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1497 21 Enero 2014

 

El destino depende de las autodefensas
Hugo L. del Río

Monterrey.- El destino inmediato de Michoacán depende de las autodefensas, no de la Federación. La milicia comunitaria es la única fuerza armada capaz de derrotar a los cárteles. Michoacán estará perdido si, por el contrario –todo es posible–, ganan la guerra los sicarios. Es evidente que los michoacanos ya no les tienen miedo ni a los templarios ni a los jaliscos de nueva generación.

En Tamaulipas, por decir una cosa, nadie menciona a los zetas por su nombre. Se refieren a ellos como “los de la última letra del abecedario”. Vemos todo lo contrario en la tierra tarasca y purépecha: los fusileros voluntarios de las comunidades combaten a los sicarios no con palabras, sino con metralla. Matan a los pistoleros y “los dejamos para que los animales se los coman”, dice el comandante Cinco. En Aguililla, sector histórico de la narcoviolencia, los milicianos pusieron en retirada a los templarios. El comandante Patancha repite la declaración de su compañero de armas, el Cinco: “Así se dictó, que se los tragaran los coyotes o los perros”.

Tal vez algún día Michoacán volverá a vivir en paz, pero transcurrirá mucho tiempo antes que se apaguen las grandes hogueras del odio. El comandante Cinco es empresario. Los fusiles automáticos y las pistolas de nueve milímetros, dice, las compran con las aportaciones de ganaderos y hombres de negocios hartos de los crímenes y las extorsiones de los traficantes de drogas. “También se las quitamos a los templarios que matamos”, dice el Cinco.

Es entendible y justificable la reacción de los michoacanos. Carmen –no quiso decir su apellido– le dijo, en Antúnez, a El País de Madrid: “Todos sabemos quienes son (los templarios), le hemos dado los nombres a la policía una y otra vez, pero no hacen nada”. En comentarios a La Jornada de Morelia, el comandante Patancha corrobora las acusaciones: “todos los presidentes municipales que entraron por el PRI fueron entrados (sic) por la maña. Los comandantes de la seguridad todos eran templarios”. Es obvio: la red del narcotráfico creció hasta apoderarse del estado porque sobornó a las autoridades de todos los niveles. Guillermo Trejo escribe en el citado diario madrileño: “El narcotráfico y el crimen organizado y las guerras criminales no son producto de la ausencia del gobierno. Surgen, más bien, porque las fuerzas del orden entraron impunemente en acuerdos cooperativos con el crimen organizado”. 

Los milicianos saben que si entregan el armamento serán masacrados. Por ello, en la ciudad de México, el cirujano José Manuel Mireles Valverde, comandante en jefe del Consejo General de Guardias Comunitarias y Autodefensas de Michoacán, hizo formal promesa de jamás dar la orden de desarme de sus miles de combatientes. “Esto es un polvorín y tiene la mecha muy corta”, confió a La Opinión de Morelia un funcionario estatal, quien pidió el anonimato. 

hugoldelrioiii@hotmail.com

 

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