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27 de agosto de 2010
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Adicción en los jóvenes
Ismael Vidales Delgado

Antecedentes
Históricamente todas las culturas han recurrido a algún tipo de sustancia con fines medicinales, rituales, de socialización o de alteración de la conciencia, excepto los esquimales, que tuvieron que esperar a que los extranjeros les llevaran el alcohol, ya que su hábitat les impedía conocerlo y producirlo.

Estas sustancias fueron denominadas, en algún tiempo, con el denominador común de drogas, lo de “lícitas” o “ilícitas” son términos relativos que varían con el tiempo, el lugar, las circunstancias, la cultura y la ley. El que una droga sea benéfica o dañina depende de la dosis, la ocasión en que se emplea, la pureza, las condiciones de acceso a ella y las pautas culturales de uso. Hace muchos años, Paracelso decía “sólo la dosis hace que algo sea veneno”.

Sobre el tema se puede bordar infinidad de comentarios, endechas, encuestas, campañas preventivas, anuncios en los medios, programas de prevención y de rehabilitación… La realidad es que el consumo de drogas en la niñez y la juventud está en aumento, no sólo como curiosidad y primer contacto, sino como venta y consumo regular; y nos estamos refiriendo al tabaquismo, el consumo de alcohol, marihuana, anfetaminas, cocaína y demás.

Nuestro problema
Nuestras escuelas están infiltradas por los criminales que no se detienen ante nada, y que han decidido ir por los niños y las niñas, por los adolescentes y de manera especial por las mujeres de nuestras escuelas secundarias y preparatorias, para llevarlas al vicio, la prostitución y el crimen.

La edad en que se inician en el consumo es cada vez más temprana: los especialistas dicen que desde los diez años, nuestros niños se inician en el consumo de drogas ilícitas, especialmente de marihuana y la cocaína, y se advierte la disminución de los inhalables como el thiner y la gasolina, aunque las metanfetaminas van en ascenso.

Hasta hace unos cinco o seis años, se hablaba de ciudades de alto riesgo, como Tijuana, Ciudad Juárez, México y Guadalajara; hoy no existen elementos para afirmar con certeza cuáles son las ciudades de mayor prevalencia, pues el país entero está intoxicado.

De acuerdo con diversas y recientes encuestas confiables, el consumo de drogas ilícitas asociado a la criminalidad y prostitución es el principal problema que afecta a la niñez y la juventud mexicanas. Asociado a este problema de por sí grave, va en ascenso la actividad sexual juvenil y la prostitución infantil y juvenil, que afecta tanto a hombres como a mujeres. Eso sin mencionar el consumo de tabaco y alcohol, que parecieran “asuntillos irrelevantes” porque se dan habitualmente en el propio hogar y muchas escuelas, especialmente las privadas, donde toleran que sus estudiantes fumen en áreas para tal fin.

No todo está perdido
Pareciera que los jóvenes están seguros de estar entrando al paraíso de las sensaciones, el hedonismo a ultranza, la pura felicidad; sin embargo, a preguntas directas que hemos realizado a los jóvenes de nuestro sistema de bachilleratos, encontramos que los jóvenes tienen entre sus grandes temores: perder a un ser querido, ser secuestrado, contraer sida, padecer violencia intrafamiliar, no poder continuar sus estudios, no encontrar trabajo, ser asaltado, enfrentar un embarazo no deseado y ser catalogado como “fracasado”.

Afortunadamente, hay muchos jóvenes, que están ansiosos por encontrar espacios dónde desarrollar sus talentos; están fastidiados del clima político nacional y ansiosos por ejercer sus derechos y libertades; les duele la pobreza, la miseria, el desempleo, la criminalidad, el hambre y les sobra solidaridad; están bien dispuestos a ayudar con sus manos y con sus exiguos recursos cuando se les solicita para aliviar el dolor de sus semejantes; y aunque usted no lo crea, aman la vida en todas sus formas y manifestaciones, se emocionan con los proyectos ecológicos, democráticos, de salud preventiva individual y social, tienen su propia utopía, quieren una casa y una escuela mejor… cantan y crean, bailan e inventan.

La esperanza
Sorprende, a mí me sorprende, que muy pocos ambicionan riqueza material; su fe, su espiritualidad, no está perdida, sólo que la familia, la escuela y las instituciones en general estamos haciendo muy poco a favor de los niños, de los muchachos. Los adultos desaprobamos muchos recursos tecnológicos y emprendemos campañas para prohibirlos, cuando debiéramos aprovecharlos didácticamente como los evangelizadores usaron el teatro para sus fines de catequización. No veo por qué la escuela deba huir de la moderna tecnología, el baile, la televisión, la música y la moda juvenil. Nos ha faltado capacidad para encontrar el lado pedagógico-didáctico y psicológico de todo lo que viste, toca y está en los sueños de los muchachos.

La información dura
Hay investigadores serios que afirman que la guerra contra las drogas ha sido un fracaso total, que el narcomenudeo está a la alza, que son miles y miles de muchachos enrolados en esta actividad del crimen organizado que sigue reclutando niños y jóvenes en las calles, discotecas, escuelas, parques, estadios y todo tipo de lugares de reunión. Los cuerpos de seguridad nacionales afirman también que el consumo de drogas ha aumentado en la década más allá del veinte por ciento y que ya casi rebasamos los 4 millones de adictos nacionales.

Hasta la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes de la Organización de las Naciones Unidas asienta que el fenómeno de uso creciente de drogas en México se debe al fracaso de los programas gubernamentales para someter a los cárteles y a que éstos están cambiando sus métodos de operación, dejando atrás las grandes operaciones de narcotráfico para crear un mercado interno de consumo a través del narcomenudeo.

Mi utopía
A pesar de lo dicho por especialistas, organismos internacionales y los cuerpos de seguridad nacionales, yo sigo pensando que es posible creer en la juventud, encaminarla al encuentro consigo misma, llevarla al cumplimiento puntual con la cita que tiene en la agenda vital de hacerse cargo de este mundo, todo a su tiempo. Pero obviamente, mi utopía no es ingenua, nada vendrá como el maná, todo habremos de construirlo desde la casa, la escuela y las instituciones. No puede ser de otra manera, en este mundo nada es gratis. A esta utopía hay que ponerle todo el corazón, la inteligencia y el trabajo que sean necesarios.

ividales@att.net.mx

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