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922 07 Noviembre 2011

LA SOCIEDAD DEL CONOCIMIENTO
Indicios de una nueva era
Edilberto Cervantes Galván

M
onterrey.-
Paul Kennedy, catedrático de historia y director de estudios sobre seguridad internacional en la Universidad de Yale, publicó un artículo en el periódico español El País, en el que plantea la posibilidad de que el mundo está entrando en una nueva era.

Un parteaguas histórico, dice Kennedy, es un momento trascendental, el instante en el que las actividades y circunstancias humanas atraviesan la línea divisoria que separa una época de la siguiente. Estas transformaciones son bruscas en ocasiones, aunque en general son procesos de lenta acumulación de “fuerzas transformadoras”.
La invención de la máquina de vapor en el siglo XVIII en Inglaterra, por ejemplo, desató la denominada Revolución industrial y con ello se transformó la economía, la sociedad, el mundo. Las transformaciones que se produjeron en las cinco décadas posteriores a 1750 fueron espectaculares.

En ocasiones, las transformaciones son incluso más rápidas, la Europa que sufrió para recuperarse anímica y materialmente, entre 1919 y 1939, de la destrucción de la primera guerra mundial, no se podía imaginar que eso iba a desembocar en otra gran guerra y holocaustos.

¿Y qué es lo que percibe Kennedy hoy en día?
Señala que cada era está fascinada por sus propias revoluciones tecnológicas, en la actualidad vivimos en medio de la revolución de las telecomunicaciones: con los teléfonos móviles, los ipad y otros variados dispositivos electrónicos y de software, con las consecuencias sociales y políticas que provocan, como los “movimientos de sublevación” recientes en el norte de África o el Occupy Wall Street. Hay, además, otros indicadores de cambio y transformación en la economía y la política a nivel mundial.

El primer indicador es la erosión constante del dólar estadounidense como divisa única o dominante de reserva en el mundo. Quedaron atrás los tiempos en los que el 85% o más de las reservas de divisas internacionales consistían en billetes verdes. Es previsble un mundo en el que haya tres grandes divisas de reserva: el dólar, el euro y el yuan. La idea de que la gente va a seguir acudiendo al dólar como "refugio" no se sostiene al ver que el país  (Estados Unidos) está cada vez más endeudado con acreedores extranjeros.

¿Se logrará con ello mayor estabilidad financiera?
El segundo indicador es la erosión y la parálisis del proyecto europeo, es decir, el sueño de que las heterogéneas naciones-Estado de Europa se unieran en un firme proceso de integración comercial y fiscal, primero, y luego trabajar para un continente políticamente unido. Las instituciones encargadas de hacer realidad ese sueño ─el Parlamento Europeo, la Comisión, el Tribunal de Justicia─ ya existen, pero la voluntad política de darles auténtica vida se ha desvanecido.  Los europeos no tienen ni el tiempo, ni la energía, ni los recursos para dedicarse a nada que no sean sus propios problemas.

El tercer indicador de gran transformación en nuestros días es la enorme carrera de armamentos que está desarrollándose en la mayor parte del este y el sur de Asia. Mientras los ejércitos europeos están convirtiéndose en “una especie de gendarmerías locales”, los gobiernos asiáticos están construyendo armadas, nuevas bases militares, adquiriendo aviones cada vez más avanzados y probando misiles de alcance cada vez mayor. “Los escasos debates que hay se centran en el refuerzo militar de China, pero mucho menos en el hecho de que Japón, Corea del Sur, Indonesia, India e incluso Australia están imitando su ejemplo”.

El cuarto indicador tiene que ver con la situación de parálisis que se provoca en el Consejo de Seguridad de la ONU, cuando ejerce el derecho de veto alguna de las potencias que lo integran. Se trata de una lenta, pero firme y creciente decrepitud de Naciones Unidas. A fines de la segunda guerra mundial había la confianza de que los cinco gobiernos supieran trabajar juntos para hacer realidad los altos ideales de la institución mundial. Sin embrago, la guerra fría echó por tierra esas esperanzas, y “la caída de la URSS las revivió, pero ahora están volviendo a desaparecer por el cínico abuso del poder de veto”. Por su parte “China y Rusia vetan cualquier medida para impedir que el régimen sirio de El Assad siga matando a sus propios ciudadanos…”

Estados Unidos veta cualquier resolución para detener el avance de Israel en tierras palestinas. En estas condiciones la ONU mundial pierde su razón de ser. Y “da la impresión de que a Moscú, Pekín y Washington les parece bien”; algo que es grave en definitiva.

Estamos entrando en terreno desconocido, comenta Paul Kennedy, en un mundo agitado. Esto merece atención estrecha y un análisis serio, algo más que el disfrute de una nueva laptop o de un teléfono móvil.


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