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ESTRATEGIA EQUIVOCADA*
Sara Sefchovich**

pltkVarios intelectuales con presencia en los medios han decidido proponer a la sociedad que vote en blanco o tachando, como modo de manifestar su molestia con las opciones políticas existentes o porque les parece que las condiciones legales vigentes son inadecuadas.
Hace varios años, en aquellos tiempos a los que se llamó “de transición a la democracia”, escribí a favor del abstencionismo como forma de mostrar inconformidad con las opciones que se ofrecían. Entonces se me dijo que era una propuesta peligrosa.
Hoy sigo proponiendo lo mismo, por las mismas dos razones que aquella vez.
La primera, porque votar aunque sea para anular el voto es entrarle al juego, y mientras lo hagamos, seguirá existiendo pretexto para que los partidos y las instituciones que tienen que ver con elecciones se sigan despachando en grande como vergonzosamente han hecho y siguen haciendo, aun con la crisis. La segunda razón es porque la abstención es la propuesta de los ciudadanos, no porque se haya hecho de manera formal, sino porque desde hace muchos años ha sido la decisión y la actitud asumida por millones de ellos, y en ese sentido es una propuesta que va de abajo hacia arriba y no al revés.
Lo que una parte importante de la ciudadanía ha hecho para poner de manifiesto su desinterés o repudio por la forma en que se elige a los representantes y gobernantes ha sido el abstencionismo. Algunos ejemplos bastan: en las elecciones legislativas de 2003, 58% se abstuvieron y 2 millones anularon su voto premeditadamente.
Según Carlos Martínez Assad, ningún gobernador ha ganado con más de 20% de votos del total del padrón, y en elecciones presidenciales nadie ha ganado con más de 60% de votos y ha habido casos en que esa cifra no ha sido mayor de 30%. Sergio Sarmiento afirma que la abstención en las elecciones de 2006 fue de casi 42%.
Y sin embargo, quienes están haciendo la propuesta del voto nulo no parecen reconocer la importancia de esta manifestación ciudadana.
Me parece que propuestas de esta envergadura deberían hacerse a partir de conocer lo que piensan los ciudadanos, no en un sentido solamente electoral sino algo más profundo que podríamos llamar “cultural”, y sólo entonces se podría elaborar una estrategia.
Algo así se hizo recientemente en España: un partido mandó a hacer una encuesta en la que no se trataba de conocer preferencias electorales sino, antes que eso, el modo de pensar de los ciudadanos respecto a diversas cuestiones, de tal modo que las propuestas, planes y estrategias se hacen en consecuencia.
Pero no, se las hace desde el “círculo rojo” y el problema es que, como dice John Allen Paulos en un libro del que ya he hablado en este espacio, Un matemático lee el periódico, se crea una confusión en la cual lo que es frecuente en los medios permite creer que es también lo importante, de modo que quienes están haciendo la propuesta del voto nulo bien pueden confundir el eco que ella ha tenido en los propios medios y entre los intelectuales para suponer que es también la opinión mayoritaria de los ciudadanos. Pero no necesariamente.
Tenemos el ejemplo del “voto útil” que varios intelectuales propusieron cuando Vicente Fox. No tenemos forma de saber si esa estrategia lo llevó a la Presidencia o si fueron otras razones. Pero conociendo cuánta gente lee los periódicos o sintoniza los programas de debate político, no apostaría a que las estrategias que allí se proponen tengan tanto peso real, si bien no hay duda de que son importantes en otro sentido para el avance y mejoramiento de la democracia.
A raíz de la publicación de mi libro País de mentiras, alguien me hizo una crítica porque yo “cambiaba los llamados a la revolución por frívola invitación al abstencionismo”. No creo en las revoluciones que, ya se ha visto hasta hoy, sólo producen sufrimiento y autoritarismo. La democracia me parece la vía, pero a la nuestra urge mejorarla y para ello hay que empezar por hacer patente nuestra molestia, a tal grado de que ya nadie pueda pretender siquiera que los ciudadanos seguimos jugando el juego.

* EL Universal, 21 de junio de 2009
** Escritora e investigadora en la UNAM
sarasef@prodigy.net.mx

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