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956 23 Diciembre 2011

HORIZONTE CIUDADANO
En crisis de  paz
Rosa Esther Beltrán

Hoy he dado mi firma para la Paz.
Para que el tiempo no se detenga,
para que el sueño no se inmovilice,
para que la sonrisa sea alta y clara,
para que una mujer aprenda a ver crecer a su hijo…
Efraín Huerta

S
altillo.-
Las y los ciudadanos mexicanos estamos viviendo dramáticamente una crisis de paz; el derecho a la paz es la síntesis de todos los derechos, es la guía que da sustento al presente y al futuro en libertad.

Los pueblos construyen su propia idea de paz, ésta es parte de su cultura. En la actualidad, filósofos, científicos sociales y teólogos están de acuerdo en que la paz no puede ser solamente ausencia de guerra; para conseguir la paz es imprescindible  la justicia social.

En México padecemos una guerra sustentada por el Estado y el poderes fácticos contra el crimen organizado, por lo que vivimos en un clima de violencia estructural, por eso es que la paz es un horizonte cada vez más lejano, no es una meta de las políticas públicas, no está en el discurso político de los gobiernos ni del federal ni de los estatales, tampoco es común escucharlo en las voces colectivas de organizaciones civiles, salvo en casos como la lucha emprendida por Javier Sicilia y sus seguidores: “Paz con justicia y dignidad”.

Lo grave es que como sociedad no alcanzamos a eslabonar el camino de una paz positiva. Según la ONU, la cultura de la paz se compone de una serie de valores, actitudes y comportamientos que se oponen a la violencia y previenen los conflictos para atacar sus causas y solucionar los problemas mediante el diálogo y la negociación.

Asegurar un futuro de paz, implica crear y fortalecer las redes que enlacen a las y los ciudadanos con los poderes del Estado para exigir e iniciar los procesos que nos permitan vivir sin violencia y en paz.

La violencia no es destino. En este país nos hemos, acostumbrado a que las víctimas de la violencia, sin esperanza, enfermas, enojadas, deprimidas, no vislumbran la luz al final del túnel, para ellas la paz es un ideal inalcanzable.

Pero la paz como derecho individual y colectivo debe ser redimensionada a fin de concretarla en los 8 componentes que propone la UNESCO: promover una cultura de paz por medio de la educación; promover el desarrollo económico y social sustentable; promover el respeto a los derechos humanos; garantizar la igualdad entre los géneros; promover la participación, la tolerancia y la solidaridad; apoyar la comunicación participativa y libre, la circulación de información y conocimientos; y promover la paz y la seguridad nacionales e internacionales.

Usted me puede decir que en un contexto como el mexicano estos planteamientos son retórica ante el hecho de que la sociedad mexicana está rota y que la paz no será posible sin  la disminución drástica de la pobreza, de la violencia de género, de la violencia contra niños y niñas, contra los adultos mayores y las etnias indígenas, de la inseguridad, la violencia económica, política y la institucional y eso es cierto.

No obstante, es necesario adquirir el sentido de urgencia para abrir la discusión y reflexión necesarias para definir, cómo, qué es la paz, quiénes somos y qué papel jugamos cada quien en esta construcción que no depende de leyes divinas sino de nuestra participación.

Los buenos deseos para la navidad, generalmente caen en palabrería hueca, en frivolidad arropada en comilonas, en tanto que en México vivimos una desigualdad impresentable que implica que los estratos de más altos ingresos perciban trimestralmente 24 veces más que los que se ubican en los de las personas más pobres.  

Hasta ahora los gobiernos neoliberales de este país, priistas y panistas han impulsado la dictadura de los mercados, por eso es imprescindible iniciar un rescate social, pensar el desarrollo desde la justicia social. No se puede argumentar que lo primero es generar riqueza para después distribuirla, al contrario, se debe crecer distribuyendo.

La paz puede abatir las desigualdades y la polarización política y social, pero sólo a condición de que sea colocada en el centro de la deliberación pública.

Tú puedes trabajar por la paz, decídete y entonces tendremos: ¡Una feliz navidad! Porque, quiérase o no, el bienestar individual depende inexorablemente del bienestar colectivo.

rosaesther80@gmail.com

 

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La Quincena Nº92

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