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26 octubre 2010
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Nepotismo perverso
Samuel Schmidt

Ahora resulta que la hermana de Calderón quiere ser gobernadora de su estado

A juzgar por el estilo que hemos visto desde Los Pinos para influir en las elecciones, nos podemos esperar lo peor. Bastaría con recordar el famoso michoacanazo, que consistió en la detención y escarnio de más de veinte políticos michoacanos, de los cuales solamente uno permanece detenido y otro se ríe de la ley, ya que logró fuero al haber asumido la diputación no obstante tener una orden de aprehensión en contra. Calderón hará todo lo posible por que su partido se quede con su estado y cuánto mejor si la candidata es su hermana, de esa forma la elección se convierte en asunto de familia.

Ya nos hemos acostumbrado a las elecciones de estado, que consisten en un gobierno que utiliza recursos públicos y los privilegios del gobierno a favor de su partido. Vemos que los programas asistenciales se ponen al servicio de un partido y un candidato, que se moviliza a la burocracia en las campañas y que los maestros se reclutan para ser promotores del voto. Y hay que hablar sobre los fondos destinados a comunicación que parecen no sufrir recortes debido a la crisis. Por supuesto que hay un componente ilegal en todo esto, pero para los políticos la ley es un tema menor cuando se trata de apoderarse y mantener el poder.

También nos hemos acostumbrado al nepotismo que consiste en el nombramiento de familiares bajo la autoridad de uno mismo y aunque hay leyes muy precisas que lo prohíben, los políticos se las ingenian para evadir la ley, por ejemplo se intercambian la contratación de los hijos con sus amigos, o mueven sus influencias en sus partidos para que los hijos sean nominados como candidatos o directamente como diputados de partido. En el cinismo mexicano hemos llegado al límite donde un ex presidente dijo que su hijo era el orgullo de su nepotismo. Ni la moral ni las leyes le mostraron que el hijo no debía estar en su gobierno, porque además sucedería lo que las reglas tratan de evitar: que la cercanía familiar incline el poder de una manera desmedida e inadecuada hacia un funcionario, que además tal vez no tenía la calificación necesaria para cumplir con ese trabajo.

Calderón podrá decir que él no está haciendo nada para apoyar las ambiciones de su hermana para que sea gobernadora, aunque su secretario de salud haya destacado en primera fila en la ocasión donde se lanzó la candidatura de la hermana. Pero esto no debe sorprendernos, finalmente los políticos se ejercitan mucho en el juego de lanzar una piedra y esconder la mano, o como en este caso, en apoyar la candidatura de la hermana y esperar que creamos que es un juego estrictamente personal.

En un sistema donde el presidente de la república mueve todo su capital político para designar al presidente de su partido, asegurándose muy bien que todo mundo entienda que la oficina presidencial está detrás del proceso político, es difícil pensar que no interviene en la designación de candidatos y en la campaña electoral subsecuente, especialmente si se trata de su estado y con él, los múltiples intereses que tiene en el mismo.

Se ha generalizado en el país la expectativa de los familiares por suceder esposos o hermanos en el poder: está el caso de la esposa del gobernador de Tlaxcala, el actual hermano del gobernador de Coahuila y por supuesto, la aventura insensata de la esposa de Fox. Si en todos esos casos la sociedad toleró el hecho político, no hay nada que haga ver a la hermana de Felipe
Calderón para que no crea que su pretensión es legítima.

En términos democráticos no hay nada que prevenga que un familiar busque una posición política, sin embargo, justo en estos mismos términos es que no se puede permitir que el aparato del Estado y los recursos públicos se pongan al servicio de un partido político en especial y de un familiar del funcionario electo.

Sería mucho esperar que los políticos tengan la conciencia de que lo que hacen atenta contra la salud de una democracia enclenque, que su manipulación de los procesos políticos agrede las posibilidades de evolución que debe sacar al país del abuso y del régimen de privilegio y que entiendan que porfiar en la satisfacción de los apetitos egoístas y la ambición personal nos aleja cada día más de la salud democrática, porque debilita a las instituciones y la cultura política, pero temo que pedirle conciencia a los políticos es peor que pedirle peras al olmo.

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