera universidad en el país” en contar con una instancia de esa envergadura.

 

El gobierno del estado ya había instituido una Secretaría de Desarrollo Sustentable, como la UANL, pero lamentablemente tenemos que las instancias existen, pero no se ha visto nada de lo que han hecho, salvo la firma de un convenio de colaboración entre las mismas dependencias mencionadas. Ojalá que su creación no sea solamente para estar acorde con las denominaciones internacionales.

 

La gente que sabe y que conoce la ciudad, como decíamos del ingeniero César Lazo, que en la administración de Benjamín Clariond en la alcaldía de Monterrey, “llenó” de arbolitos el primer cuadro de la ciudad y ahora, con motivo de los efectos del Huracán Alex, prestigiados ingenieros como Raúl Cadena Cepeda, Sergio Joel Vargas, Federico Villarreal y Raúl Sada Rangel, señalan que urge un Plano Regulador Integral del Área Metropolitana.

 

El ingeniero Sada Rangel, en artículo publicado el sábado 10 de julio en El Norte, hace importante puntualización en este tenor cuando dice que se deben: “cancelar los estacionamientos en todos los planteles educativos y hacer obligatorio el transporte estudiantil mediante transporte colectivo. Y en cuanto al lecho del río, permitir sólo instalaciones deportivas movibles y quizás una pista para el tránsito de bicicletas.”

 

Al planteamiento anterior, por nuestra parte agregaríamos que la misma medida debe aplicarse a las empresas, para que vuelvan a implementar el transporte de personal, como en otros tiempos lo tenían, o en caso de ya contar con ello, se les brinden los estímulos necesarios para su sostenimiento, todo por una razón muy simple: el bienestar de la sociedad, para que así, “los carros no les sigan quitando sus espacios a los seres humanos.”

 

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