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1557 15 Abril 2014

 

INE por IFE
Lupita Rodríguez Martínez

Monterrey.- El rediseño del sistema político electoral con la reforma constitucional reciente, es resultado de la urgencia que tiene el nuevo grupo gobernante de volver a controlar el órgano electoral nacional a la vieja usanza del PRI-Gobierno; es decir, en forma autoritaria y antidemocrática.

El cambio del Instituto Federal Electoral (IFE) por el Instituto Nacional Electoral (INE), no es para construir una democracia más activa y participativa, ni mucho menos para lograr una pluralidad política, ni tampoco para tener una mayor transparencia en la fiscalización del gasto partidista.

Lo que se hizo fue reasumir el control político del órgano electoral tras la docena trágica panista, al integrar el Consejo General del INE infiltrando consejeros ciudadanos de corte tricolor o, en el peor de los casos, a través del reparto de cuotas con sus partidos aliados en el Pacto por México, que en realidad es un pacto contra el pueblo mexicano.

La fórmula de consejeros tricolores y “cuotismo” equivale a controlar la organización, desarrollo, cómputo y declaración de resultado de los procesos electorales y, por lo tanto, a imposibilitar que los partidos emergentes contiendan equitativamente y tengan acceso a ejercer los poderes públicos.

En el fondo, lo que se pretende es perpetuar al PRI-Gobierno en la silla presidencial o que permanezca otros 80 largos años en el poder, controlando las reglas electorales para garantizar que el voto ciudadano le favorezca y para nulificar la pobre participación del pueblo en la incipiente vida democrática.

Con el cambio del IFE por el INE se nos quiere hacer creer que existe una transformación democrática del régimen, cuando la verdad es que se están sentando las bases del autoritarismo antidemocrático, mediante el subterfugio de desaparecer el nombre del IFE, una vez que cumplió su cometido de avalar el fraude en las elecciones presidenciales del 2012 y de llevarlos al poder.

A pesar de que el IFE estaba en tela de duda por las arbitrariedades electorales, la falta de transparencia y los actos de corrupción, no existía motivo suficiente para desaparecer su nombre, toda vez que una simple sustitución del nombre no implica darle más confiabilidad a la ciudadanía.

No vemos cambio con el cambio de nombre para que la ciudadanía recobre la confianza en sus autoridades electorales, más aún cuando está de vuelta el ‘mayoriteo’ tricolor y siguen las cuotas de los partidos del Pacto por México e impulsores de las reformas estructurales que no tienen nada de estructurales para detonar la verdadera transformación de México.

Con el adiós al IFE damos la bienvenida al INE, el nuevo árbitro electoral del país, pero sin dejar de cuestionar que los once consejeros electorales: Adriana Margarita Favela Herrera, Javier Santiago Castillo, José Roberto Ruiz Saldaña, Arturo Sánchez Gutiérrez, Ciro Murayama Rendón, Beatriz Eugenia Galindo Centeno, Enrique Andrade González, Alejandra Pamela San Martin Ríos y Valles, Benito Nacif Hernández y Marco Antonio Baños Martínez, encabezados por Lorenzo Córdova Vianello, son personajes que llegan sin autonomía y plegados a los intereses del PRI, PAN y PRD por el juego del ‘cuotismo’ tan criticado.

El surgimiento de una institución nueva con tintes de corrupción desde su nacimiento, no puede resultar en un genuino órgano electoral autónomo. El INE nace de un parto nada difícil, totalmente predecible, por lo que las expectativas de que ayude a la transformación del sistema electoral son nulas.

Al ser electos por intereses partidistas, el manejo de los consejeros del INE no será distinto al de los consejeros del IFE. Quizá por ello hagan suya la intención de achicar o desaparecer a los partidos emergentes, idea siempre latente en los grupos que detentan el poder y que sueñan con el bipartidismo, similar al de Estados Unidos, para que coexistan únicamente dos partidos y desaparezcan las opiniones diferentes o las posturas divergentes.

Los partidos emergentes han tenido que enfrentar este desafío y luchar no sólo por preservar el registro político nacional, sino porque todas las corrientes del pensamiento o ideologías de la geometría política contiendan en forma plural, incluyente y sin ninguna discriminación.

Mientras exista pobreza y desigualdad, inseguridad e injusticia, subdesarrollo y antidemocracia, las organizaciones progresistas y los movimientos sociales están llamados a mantener la estrategia ‘frentista’ de sumar y acumular fuerzas en frentes o polos de lucha.

 

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