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1487 7 Enero 2014

 

Tierra en rebeldía
Lupita Rodríguez Martínez

Monterrey.- Se cumplieron 20 años del alzamiento armando de grupos indígenas en el sureste mexicano, cuando a través del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), ocuparon siete cabeceras municipales de Chiapas.

El levantamiento ocurrió el 1 de enero de 1994, fecha en que entró en vigor al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC), celebrado entre los gobiernos de México, Estados Unidos y Canadá.

La irrupción logró que la población pudiera escuchar la voz de los indígenas chiapanecos en contra de la explotación, de la pobreza y de las promesas de modernidad del sistema político mexicano.

La insurgencia fue el estallido social de las comunidades más segregadas de Chiapas, surgida luego de décadas (en los sesenta y los setenta) de represión militar y paramilitar contra grupos guerrilleros que luchaban por revertir las condiciones de vida de extrema pobreza.

Las causas de la rebelión eran, son y siguen siendo las desigualdades sociales, económicas y políticas que, por prácticamente más de 500 años, han mantenido en la opresión y la marginación a las etnias chiapanecas y que se reflejan en la falta de oportunidades para poseer tierras, vivienda y trabajo, para tener acceso a la alimentación, la salud y la educación, así como para vivir en libertad, independencia, democracia, justicia y paz.

A diferencia de otras guerrillas mexicanas, el EZLN supo aglutinar en el movimiento social armado, por vez primera, a la gran mayoría de los diferentes pueblos indígenas de la región, como los tzotziles, choles, zoques, mames, tojolabales, tzeltales, lacandones y mayas.

La insurrección fue de tal magnitud al declarar la guerra al Ejército y al Estado Mexicano, al alzarse en armas y sostener combates durante doce días en varios puntos de la Selva Lacandona y de Chiapas, con un saldo de decenas de muertos. Pero, lo inesperado fue que EZLN hiciera público que daba más poder a la palabra a través de manifiestos, comunicados y pliegos petitorios para exigir sus derechos.

Al gobierno no le quedó más remedio que buscar una solución pacífica y negociada, así como mantener al cese unilateral del fuego y negar que el levantamiento armado en Chiapas fuera un problema militar. Estaba de por medio no solamente la puesta en marcha del TLC, sino la sucesión presidencial, la cual se complicaría con el asesinato del candidato oficial del PRI, Luis Donaldo Colosio Murrieta, tres meses más tarde.

Tras 20 años de diálogos, acuerdos y reformas constitucionales, el EZLN ha dejado de lado las armas y ahora se mantiene dedicado a la construcción de comunidades civiles zapatistas, con gobiernos autónomos y con autogestión social, educativa y de salud, buscando propiciar entre todos sus habitantes la “transformación del pensamiento”.

Han creado 38 nuevos municipios en Chiapas, declarados territorios zapatistas rebeldes y en donde ondea la bandera negra con la estrella roja de cinco puntas, bautizada como la bandera de la rebeldía.

Para nosotros, lo relevante es que el zapatismo sigue vigente en las luchas revolucionarias de los pueblos indígenas de México y de América.

En el EZLN reconocemos la fuerza de su movimiento popular y de su organización social, no solamente por el gran arraigo ideológico, sino por la consciencia de identidad indígena e histórica.

El zapatismo guarda la esencia de la credibilidad y del respeto moral.

No han claudicado en sus ideales, no han retrocedido en sus conquistas, ni ha minado sus luchas. Todo esto les da mayor fortaleza.

A pesar del rezago histórico, las comunidades zapatistas han sabido convivir y compartir, siempre y en todo momento, con sus principios inquebrantables y con sus formas organizativas consolidadas por la autogestión social y política de sus municipios autónomos.

A la fecha, es palpable y creciente la solidaridad del movimiento zapatista con las diferentes organizaciones sociales, civiles y políticas nacionales e internacionales, más allá de los liderazgos que con perseverante empeño buscan la justicia con una digna terquedad.

 

 

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