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1452 19 Noviembre 2013

 

Dominar a México a través de un hombre
Hugo L. del Río

Monterrey.- El Pentágono lleva décadas “capacitando” a militares mexicanos. Ahora está decidido a intensificar el esfuerzo. El pretexto es la guerra contra el narco. Oficialmente, dos mil 500 elementos de nuestras fuerzas armadas recibieron “entrenamiento” por parte de sus colegas norteamericanos.

La versión que publica Washington, es que este año invertirá un millón 449 mil dólares en esa tarea. De risa loca. En un año, doscientos paisanos gastan más en dos hamburguesas una dona y dos cocas al día. Los oficiales que van a Estados Unidos a reaprender su oficio, ¿habrán olvidado ya a los cadetes de Chapultepec y de Veracruz? ¿Le dieron ya la espalda a México y a su historia para graduarse como cipayos? ¿Están conscientes de que las materias que les enseñarán incluyen la tortura física y psicológica, el arte negro de destruir pueblos y quemar vivos a sus habitantes con napalm? ¿Saben que los estadunidenses les van a lavar el cerebro o ya se los lavaron a fin de que estén en óptimas condiciones de servir a la República imperial?

En palabras de la historiadora mexicana Alicia Mayer, los norteamericanos siempre nos han visto como una de esas “naciones incapaces de gobernarse por sí mismas y que necesitaban, por esto, la ayuda de los Estados Unidos”. En los años veinte del siglo antepasado, Aaron Burr, ex vicepresidente de la Unión Americana, se autoproclamó emperador de México y comenzó a reclutar un ejército, un pequeño ejército de tres mil o cuatro mil hombres (con eso bastaba) para conquistar a nuestro recién independizado país. A Burr lo tomaron en serio. Nadie se burló de él ni le dijeron que invadir una República vecina era una clara violación de la moral y la ley. No vino porque, parece, se quedó sin marmaja.

Pero desde Thomas Jefferson al más ignorante de los gringos de nuestros días,  han dado por sentado que México será absorbido por Estados Unidos. Hasta Herman Melville, quien por cierto era un autodidacto bastante culto, estaba convencido que México será, al fin, parte de la Unión Americana. Hoy, ellos dominan nuestra economía, nuestra política exterior, interior, energética y militar, pero todavía están muy lejos de alcanzar su meta.

En 1924, el secretario de Estado Robert Lansing, dijo en un discurso: “México es un país extraordinario, fácil de dominar porque basta con controlar un solo hombre: el presidente. Tenemos que abandonar la idea de poner en la presidencia a un ciudadano norteamericano, ya que esto sólo llevaría otra vez a la guerra. La solución necesita más tiempo: debemos abrir a los jóvenes mexicanos ambiciosos las puertas de nuestras universidades y hacer el esfuerzo de educarlos en la forma americana de vida, en nuestros propios valores y el respeto al liderazgo de Estados Unidos. Con el tiempo, esos jóvenes llegarán a ocupar cargos importantes, finalmente uno se adueñará de la presidencia. Entonces, sin necesidad de que Estados Unidos gaste un centavo o dispare un tiro, harán lo que queramos. Y lo harán mejor y más radicalmente que nosotros”.

Inteligente estrategia a largo plazo a la que, para fortuna nuestra, no le hicieron caso. Pero hoy, 89 años más tarde, el Presidente Obama pide que Iberoamérica envíe cien mil jóvenes a estudiar en la Unión Americana. ¿Coincidencia? No creo que los civiles, por el mero hecho de hacer carrera profesional allá, se conviertan en servidores del cártel de la globalización.

Lo primero que enseña la Universidad es que el hombre debe pensar por sí mismo. Eso, los civiles. Pero, ¿los militares?

 

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