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23 septiembre 2010
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ANÁLISIS A FONDO
Pobreza en el corazón del imperio

Francisco Gómez Maza

Economía que no distribuye equitativamente es recesiva
Y México, aunque trate de ocultarse, está en bancarrota
En el sistema capitalista, todo es para el ganador; las mayorías, que se chinguen

mDe alrededor de 300 millones de personas que viven en territorio de la llamada “Unión Americana”, 44 millones sobreviven. Esa es la palabra exacta. Están en este mundo debajo del umbral de la pobreza. Y ver la cifra, tan sólo 44 millones, es aterrador, porque son pobres en medio de la sociedad de la opulencia. Y la Oficina del Censo no toma en cuenta a los millones de trabajadores que tienen, ad ovum,  que laborar más de 8 horas diarias, hasta 12, hasta 14, para vivir, más o menos, como vive el ciudadano de la clase media. Pero la vida buena les cuesta carísimo. Invierten su vida en trabajar sin descanso. Y no pueden ganar mucho dinero porque entre más ganen más les expropia el fisco. Por qué, en México, la mediática es utilizada para minimizar lo máximo.

Por qué, entonces, el Banco de México, la Secretaría de Hacienda, la del Trabajo y Previsión Social, el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática siempre están mintiendo respecto a la cantidad de desempleados y subocupados  (éstos, en realidad, viven en el desempleo). Por qué, los encargados de la medición de la economía esconden, como avestruces, la cabeza y pretenden dar atole con el dedo, para que la llamada opinión pública crea que todo va muy bien, cuando es un secreto a voces que la pobreza en México es mayúscula e incluye también a los ejecutivos medios de las grandes empresas tanto gubernamentales como del llamado sector privado. Voy a empezar a creer que los estadounidenses son más honestos que los mexicanos, porque ellos no peinan las cifras del censo. En Estados Unidos de Norteamérica sobreviven, en el límite de la pobreza, 44 millones de personas.

Las familias estadounidenses han entrado en una espiral descendente de sus niveles y calidad de vida, que se ha acelerado vertiginosamente, sobre todo, con la recesión estallada en 2008, gracias a la irresponsabilidad de los barones del sistema bancario y financiero, aunque el derrumbe no se inició con la recesión, sino mucho antes. La Oficina del Censo de los Estados Unidos dio a conocer, puntualmente, sin matices, sin peinados, los datos aterradores del incremento de la desigualdad.

Si México es el país de la desigualdad, los Estados Unidos lo superan exponencialmente, porque el capitalismo en nuestro vecino distante, como lo calificó, allá por los 70, el inmemorial colega Alan Riding, a la sazón corresponsal de The New York Times en México, es brutalmente salvaje, como aterradoramente salvaje es en México gracias a la corrupción en todos los niveles. Los datos del censo muestran una pobreza récord en 2009, comparando este año con los 50 años anteriores. Y si bien la tasa general de pobreza subió al 14 por ciento -uno de cada siete-, más de una cuarta parte de los afroamericanos y los latinos vivieron gracias a la pobreza, el año pasado. Y el siguiente dato es duro, demoledor, dramático, clamante de venganza al cielo: casi el 36 por ciento de los niños negros y el 33 por ciento de los niños latinos eran pobres en 2009. El 38 por ciento de todas las familias encabezadas por madres solteras, lo mismo. Más de un tercio de todos los niños negros y latinos crecen en la indigencia.

La pérdida masiva de empleos entre 2008 y 2009 -un incremento del 3.5 por ciento en el desempleo- es sin duda el mayor factor en el aumento inmediato de la pobreza. Los afroamericanos se han visto afectados con tanta fuerza en esta recesión, por muchas razones, pero la más importante puede ser que siempre han vivido en recesión (como los mexicanos; igualito, porque la economía puede crecer, pero la que lo hace es la economía de las clases dominantes, aquí y en Manchuria; la de los pobres siempre está en una maldita recesión, y los pobres no importan al sistema, al modelo, al Estado, tan fantasiosos y míticos, que nadie se hace responsable; no hay responsables).

En Estados Unidos, como en cualquier país capitalista, globalizador, fondomonetarista, manchesteriano, reaganómico, los pobres son los más vulnerables a la depredación del mercado de la vivienda, por ejemplo, que fue lo que le dio el empujón definitivo a la “economía” de Estados Unidos y a la “economía” mundial al despeñadero. Y fueron los bancos los que prestaron deliberadamente dinero que sabía de antemano que sería incobrable. Los reguladores no tomaron en cuenta las reiteradas señales que muchos de esos préstamos fueron fraudulentos. Y la voracidad de Wall Street por obtener grandes ganancias a corto plazo, con conocimiento de causa de que los préstamos bancarios fueron otorgados con una irresponsabilidad supina. Y es que los ciudadanos que podían acceder al crédito bancario –dados a discreción– lo que querían era pagar sus enormes deudas en dinero de plástico (tarjetas de crédito).

La Casa Blanca también ha reaccionado –porque Los Pinos no lo hacen- al informe sombrío del crecimiento del número de pobres, señalando que habría sido más dramático si no hubiese aplicado la ley de estímulos del año pasado. Eso es cierto, como lo afirman los analistas de “The Nation”. El Centro de Presupuesto y Prioridades Políticas palió en algo el drama con las prestaciones por desempleo (y los mexicanos no tenemos seguro de desempleo; absurdamente, no lo tenemos). De no haber sido así, otros 3.3 millones de personas habría empobrecido aún más, en 2009.

Por supuesto que ni la Casa Blanca, ni los demócratas del Congreso convencen a los votantes de que ellos se merecen el crédito por esta “hazaña”. Pero habrá que otorgarles el beneficio de la duda. En México, los mexicanos se ilusionaron con aquel ya olvidado eslogan, enterrado ya en los basureros del país: “Presidente del empleo”, que utilizó la mediática para posicionar la figura de Felipe Calderón Hinojosa en la conciencia de los votantes. Y por guerrear con criminales, a la economía de los trabajadores se la está llevando Pifas. Ojo: en Estados Unidos, la pobreza ha erosionado el diario vivir de millones. Y ya vivían en la pobreza 44 millones de personas, cuando el Congreso repartió monedas sólo entre poco más de tres millones de desempleados. Y todo buen analista está seguro de que el número de pobres y de desempleados ha aumentado durante este 2010.

analisisafondo@gmail.com

 

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