La guerra en el horizonte
Hugo L. del Río
Monterrey.- En un día de duelo, el presidente Obama habla de guerra. De otra guerra, además de Iraq y Afganistán. Hoy, hace doce años, una veintena de fanáticos aterrorizaron al mundo. Si pueden desafiar a la nación más poderosa del planeta al destruir las Torres Gemelas y estrellar un avión contra el Pentágono, entonces todos somos vulnerables.
Los atentados nos cambiaron la vida a todos. Y nos dejaron algunas lecciones que, al parecer, no aprendimos. Los terroristas islámicos son hombres que no temen a la muerte. Es más, la desean, como camino que les permitirá ingresar a su paraíso. En ellos, la religión sustituyó a la razón. Viven en el dogma y son ajenos al análisis y la crítica. Claro, forman una minoría en la comunidad global musulmana. Pero Trotsky ocupó Petrogrado con doscientos técnicos (Ver “Golpes de Estado” de Godsped, seudónimo de un inglés quien sabe un par de cosas acerca de estos menesteres).
El entonces presidente de la Unión Americana, Bush Jr., no era ni es el hombre más gallardo del mundo: durante horas y horas se escondió, en tanto que el alcalde neoyorquino Rudolph W. Giuliano, sus bomberos, policías y voluntarios se partían la madre en busca de supervivientes entre las llamas, las explosiones secundarias, los derrumbes y los escombros. Bush Jr. finalmente apareció, después de hablar con Dios, quien le ordenó atacar a Iraq y Afganistán.
Dan miedo los hombres que se hablan al tú por tú con el Gran Arquitecto del Universo. En los dos países mencionados, los hombres siguen combatiendo y muriendo. Y, por si fuera poco, Obama hace sonar el bélico clarín: ahora es Siria la que está en la mira. Estados Unidos, dice, “es el ancla de la seguridad global…(qué pasaría) si miramos hacia otro lado”. La República Imperial, agrega, tiene “el deber moral” de castigar a los sirios.
Sobrio y racional, entre líneas The New York Times expresa su desacuerdo con la Casa Blanca: “la factura de lo que sucedió hace doce años todavía la está pagando el mundo”. Jimmy Carter concurre: la crisis siria no se solucionará con bombas y misiles.
La moneda está en el aire: los aliados tradicionales de Washington (con la posible excepción de Francia) no parecen estar muy dispuestos a embarcarse en otra aventura militar.
¿Y México? ¿Qué hará Peña Nieto si Obama le pide presencia de guerreros?
