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7 Diciembre 2010
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Prepa obligatoria
(Respuesta a Héctor Franco)
Ramiro Estrada Sánchez

Como siempre, los intereses políticos ante todo. Aquí lo que importa no es la educación sino que se diga que las autoridades y  los legisladores están trabajando y construyendo el futuro de la nación.

Tan impráctica e improcedente es esta medida en un país en subdesarrollo y atado a tantas crisis económicas consecutivas, que mi primer pregunta sería: ¿Entonces, por qué los exámenes de admisión para entrar a preparatoria? Se nos dijo que porque no había suficiente capacidad en las aulas universitarias y que, lo que quedaran eliminados, tenían todas las alternativas que usted enlista en las últimas páginas de su muy interesante editorial.

Ah, claro. Con la advertencia de que si entras por ejemplo al CBTIS, cuando trates de incorporarte a una carrera universitaria, no tendrás la misma facilidad que quienes tuvieron la fortuna de ingresar a una preparatoria universitaria.
Pero volviendo a la pregunta, si los exámenes de admisión evidencian que en las universidades públicas no hay suficientes espacios y, tal vez, ni siquiera los maestros necesarios para volver universal este grado de estudios, ¿cómo es que piensan hacerla obligatoria?

Tiene usted toda la razón cuando dice que ni el nivel de secundaria cumple con la obligatoriedad impuesta hace años. Las necesidades económicas obligan a muchos jóvenes a truncar sus ilusiones y engancharse en cualquier trabajo que les permita contribuir con algo al sostén de la familia.

“Es que son flojos”, dirán algunos, a la ligera. Primero investiguen. Recuerdo que hubo un tiempo en que se estigmatizaba a los educandos que se dormían en clase: orejas de burro, pegotes insultativos, burlas en el salón propiciadas en muchas ocasiones por el propio docente. Hasta que finalmente hubo de reconocerse que si los niños dormían en clase, era porque no habían probado alimento. La pobreza, usted sabe. La pobreza en su aspecto más lacerante.

¿Qué gana el país con la preparatoria elevada al rango constitucional de obligatoria? Nada. Esto no es más que un barniz que se le trata de dar a la verdad nacional. Una untada de maquillaje al rostro desleído, pálido y enfermizo, de la educación que se imparte en estos días.

Ayer o antier, leía en los periódicos una fuerte crítica al programa de Enciclopedia. Sin embargo, ¿cuántos millones se gastaron en establecer ese programa sin una estrategia previa, sin una infraestructura adecuada?¿Es cierto que hubo casos en los que se llevaban los equipos computacionales de Enciclopedia a planteles en los que nunca hubo energía eléctrica?

Usted lo dice: se prefiere cantidad a calidad. Qué pena para las nuevas generaciones. Se trata de forzar el bachillerato para llenar cualquier expediente de los jóvenes mexicanos, como si un título de bachiller o preparatoriano sustituyera las enorme deficiencias que desde la primera conlleva la educación. Hay un enorme vacío de formación y de conocimientos que entristece a quienes supimos de otros tiempos: de maestras de primaria empíricas o en vías de titulares, pero con una pasión – que sorprende a los criterios contemporáneos – para guiar en los campos del conocimiento a sus pupilos.

En secundaria, maestros que nos hacían experimentar en materias que no contemplaban los programas oficiales: teatro, excursiones geológicas, experimentos en laboratorio con animales y microorganismos, periodismo, etcétera.

El tema da para más. Pero, por el momento sólo me queda felicitarlo por sus comentarios tan atinados. Y, además, agradecerle que comparta conmigo, que no pertenezco al gremio magisterial, estos artículos que reflejan su muy acendrada inquietud por la educación.

Felicidades. Que disfrute este sol alfonsino, antes de que se lo traguen los voraces fríos del invierno que ya llega.

 

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